2018
El 2018 fue un año de crecimiento y resistencia. Si tenemos que hacer una lectura general de la cultura cordobesa y de nosotres en ese contexto, no podemos dejar de tener en cuenta que asistimos al desmantelamiento de las políticas públicas en términos de derechos en general y culturales en particular. Esto ha afectado a las organizaciones artísticas independientes, no sólo por el cierre de espacios culturales, las dificultades de «llevar público» al teatro y el incremento del esfuerzo para lograr «vender» nuestras obras, talleres y propuestas en espacios que antes eran más sensibles a aceptarlas, sino porque hay una migración del caudal subjetivo, ya que toca salir «a buscar el mango» por donde se pueda y esto fagocita lo colectivo.
Por tales motivos, en materia de nuevas creaciones, el año pasado creamos junto a la banda musical “De a pie”, el espectáculo “Desde el Barro”, que fue la presentación del disco de les cumpas, “Barro”, una experiencia maravillosa de intercambio recíproco, en donde recibimos a artistas invitades para crear con nosotres. La fecha de presentación, estuvo atravesada por la lucha universitaria y tuvimos que posponer la fecha de estreno, ya que el Pabellón Argentina estaba afectado por las estrategias de lucha de les estudiantes.
Así de intenso el 2018: Frente a esto, resistencia en red. Resistimos como pudimos. Salieron otras estrategias económicas y pudimos palpar la red de hermanes artistas, educadores y gustadores de Munata, que sostuvieron y acompañaron propuestas alternativas que implementamos para poder realizar nuestra primera gira por Bolivia, al festival Fidaepa en la ciudad de La Paz, pagar nuestras salas de ensayos y comenzar a grabar la obra musical de «Sudamérica-Retratos danzados». Peñas, ventas de calcomanías, fiestas, obras y talleres a la gorra, fueron las estrategias que motorizamos para viajar y para seguir haciendo nuestro trabajo.
Esto último, «la gorra», es una de las estrategias que celebramos y que nos hermana aún más, con muches colegas con quienes militamos esta forma de economía consciente para que la gente pueda seguir accediendo a su derecho a la cultura desde un lugar de responsabilidad comunitaria y nos seguimos sorprendiendo positivamente de esta relación de intercambio recíproco y verdadero. La gorra no es menospreciar nuestro trabajo, no es arte gratuito ni de menor calidad, es sensibilizarnos con el presente y acompañar este momento de crisis desde nuestro trabajo.
Nuestro plenario de cierre de año, fue determinante: seguir creando colectivamente, mantener y fortalecer esta red de solidaridades y resistencias, abriendo espacios públicos de disfrute e interacción artística. Si nos cierran los teatros, ¡a la calle!
A la crisis, organización, creatividad, arte y mucho amor.
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