• La Farolera

La Farolera

2016

Migrando van canciones

La Farolera quiere reivindicar a la protagonista de la canción infantil con un grupo de músicos que trabaja y se prepara artísticamente para llevar músicas, ritmos, colores, momentos y emociones de las sierras a donde las posibilidades lo permitan. Abanderados de la cultura de Villa General Belgrano desde hace mucho tiempo, con otras formaciones y otros nombres buscan expandir sus horizontes, en principio a Córdoba Capital, que es donde los integrantes se encuentran estudiando y conociendo camaradas en la misma situación, para así ir creciendo. 

Durante el 2016 el repertorio amoroso y divertido de la banda sonó en distintos escenarios de la capital cordobesa como Urban Club, El Vecindario, Tresco y el CCEC (Centro Cultural España Córdoba), sin dejar de participar en los eventos más importantes del Valle de Calamuchita. También comenzó con la grabación de un primer material de 5 canciones que el 2017 lo va a recibir junto con otros tantos proyectos.

El grupo de músicos que integran «La Faro» se conoce desde hace más de 8 años, pero la banda lleva algo más de 2 años de trabajo en sus canciones. Por un lado hay temas que nacen de forma lúdica e improvisada cuando se comparte la composición, y por otro lado, está el encuentro individual con el instrumento y el papel, donde nacen más músicas y canciones. 

La Farolera es Marcos Ferracuti en batería, Nicolás Valle en bajo, Joaquín Nadra en guitarra, Simón Ferracuti en guitarra y voz, y Emilio Horrocks en voz.

«Es importante encuadrar este año porque está lleno de recuerdos, experiencias hermosas y de vivencias que nos llenan de aprendizajes continuamente. Pero fundamentalmente porque creemos que estamos aventurándonos a conocer nuevos y distintos paisajes, para lo cual esta etapa es y será un gran primer paso que alcanza las expectativas pero nos deja en un estado de inquietud que tira; patalea. Imaginemos.

El cuero de un arco tensándose firme, respirando. El cuerpo cede y se curva… Los brazos hacen su recorrido. El primero se pliega; el otro alcanza la altura, y casi totalmente estirado, termina oscilando suavemente en su posición. Es visceral, es orgánico. Todo sucede en silencio.»

Joaquín Nadra.

 

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