2017
Generalizando burdamente, podés hacer música por amor al aplauso o por amor a la vida.
Te vas a las Altas Cumbres y mirás para arriba. Las montañas al sol sudan rocío fresco. La gota besa a la piedra, la moja, la penetra, la amasa, la amansa. La piedra es su mundo. Y sin quererlo, sin saberlo, la gota es río, monte, mar, mundo.
Entonces te volvés, cantando, como besando el viento para que suene, y ahí entendés que no te sale caminar sin una guitarra. Que sin darte cuenta, te parás a cada rato para aprender los ruidos del mundo, y que todos los viajes en bondi se te llenan de versos nuevos en la cabeza. Que el pecho aprieta si no escuchás una zambita con el mate, y el aire te hace huelga si no la cantás. Y que cantando con amigxs encontraste la receta de la revolución.
“Sí, la Tierra señala a sus elegidos, y al llegar al final tendrán su premio. Nadie los nombrará, serán ‘lo anónimo’, pero ninguna tumba guardará su canto.” Atahualpa Yupanqui.
A todos los seres que llenaron el 2017 de música y de vida y que seguirán ahí firmes, empujando nuestro horizonte, escribiendo nuestra esperanza… ¡Salú!
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