Cada semana una historia rescatada en torno a la Escuela de Amor Político Alegría Ahora. Una de incontables que no salen en los noticieros, porque la desigualdad y la injusticia casi nunca son noticia. Contra la indiferencia ante esa «normalidad», el texto que sigue.
107. Sensibilidad política
Mónica Lungo, miércoles 8 de febrero de 2023.
Mirar con amor: lo que necesitamos aprender.
¿Saben por qué la injusticia sigue existiendo?
Porque no tenemos sensibilidad.
Nos han enseñado la tremenda mentira de que somos individuos sin conexión con la otredad.
En las ideas tan de moda «tú puedes, vibra, no existen los imposibles, la felicidad depende de vos y mereces lo que sueñas» (perdón Cerati), están las bases del individualismo.
Por eso, cuando Lucio Dupuy era torturado por dos personas muy enfermas, nadie lo miró con amor.
¿Habrán tenido los 8 chicos condenados por asesinar a Fernando Báez Sosa alguna vez una maestra, un profe, un entrenador que les explicara con amor que no se puede seguir hablando en términos racistas en pleno siglo 21?
Por lo que sé, el término «negro de mierda» se utiliza en todos los ámbitos sociales y somos muy pocas las personas que vamos enseñando que no se puede nombrar así a alguien.
Y que cuando contestan «no lo digo por la piel, lo digo por el alma de negro de mierda» es de una ignorancia y discriminación vergonzosa.
Lo más triste es escucharlo en las escuelas.
¿Quién forma a trabajadoras de la función pública para atender a una mujer casi muerta?
¿A una niña violada?
¿A una adolescente drogada y aterrada?
¿A un joven torturado?
Así son las situaciones que llegan a la comisaría y unidades judiciales: horrorosas. Por eso existe ese lugar: para dar servicio a esas personas.
Si no fuera por los contactos amorosos y comprometidos de la gente que está en la Justicia y que ama la escuela, el sábado podría haber muerto otra mujer, básicamente por la indiferencia y la frialdad con que la mayoría atiende a los seres más lastimados de mundo…
Como sabemos el poder de la educación, estamos pensando talleres de sensibilidad. Pero no la sensibilidad personal sino colectiva.
Sensibilidad política.
Que te duela el dolor del otre. Que te dejes atravesar, interpelar. Así vas a poder tener la fuerza para accionar. Y dejar de ser un burócrata, un insensible, un violento.
No hay nada tan violento como que no te miren.
Recién una de nuestras estudiantes , la salvadora que dio refugio a la otra, me mandó una foto de sus 9 niñes abriendo una caja de leche y harina.
No puedo parar de llorar.
Mi compañero me dice: «Ya sabés cómo es, sabés todo, no la mires, pará de llorar…»
Y yo vuelvo a mirar la foto porque el horror mezclado con la alegría de esas infancias que festejan porque van a dejar de pasar hambre un rato, no me deja en paz.
Ya vamos a ir pidiendo ayuda para cada necesidad. Están alimentándose con lo que les entregamos de la fundación y lo que les dan en la villa. Pasan hambre y necesidades de todo tipo.
A V. nadie la miró hasta que se cruzó con C., que le dio lo que ningún ministerio, secretaria, organismo: protección concreta y de verdad, con amor, en un rancho sin puerta y dos ambientes que se hace infinito para abrazarla a ella y sus 5 niñes.
C. nos marca por dónde seguir. Cuál es el camino. ¡Cómo tenemos que actuar!
Me mandó la foto y me dijo;
«Mirá la alegría de que van a comer… Y entre ellos mis hijos también.»
Qué ejemplo más verdadero de solidaridad.
¿Hasta dónde nos animamos a transformar el horror en actos amor?
Sígannos por aquí. C. nos va a dar la receta de cómo podemos mejorarnos como sociedad.
Gracias por mirarnos.
Siempre, siempre con Fe en la Humanidad .