• Lucas Magnín

Lucas Magnín

Foto: Agustina Alonso.

2014

“Encarnación.”

Uno tiene grandes expectativas.

Nace con ansias de comerse el mundo,

aprende de Hollywood a rescatar heroicamente

a la princesa, merienda día tras día

el alimento necesario para sobresalir,

hacer historia, cambiar las cosas.

El proceso es lento

y constante,

como una gotera.

La vida misma se toma el trabajo

de enseñarnos la primera lección de Cristo:

nos humilla, nos vuelve lágrima y fragilidad,

nos pone a merced de otros.

La encarnación sucede

atroz y definitiva en nuestra carne

justo cuando estábamos en condiciones

de cambiar el mundo

para sugerirnos que antes,

y en una cruzada mucho más ardua,

debemos cambiarnos a nosotros mismos.

Las grandes hazañas pueden esperar.

 

2013

Cierro el 2013 con mucha sonrisa. Fue un año de crecimiento y sanidad en muchos sentidos. De cerrar etapas y abrir otras nuevas, frescas, llenas de esperanza. De alguna forma, tiene que ver con sembrar en silencio por mucho tiempo y de a poco ver algunos brotes (de música, de ideas, de formas de vivir). Pero también con la gracia que anda llenando de pálpitos el universo y que hace todo un poco más dulce.

Durante todo este 2013 estuve presentando intensamente “Inocencia”, mi primer disco; decidí cerrar el año regalándolo completo para escucha y descarga.

¿Deseos para el 2014? Avanzar en un nuevo disco, seguir creciendo y especialmente paz para nuestra sociedad en crisis.

 

2012

Personalmente, el 2012 fue un año cargadísimo. La primera mitad me la pasé viajando a Buenos Aires para terminar de parir mi disco debut, «Inocencia». Cuando finalmente nació, el trabajo se volvió intenso en Córdoba: muchos ensayos, conciertos, visitas a medios, contactos con músicos y amigos de la movida en la ciudad.

En septiembre salió publicado a través de una editorial artesanal de la ciudad «Fervores y vestigios», mi primer poemario convertido en papel.

En octubre presentamos el disco en Studio Theater; una noche increíble junto a más de 250 personas. Y todo esto, como me gusta decir, forjado desde el barro, sin contactos, sin mucha plata pero con esperanza.

Cosas lindas están pasando en Córdoba aunque todavía en pañales. Es la certeza de lo que no se ve.

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