• Mi Mundo Solo

Mi Mundo Solo

2021

Me arrastra el pensamiento, la simple idea de no entender muy bien el origen de esta idea, que no hace más que debatirme analogías que, como mareas, aparecen en la orilla de mi mente.

Una canción vendría a ser como una narración corta, como un cuento, dueña de su propio estilo, una historia concreta guiada por sí misma hacia su propio centro, una arboleda en una estepa, ajena a su entorno, dueña de su propio ecosistema, nos invita a los oyentes a que nos sumerjamos en un instante casi fugaz, quizás intenso o no pero sólo un instante, rápido, como mirar desde la tierra a un pájaro que vuela alto y que nunca aterriza para luego perderse en la inmensidad del cielo, nos deja el sabor de un instante que sacia nuestros deseos inmediatos pero que no nos desarrolla el instinto de perdernos en su viaje.

Porque el artista, guiado por la demanda de «la forma actual» de «como es hoy», se deja llevar, tal vez sin ser del todo consciente, por estos falsos preceptos, de vida rápida y «atención a corto plazo». El mercado manda, el artista responde. La gente vive sin tiempo… Dicen… Muy pocos destinan momentos concretos a leer una novela, a escuchar un disco entero… Un disco entero vendría a ser como una novela con varios capítulos, demanda de su creador un compromiso mayor, demanda estilo y coherencia, como una arboleda rodeada de arboledas que al mirarse en su totalidad, inequívocamente, nos hacen ser conscientes de que ahí hay un bosque.

Elegir la forma en la que se crean las obras es abrir un sendero que invita a transitarlo y a llegar a algún lugar. En un mundo en donde nadie se detiene, crear un remanso es casi una postura política, invitar a que los momentos sean espacios detenidos, llanuras, y no pendientes pronunciadas o corrientes veloces, de una sola dirección.

Involucrarse en la creación de una obra es proponer que a quien le llegue se involucre también al escucharla (o leerla).

Invitar a darle a los momentos un lugar… Su propio tiempo.

 

2020

Foto: Lola Maison.

El silencio es un lugar único e inalcanzable… El silencio debe ser un lugar único e inalcanzable. La cima de una montaña, al igual que las noches de invierno acá en el campo nos invitan a que desde nuestra ingenua y aún inacabada humanidad, podamos tener una experiencia muy cercana al silencio.

En esta oscuridad absoluta en la que me dejo envolver, al borde de este bosque que raya con el monte, en el cual elijo vivir, descubro que la oscuridad no es negra e impenetrable como me enseñaron desde siempre, sino, por el contrario, es el lugar en donde realmente brilla la naturaleza, en donde toda mi percepción se alerta, se agolpa en la frontera de mi piel. Es el momento en donde realmente puedo unir dicotomías irreconciliables, puedo hacer vibrar suave las cuerdas de mi guitarra que irrumpen como truenos distantes, y también puedo dejar caer mis palabras con susurros que se asemejan al viento cuando surca los pastizales.

No hay mejor momento, o al menos no conozco, para dejar que una canción me invada y nazca en este mundo.

El silencio será siempre un lugar único e inalcanzable…

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