• Suna Rocha

Suna Rocha

2013

La música significa para mí una de las vertientes más particulares y necesarias en la vida de los seres humanos. En mi caso, siento que me salvó la vida. ¿Por qué digo esto? Porque en 1976, en pleno golpe de Estado, fui detenida en Córdoba, siendo alumna de la Escuela de Ciencias de la Comunicación, y trasladada al Campo de la Rivera, del populoso Barrio San Vicente. Allí, la música fue mi mayor desahogo al encierro y a la difícil situación en la que quedé expuesta; la música significó una alternativa de escape y distracción, tanto para mí como para las otras mujeres que estaban allí, detenidas. Pero ese protagonismo que tuvo el canto en mí, me acompañó a lo largo de toda mi vida. En las épocas en que vivimos, existen a lo largo y a lo ancho del país distintos festivales, que llevan los más diversos y extraños nombres, donde todos los años se dan cita los artistas -fundamentalmente de folklore- y allí hemos ido, en pos de cantar y presentarnos en forma personal ante numerosos públicos de todas las edades y las extracciones sociales.

Hoy existe un problema, que para mí es preocupante, como así también para todas las intérpretes femeninas, que en su totalidad nos sentimos “discriminadas”. Salvo Cosquín, las grillas de los festivales están conformadas preferentemente por intérpretes masculinos, con lo que la figura de la mujer es nula y en algunos casos directamente no existe. La Pachamama, es decir la Madre Tierra, es la que nos da, nos provee, y con ella la luna, “La Capataza” al decir de Yupanqui, nos acompaña y generosamente nos da la luz que nos alumbra en los campos, montes, ríos, caminos y cañaverales. La guitarra nos ofrece su sublime encordado, que nos dice que ahí está la Música, la Canción, la Chacarera, la Cueca, la Zamba, la Vidala, la baguala, la Chamarrita, la Milonga, la Pampa -ese cielo al revés- todas ellas se escuchan en los escenarios a lo largo y a lo ancho, todas femeninas…

¡Ah! Me olvidaba, también la Estupidez es femenina…

 

2012

Me sumo a la Legión de cordobeses, que son notables, y que cada uno en lo suyo, hace un aporte en los distintos quehaceres de la vida de nuestra provincia y nacional.

En mi caso, agradecer a mis padres, la posibilidad de darme vida para «cobrar altura», al decir del Negro Heredia, mediante «la música», ese maravilloso y necesario mundo que nos habita, para nuestro goce y de los distintos públicos, a lo largo y a lo ancho de nuestra bendita tierra.

A través de ella, hemos recorrido y conocido todo nuestro inmenso y bello territorio.

Que el año que se inicia nos encamine hacia una esperanzada y legítima unión, para construir un país mejor, y un futuro más venturoso, digno de ser habitado por nosotros y todos nuestros hijos.

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