• Txema Torrabadella

Txema Torrabadella

2016

Tengo temores… Muchos temores. Temo que mis hijos, nuestros hijos, los hijos de todos, porque los hijos son de todos nosotros, y que nadie se haga el despistado, van a encontrar un mundo lleno de perfumados canallas, ejemplos de seres humanos vacíos de alma y llenos de las enfermedades mentales más atroces de nuestra especie, como la ambición desmedida, el egoísmo, la sed de poder o la imposibilidad de empatía. Seres enfermos y defectuosos que lejos de ser confinados o neutralizados de alguna manera, han llegado a los gobiernos y el control de la política, que hace rato dejó de serlo y de la policía con su lealtad sin argumento a quién les manda a matar al molesto y protestón.

Temo que he de hacer ver a mis hijos que van a ser declarados ilegales a la primera que abran la boca con sinceridad. Temo que a mi hija la condenen o la cosifiquen por ser mujer. En este año perdí muchos héroes como David Bowie y Prince, que reían de la estupidez del sexismo pues abarcaban mayor amplitud que la mera división de géneros. Pero sobretodo perdí a mi heroína, como yo la llamaba, cuando me contaba cómo se metía a defender a los olvidados y vulnerables nadies, en su clase de la villa, cantándoles mil canciones con su guitarra y su sonrisa eterna, invitándolos a amar la vida, concibiéndola por sí mismos. Mi heroína y entrañable amiga Lis Funes quería salvar al mundo y no supo ver que un enfermo intoxicado de patriarcal desconcierto iba a desollarla para que no fuera de nadie más que suya.

Tantas pérdidas invaluables tuve que al perder hace unos días mi única trompeta, me resultó lección de desapego más que disgusto, anécdota que me muestra la solidaridad de quienes me quieren, oportuno desprendimiento para crecer y ver que todo es un regalo y mi única posesión es el autogobierno y la disposición de mi tiempo libremente.

Mi voz podrá hallar mil herramientas para seguir increpando justicia y bondad. Encontraré mil vías para seguir condenando a los secuestradores de la Universidad, a los cínicos que tan blancos y puros, guardan su vergonzoso botín en cuentas off shore en Panamá y otras playas.

Seguiré siendo el indiscreto y molesto narrador del sentir de nuestro tiempo y nuestros pueblos, los pueblos llanos, sinceros y aportadores. Seguiré siendo el dolor de cabeza de aquellos que por inútiles, por no saber construir nada, se convierten en déspotas depredadores, reguladores y ambiciosos con caprichos de rey Midas.

Seguiré desenmascarando las mentiras de los que quieren ser amos de todo, porque tienen miedo de quedarse sin asistentes y no poder subsistir por sí mismos.

Seguiré explicando a los hijos de todos nosotros que lo más preciado es ser consciente de que todos somos lo mismo, el barro que forma el universo y sueños de felicidad. Y termino con una canción que le hice a mi hijo y la mando para los hijos que son de todos nosotros, y que nadie se haga el despistado.

Sueña el Mundo

Sueños de azul ultramar
en tus ojos vuelan con claridad.
No podrás evitar
tu mirada para ver más allá.
Si te lleva la corriente
y te ves a la deriva,
suelta el pájaro,
y habita la vida.

Sueña el mundo y da
contagiosa la ilusión de caminar
esta hermosa tierra.

Muéstrame el mar en tus ojos
y yo haré que se ahoguen tus enojos.
Surca este mundo de locos
con sincero corazón como pocos.
Serás dueño de tu rumbo,
tu paisaje, tu latido.
Eso es tuyo.
Es tu humilde camino.

Sueña el mundo y da
contagiosa la ilusión de caminar
esta hermosa tierra.

 

2012

Creo sinceramente que este año nos ha demostrado que la manera de generar en Córdoba es una manera válida de crecer.

Siempre pensé que esta ciudad tenía la diferencia de unir a los músicos en la generación de formas artísticas compartidas, con amor, sin afán competitivo, con la intención de ser las voces sin caretas que se juntan para festejar la vida sinceramente.

He visto a todos mis compañeros artistas generar cosas bellas que comunican la esencia de lo que pasa en este tiempo y por ello me he llenado de emoción, repetidas veces.

Sólo quisiera que el próximo año seamos la vanguardia de la sinceridad ante el tiempo que vivimos y no cerremos los ojos a ninguna injusticia que nos pueda conmover. Que sepamos ser dignos y humildes ante cualquier triunfo porque, al final, no es más que el fruto del trabajo dedicado.

Nos vemos el año que viene… Y el que viene… Y el que viene después.

Foto: Natalia Mondelo.

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