2012
Encaramos el año pensándolo desde un disco. Jugando entre las profecías mayas y la paranoia colectiva en que lo tradujo el marketing. Nosotros quisimos darle nuestro enfoque a la posibilidad del fin del mundo, «No me queda otra que bailar.» Marzo nos llevó a México y a encarar el monstruoso escenario principal del festival Vive Latino. Consumar en carne propia aquel sueño que tuvimos de pibes y ponernos en la piel del rockstar para tocar ante un mar de gente que coreaba nuestras canciones. Después volver al barrio, al pub, al proyecto de paso firme y lento con el que procuramos hacer historia en la ciudad donde nacimos. «Lo mismo son ochenta mil que poca gente, lo importante es transmitir lo que se siente.»
Vivimos el 2012 como un año de gran crecimiento e integración colectiva en la cultura cordobesa. Desde nuestro lugar quisimos aportar haciendo un ciclo por internet que se llamó «Cultura viva», donde ensayamos con bandas hermanas que viven como nosotros día a día la lucha de la música en Córdoba por ganar un espacio. Después, la eterna meca de los músicos, conquistar la capital, y una serie de recitales que cerramos en Niceto ante casi un millar de porteños festejando nuestra alegría cordobesa. «Cuando salga el sol voy a estar llegando a Córdoba.»
A mediados de año la vuelta a México, y toda esa locura que quedó registrada en el video clip de “Razón”. La inesperada repercusión de una canción, que nos ayudó a encarar con optimismo los problemas secundarios que suele traer la música y que a todos nos gustaría evitar, una rescisión de contrato con la discográfica y toda su papelería burocrática. «Y veo lindo el cielo, aunque esté todo gris.»
Agosto y nuestro aniversario número 15; los peñazones en el Comedor Universitario y la alegría comechingona; el orgullo de ver crecer la euforia en nuestra tierra; las primaveras, los instrumentos volando por la ruta; Tucumán y la entereza de Susana Trimarco; Mendoza, la vida en un colectivo, de Corrientes a Neuquén, la tranquilidad y la locura en Mar de Cobo; el análisis y la terapia de grupo. La felicidad de encontrarnos 15 años después con los sueños intactos. «Hay tantas cosas que se pueden complicar, pero antes muerto que dejar de soñar.»
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