• La Guapusa

La Guapusa

2018

El año 2018 fue una gran caja de sorpresas, tanto en lo personal como en lo musical. Arranqué el año teniendo que soltar; el apego se cernía sobre mí como una inmensa sombra. Soltar y redireccionar así sería el resto del trayecto: Fallecía el 9 de enero mi tío Cacho García, un ser increíble que tuvo una gran influencia en mi historia musical. Músico de jazz (su inmensa pasión), compositor, arreglador y mucho, pero mucho mejor persona, era un pequeño Buda.

Andaba siendo como el mes de agosto cuando vuelvo a sentir en el cuerpo las energías de enero, el año me proponía a gritos, dos cosas importantes: movilizadores cierres de ciclos y hacerme cargo de mi ser en estado de arte.

Costó, mucho, muchísimo y hasta dolió, pero a la vez fue un trampolín para eyectarme vaya a saber hacia qué. Decidí transitarlo agarrada a la incertidumbre como bandera.

Cambié la piel y me despedí de espacios y personas.

El hacerme cargo de mi arte fue realmente muy conmovedor, porque fue a partir de la escucha y la devolución del otro que caí en la cuenta de lo que una puede llegar a generar cuando lanza la pasión y la emoción a través de lo que fuera que una haga, en mi caso el canto y la palabra. El boomerang volvió multiplicado y fue emocionante porque me dí cuenta desde el lugar que lo había hecho, ese espacio en el que una no espera nada y esta empapada de una inocencia casi infantil; es por eso que sorprende y lo que pueda llegar a venir es un inmenso regalo. Esa situación me puso en un lugar de decisión, esas decisiones que te cambiarán la vida para siempre.

Mi formación ha sido y es permanente, y de la mano de Clelia Romanutti y Cuca Becerra pude encontrar e integrar todas las mujeres que me habitan, o, al menos, las que he podido descubrir. La ancestralidad en mi voz llegó para quedarse. Ese viaje sonoro quedará plasmado (si el universo confabula) en un disco; esos hijos que tenemos los músicos que nos muestran cosas.

Tomé el desafío de incorporarme a un equipo de mujeres con la que estamos armando la banda sonora de un proyecto que lleva adelante Artistas a la Intemperie, un espacio cultural que es gestionado desde Río Ceballos de la mano de Aldo Mariani y Daniela Márquez.

Participé de una luminosa noche en donde el Tango derramó su impronta en las voces de mujeres cantoras, Tango Mujer fue un espacio que construimos juntas con Héctor Tortosa.

Y allí no terminaba esta caja de Pandora pues volví a tener seis años de edad cuando me reencontré con mi maestro de canto y guitarra, el maestro Néstor Rubén Álvarez. Entre anécdotas y nostalgias andamos ganas de plasmar una presentación con su inigualable ensamble de Cuerdas Guarnerius.

El remate de este andar andando vino cuando en diciembre me invitan a musicalizar la presentación del Libro del poeta Ariel Gustavo Máiquez, aglutinando el tango y la poesía, mis dos pasiones.

2018 fue un año en donde pasaron muchas cosas pero fundamentalmente siento que fue un año de desprendimiento, de alivianar para poder seguir, de arrojar en la inmensidad del océano una piedra que produjo una onda expansiva. Esa onda representa este 2019 lleno de proyectos e ilusiones pero fundamentalmente es un año donde ratificaré en cada acción creativa lo que significa para mi cosmovisión ser un verdadero artista, ese lugar desde donde nos paramos para decir y hacer.

¡Salud y vida 2019!

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