• Mari Polé

Mari Polé

2019

La incomodidad y la búsqueda de lo hermoso.

Creo que son pocos los momentos de mi vida en los que me he sentido cómoda, y me refiero a cómoda en sentido opuesto al de incómoda, tengo muy escasos recuerdos de momentos en los que me he sentido completamente así. Creo que es algo que a muchas personas nos pasa, nos sentimos cómodas digamos en algún aspecto, por ejemplo, al acostarnos en la cama después de un día largo o al estar en confianza con amistades, pero casi siempre a la vez nos aqueja algún dolor, nos preocupa algún asunto o hay algo que nos frustra, que si no se sortea o rodea atenta contra nuestra comodidad.

Podría decir que la comodidad y la incomodidad son como dos caras de una misma moneda, que al lanzarla dan saltos sobre tu mano sin saber cuál de estas pueda caer primero y hacer tu momento cómodo o incómodo, pero sea cual sea el lado que toque en suerte, la moneda no es dicho objeto sin las dos caras, así como estas dos no existen una sin la otra.

En mi caso, considero que soy una persona que en general habitó más la incomodidad que la comodidad, que es un suelo difícil, pedregoso, en el que me encontré transitando descalza con frecuencia y sin tener un buen equilibrio.
Las cosas que me generan incomodidad son muchas, cuando digo “cosas” me refiero a situaciones, acciones, lugares, gestos que hacen que muchas de las veces mi cuerpo se “retuerza”. Algunas de ellas son caminar, exponerme, la rutina, la falta de tiempo, de dinero, el ruido o la gente que habla y no escucha que es casi lo mismo, estudiar… Y la lista podría continuar.

Como dije antes, son muchas las cosas que me generan incomodidad y sé que a todas las personas algo nos pone incómodas. Entiendo también que la incomodidad es una sensación y que es según la perspectiva con la que mire, es desde dónde estoy parada que percibo las cosas de tal o cuál manera. Cantar por ejemplo puede ser una actividad hermosa dadas ciertas condiciones: estás de ánimo, con tu panza alimentada, tu cuerpo descansado y convencida del mensaje que tu voz va a llevar. Pero si lo que cantás no te gusta, el dinero no te alcanza ni para ir hacia el lugar donde te presentás, que además es un evento que promueve tendencias como el clasismo, la discriminación, el consumismo e ideologías con las que no te sentís identificada ni por cerca, pero que es un laburo que hacés para poder poner algo de comida en tu heladera vacía, y sumado a eso apenas tenés unas horas de sueño, ir a cantar puede ser muy, muy incómodo.

Para hacer mi segundo disco, que dicho sea de paso titulé «Incómoda», me sentí así, como su nombre lo dice, y mucho, diría que más incómoda de lo soportable. Fue un proceso que se me hizo muy largo, tres años fueron aproximadamente los que me llevó hacerlo, y para lograrlo “remé y remé”, como se dice por ahí, “en dulce de leche”.
Lo gratificante después de todo este esfuerzo es el resultado, la meta alcanzada, un disco hermoso a mi parecer, que quiero y disfruto de escuchar una y otra vez. Porque esa siempre fue la intención, hacer algo hermoso, aunque eso costara atravesar algún círculo infernal.

No fue mi decisión en un comienzo hacer este disco sintiéndome tantas veces incómoda, no, fue simplemente sucediendo así, como si hubiera entrado a un mar tranquilo que de un momento a otro se empezó a volver bravo, salvaje, caprichoso, y yo en vez de salir sobre la primera ola que vino, me hubiese quedado viendo qué pasaba, dando braceadas hasta el cansancio total, permaneciendo ahí, agotada, poniéndome en peligro, esperando hasta que el pulso del agua se calmara.

Creo que la incomodidad es parte de estar viva, que es la madre de cualquier lucha por transformar una realidad que no te conformás en aceptar, y trascender esta sensación de incomodidad tiene un potencial enorme de aprendizaje y crecimiento que contiene en sí experimentarla, pasar por ella. Ojo, con esto no quiero decir que hago apología de la incomodidad o que la levanto como bandera a la hora de hacer arte. Sí digo que para mí es una herramienta que hasta a veces la he encontrado necesaria, que avisa que hay un conflicto, que hay contradicciones en pugna, me dice cuáles, pone de manifiesto problemas, me sacude, muestra a mi ego luchando por tener el control de todo lo que hago.

Por eso creo que le tengo cierto aprecio al camino difícil, conozco muchas de sus idas y vueltas, y a modo de prueba él me ha enseñado que hacer y tener no es ser, porque cuando soy dejo de luchar, me entrego para volverme parte del todo infinito y no me identifico con lo que hago o tengo, así también que paradójicamente de lo incómodo de concebir y parir una idea, por más dificultades y molestias que esta me haya causado en el proceso, puede nacer algo muy hermoso, como este disco.

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