• Federico Ruiz

Federico Ruiz

Foto: Julieta Redondo.

2016

Haciendo un balance de este año lleno de intensidades, me pregunto qué me gustaría compartir de todo este tiempo y cuáles son las fronteras de lo personal y lo colectivo.

Entonces dimensiono algo: Este anuario es en sí un documento que construimos. Este ya es el quinto año y cada vez hay más músicos que participan, quienes viven la mayoría en la misma región, atravesados por su historia. Pero… ¿Qué región? La diversidad que hay en una región geográfica y la diversidad que conforma a su vez la región a nivel individuo es abismal. Tenemos en el anuario una región compuesta por miradas sobre un espacio-tiempo diverso, unidas por el hilo del hacer musical. Por lo tanto, hablar de individuos es otra forma de hablar del territorio que habita en ellos, y el que ellos a su vez, habitan. O, como dijera Yupanqui, el hombre es un paisaje que anda. Siempre mastico esta frase porque vuelve una y otra vez, de distintas maneras, encadenada a las experiencias que voy transitando.

Este año tuve dos experiencias de intercambio cultural maravillosas en Bolivia y Perú, en un viaje que marcó un antes y después en mi vida, y en Buenos Aires, en el Seminario Latinoamericano de Educación Musical organizado por el FLADEM, junto a gente de toda Latinoamérica, sobre todo de Brasil. Allí descubrí entre otras cosas, que lo que yo conocía como Capoeira, es lo que se conoce como Capoeria Regional, y que además existe el Capoeira Angola y que este es en realidad su origen. Capoeira Angola, como gran síntesis que me permito hacer en base a mi experiencia, es una región de raíz africana contenida en una práctica que vincula un montón de aspectos de una importancia vital de este pueblo, aunque menos visible que la lucha, la danza y la música. En todo caso, lo visible es además vehículo de lo invisible, y lo más maravilloso es que este sistema es una matriz que está disponible, una fuente al alcance y a la cual podemos acudir. La memoria de todo un pueblo permanece viva gracias a esta práctica que nació como resistencia y, como dijo el maestro, a veces, resistir es existir.

Nombro esto, porque me parece que es muy importante para la subsistencia de cualquier comunidad frente a la imposición de lógicas que tienen una relación para nada aleatoria con  intereses que tienen ciertos sectores por sobre la vida de las personas y su territorio. Las formas del arte siguen siendo algo mucho más extenso que el bien de consumo y entretenimiento que fomentan las grandes industrias, y todo esto tiene una correlación con el espacio que habitamos. De allí la importancia de defender los bosques que nos quedan, como también de ir al encuentro hacia esos lugares, de habitarlos y hacerlos carne en la música, sabiendo que ésta ha sido y es fundamental en la construcción de la trama social.

Este 2016 encontré en Sonar-asociación civil de músicos independientes- un espacio de participación, convencido de que es mediante la organización que podemos hacerle frente a las adversidades y suscitar transformaciones en pos de un bien común.

Nos deseo entonces que cada vez nos encontremos más, nos miremos más a los ojos y podamos trabajar conjuntamente para cuidarnos y cuidar lo que tenemos.

Para este 2017 cuento con un puñado de canciones propias con las que salir al encuentro y varios proyectos que involucran el estudio de la palabra, el cuerpo y la voz.

 

2013

Este fue un año en el que grabar significó para mí poner la intención de plasmar el amor que tuviera al alcance, apostando a la música y a la belleza. El proceso del disco grabado con Ale Drube Quinteto, “12 mil pinturas en el aire”, que conlleva un trabajo con las manos, en buena parte artesanal, involucró a muchas personas que, con su arte y voluntad, permitieron que se cumpla el encuentro y que la construcción del disco estuviese colmado de una energía hermosa, con momentos muy emotivos que no pasarán al olvido.

Agradecido de ser parte del quinteto y compartir vida y música con Ale Drube, Eugenia Meneghini, Julián Garbarino y Leandro Alem, así como con toda la gente partícipe en la construcción de un mundo mejor. Creo que este tiempo nos pide lo mejor de nosotros, cada vez más. Lo necesitamos y lo necesitaremos para lo que viene. Necesitamos creatividad y voluntad para llegar a buen puerto con todo lo que arrecia a nuestro alrededor y en nuestro corazón, que es un reflejo, y donde principalmente está la batalla.

Quiero decir que sin el trabajo interno necesario se hace difícil construir algo verdaderamente colectivo. Sin el trabajo interno necesario, a nuestras acciones las gobierna el miedo, con todas sus caras y formas, y nos aleja de la posibilidad de encontrarnos verdaderamente en el otro. Creo que debemos trabajar para ser más congruentes y honestos en todos los planos de nuestra vida, y que eso mismo redundará en una mejor vida y una mejor música.

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