Por Pablo Hamada | phamada@redaccion351.com
El Teatro Real fue el escenario perfecto para la segunda jornada del Córdoba Jazz Festival, tanto por la figura convocante de Minino Garay como por el entusiasmo del público, que tiñó a la noche con un verdadero aire de festejo. Es que se trata de la tercera edición de este festival, con shows en teatros, espacios abiertos y jam sessions durante 6 noches. Los motivos, entonces, sobran.
Sin dudas que Minino Garay -gran percusionista cordobés radicado en París- debe estar acostumbrado a la calidez de su público, que lo reconoce no sólo por su origen y trayectoria, sino también por su capacidad de montar grandes «big bands» con músicos locales. A pesar de ello, el músico se mostró agradecido en todo momento con el público y con Los Tambores del Sur, socios ya desde hace varios discos, quienes lo acompañaron durante la velada.
Antes de Minino y los Tambores, los presentes tuvimos el lujo de escuchar a una de las grandes promesas del jazz francés, el pianista Baptiste Trotignon, quien junto a Garay y su cajón, interpretó una serie de composiciones propias y versiones de algunos clásicos locales, como el villancico «La peregrinación», o grandes estándares del jazz como “Wonderful world”. El clima íntimo y de improvisación, sumado a la mezcla de “ritmos peruanos y un francés chic”, en palabras de Minino, hicieron de esta previa uno de los momentos más intensos de la noche.
Luego vino la gran banda junto a reconocidos músicos locales como el “Corto” Juncos, Diego Bravo, el “Pichi” Pereyra y Álvaro Torres, entre otros. Además de los integrantes de siempre, Minino vino acompañado del saxofonista francés, Pierre Bertrand, a quien agradeció en todo momento por los arreglos musicales preparados para el show.
El repertorio estuvo cargado de malambos, chacareras, algo de cuarteto y cierta dosis de candombe, pero siempre matizados con acordes jazzísticos y cortes característicos de la obra de Garay. El homenaje al “Bam Bam” Miranda no tardó en llegar en los primeros temas de la noche, seguido con un aplauso emotivo del público. “Al maestro”, dijo Minino y le siguió una cruzada de cajones peruanos, que desde algún lugar, el homenajeado debe haber acompañado.
Otra gran escena de la noche, con aires de festival, fue cuando Minino invitó a subir a “Los Bombones”. Si bien su nombre puede confundir al lector con una propuesta de música tropical (que no sería para nada descabellado en un show de Minino), esta formación ofreció un show de bombos legüeros, dirigidos por Garay e interpretados con gran energía por los seis músicos que lo integraban.
La noche terminó con gran ovación y algunos adelantos del próximo material de Minino y los Tambores.
El juego del festival ya está en marcha. Minino ya lo sabe jugar y apuesta a que año a año continúe. Seguiremos viendo esta semana qué nos traen el resto de los equipos.
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