Sole Sgarella

Sole Sgarella

2018

La salida es siempre colectiva

En el año de los derrumbes, construir fue la tarea que osados, osadas y osades sostuvimos en medio del caos. Cuando parece que todo se cae, rearmar con el adobe colectivo, con las patas en el barro y con el corazón en la boca, es hacer de este mundito argentino la minga que vamos a sostener, sea como sea.

La diaria de La tinta es un trabajo responsable y compañero, es el laburo manijero, el abrazo intelectual, la discusión ajustada, la vigilancia pedagógica y la apuesta total a construir entre todes.

Terminamos un año durísimo con tres hitos que nos implicaron colectivamente mucho cuerpo y cabeza. La Cátedra Libre “Ideas Menores. Pensar con los pies en la tierra”, donde más de veinte organizaciones sociales y medios libres de comunicación nos encontramos en un espacio de formación, en un proyecto que abordó tres perspectivas en su vínculo con la comunicación: los procesos de descolonización de la mirada, las luchas contra el extractivismo y el despojo a nivel territorial, y la perspectiva feminista.

Por otro lado, “Caño al Patriarcado” en el Club Atlético Belgrano, un taller que propuso compartir las experiencias que mujeres, lesbianas, travestis y trans tenemos con el fútbol, para escribir, decir, hablar. Ocupar las canchas también desde la palabra, compartir lo que tengamos para decir sobre el fútbol, ese deporte -que es un fenómeno cultural- que nos atraviesa a todxs, cada unx a su manera.

Por último, y abriendo las puertas para ir por más, después de meses de gestiones llegó la matrícula que nos habilita a decir y hacer como cooperativa.

El 2018 fue un año complejo, difícil, agotador. Un año de cerrar filas para adentro, para salir con fuerza hacia afuera: a encontrarnos con otras organizaciones, a pisar la cancha, a pedir y reclamar un país con aborto legal, seguro y gratuito.

Y sabemos, la salida es siempre colectiva.

 

2017

Armando la mochila para saltar el charco, la invitación a escribir para el anuario me llega inesperadamente . ¿Qué rayos es hacer un anuario? ¿Por qué había aparecido esa palabra en mi fin de año esta vez, y no precisamente para aportar a las escuelas donde también trabajo? ¿Para qué alguien quisiera encarar un anuario?

La respuesta es única y provechosa: un anuario se hace para no perder de vista nada.

Escribir para un anuario cordobés estando en otras tierras no hace más que fortalecer el sentimiento de pertenencia que la ciudad en la que nací y en la que vivo me suscita. Los círculos cordobeses de producción y gestión cultural que anduvimos compartiendo durante el 2017 con el equipazo de La Tinta sólo reforzaron lo que muchos y muchas de nosotras sabemos: si no nos juntamos, si no nos organizamos, si no nos asociamos o no nos abrazamos, nada crece. En un solo pie nada se sostiene demasiado.

Para este anuario, mencionaré sólo un par de las muchas experiencias culturales que pueden representar lo que digo.

Voy a empezar por los ensambles de percusión Flote o las Tamboreras, o los grupos de música como Akun Maia, equipazos de mucha gente que no paran de producir y mostrar, compartiendo sus ritmos por donde vayan, haciendo de lo colectivo la única forma de crecer y sostenerse.

Siguen en este “podio” los festivales o encuentros. Organizados en un año complicadísimo para la cultura nacional y local, docentes y artistas le ponen el cuerpo a espacios que, además de tener en grilla eventos artísticos, son espacios de formación: ejemplos de eso son el de vientistas (coordinado por Mauro Ciavattini) o el de acordeonistas (organizado por Juan Sanz).

Por último, la experiencia de financiar colectivamente los discos. Un ejemplo taxativo es el último de Lucas Heredia, uno de los músicos cordobeses que más convocatoria -regular y apasionada- tiene en nuestra ciudad: un disco que se pudo realizar gracias a la colaboración de los muchos y muchas que aportaron de manera anticipada. Además, el artista y su banda tienen como costumbre hacer que la música en vivo sea accesible, con funciones a la gorra o entradas económicas.

Como estos ejemplos, cientos. Los y las trabajadoras de la cultura sabemos que si no trabajamos colaborativamente la cosa se cae, en estos tiempos de políticas de recorte.

Un anuario se hace para no perder de vista que, en esta ciudad, el 2018 nos va a encontrar trabajando juntos, sabiendo que nada grande puede hacerse desde el individualismo.

Sole Sgarella – Comunicadora – Cronista en La Tinta.