Víctor Pintos

Víctor Pintos

2021

Aprendimos algo este año: aprendimos que no está tan bueno proyectar qué será de nosotros más allá del próximo día.

Cortoplacismo, sí, puede ser. Es tremendo que sea así, pero es.

A principios del año pensábamos que el 2020 había sido el peor de todos, pero ahora vemos que el 2021 no fue mucho mejor. Al menos no está terminando precisamente bien.

Entonces preciso (digo: me doy una precisión): cortoplacismo pero esperanzado.

Entonces digo: esperemos que el 2022 sea mejor. O menos peor, al menos.

El año pasado a esta altura del calendario conté que estaba releyendo el libro «El año en que estuvimos en ninguna parte», de Paco Ignacio Taibo II, sobre el 65 del Che en África, pensando en que ése había sido para nosotros, decididamente, un año en que estuvimos en ningún lado. Hoy creo que este 2021 que pasó fue igual que el anterior. Por lo bajo. Mejor no.

Y vuelvo a pensar en la vieja canción de Karamelo Santo, banda mendocina, que dice: «Vivo en una isla pero sin mar.» Porque siento que está hablando de mí, que estoy en Córdoba.

 

2020

Acá en la biblioteca tengo el libro «El año en que estuvimos en ninguna parte», de Paco Ignacio Taibo II, sobre el 65 del Che en África. Hoy temprano lo estuve mirando y no volví a releerlo sino que pensé que este 2020 ha sido para nosotros, decididamente, un año en que estuvimos en ningún lado.

Y sí. Arrancábamos tan normalitos, tan como siempre, para mal y para bien, y en el tramo final del verano llegó la pandemia y la cuarentena y lo que ya sabemos. Y no pasó nada, aunque sí pasó. Mucha gente se quedó sin trabajo y sin poder trabajar pero igual hizo. Hubo quienes escribieron, quienes proyectaron, hubo músicos que grabaron a distancia, que tocaron a distancia, hubo quienes afortunadamente, casi con obstinación, siguieron pensando en un mañana mejor.

Nos acostumbramos a salir con barbijo y pensamos más. Nos dolieron más los incendios y la imbecilidad de alguna gente que se cree que tiene a dios agarrado de las patas. Creímos ingenuamente que de ésta saldríamos mejores y no, ya sabemos que a lo sumo saldremos más informados de a quiénes creerles y quererles, y a quiénes no.

Se fue el año en que murieron Mario Pereyra y el Diego. Cuánto lo lloramos al Diego.

El año en que los Copla y Mery Murúa grabaron juntos «Desmonte». El año del eclipse.

Ahora pienso en la vieja canción de Karamelo Santo, banda mendocina, que dice: «Vivo en una isla pero sin mar». Y siento que está hablando de mí, que estoy en Córdoba.

Víctor Pintos. Periodista – Escritor – Productor.