• Claudia Santos

Claudia Santos

2020

Foto: Mónica «China» Medina.

“Un año de mierda…”

“Un año en pausa…”

“Un año para olvidar…”

“Un año caótico lleno de fracasos y aprendizajes…”

“Un año para salir mejores y fortalecidos…”

¡Escuché y leí todas y cada una de estas descripciones “cliché” para este 2020 que se va! Y comenzar este texto mencionándolas se convierte en el menos original inicio de este nuevo balance, aclarando desde ya que no acuerdo con ninguna de esas afirmaciones.

Francamente, y a pesar de mi testaruda manera optimista de ver al mundo, no creo que seamos mejores después de esta experiencia mundial. Es verdad que esta crisis dio visibilidad a muchos aspectos olvidados por hombres y mujeres en cada rincón del planeta y en todos los ámbitos donde se desarrollan nuestras actividades y cultivamos nuestras relaciones. Por eso mismo es que sólo puedo creer en la capacidad humana para aceptar la belleza caótica de la vida, como algo inevitable y como parte de la propia existencia.

Ahora bien, esta “aceptación” no tiene aire de derrota ni de evasión. Todo lo contrario, siento que lo que estamos viviendo hoy ha sido y es un estímulo para comprendernos como personas, alentando la definición de nuestra identidad y vocación… Al menos para aquellos que como yo, ya en la medianía de la edad, sólo insistimos en la búsqueda de caminos y propósitos.

He participado de este anuario en otras ocasiones, pero este año lo hago por primera vez plantada desde mi individualidad. Antes lo he hecho desde mi doble rol de artista y comunicadora de un proyecto artístico casi simbiótico que decidimos (de a dos) rubricar con nuestros apellidos: Rivera y Santos… En este rol, he sido la voz de esta dupla compositiva, no sólo para escribir las letras y cantar nuestras canciones, sino también para contar todo lo relacionado con nuestra producción y proyectos. Y no quiero en este anuario repetir este esquema.

Que hayamos tenido que detener el ritmo de producción o viajes, fue un freno insoslayable. Se postergaron grabaciones y las giras quedaron pendientes con fecha indefinida. Y aunque es verdad que pudimos mejorar nuestra presencia en las redes, o realizar un par de shows por streaming desde escenarios preparados técnicamente para ello (agradecidísimos por eso con el Centro Cultural La Piojera, Radio Nacional y la Agencia Córdoba Cultura), debimos recurrir a nuestros talentos y experiencias personales para “salvar” el año, económicamente hablando.

Sin embargo, este “parate” en el trabajo conjunto abrió nuevas puertas y permitió el nacimiento de otros proyectos y la construcción de nuevos vínculos que me hicieron sentir de pronto que el mundo nos daba nuevas oportunidades en medio del caos.

En un año donde se abortaron tantos proyectos, pude parir “Músicos TodoTerreno”, mi canal de YouTube y página web, diseñados para compartir experiencias de gestión con colegas músicos y gestores independientes. También dentro de este proyecto nació un ciclo de entrevistas con artistas y gestores consagrados, que me sorprendieron por la disciplina y enfoque de trabajo, y sobretodo por la generosidad de entregar su tiempo y amplitud de conceptos.

Como Claudia Santos, he aceptado invitaciones de otros músicos para colaborar como intérprete en sus proyectos (qué hermoso es que los colegas te inviten a participar!) y también he recibido invitaciones para escribir para terceros (lo que encontré sumamente desafiante), he participado de algunos podcast sobre cultura y también brindado alguna que otra masterclass y/o webinar sobre gestión en la industria musical organizados en otros países de América.

He escrito, he estudiado, he aprendido a utilizar nuevas herramientas, me he enfocado en el desarrollo de muchos aspectos que hasta el momento no les había otorgado el tiempo para crecer. Y estos nuevos espacios (que incluyen terminar el año con oficina y domicilio nuevo) llegaron para quedarse, porque en definitiva terminan (¿o empiezan?) siendo el corolario de muchísimos años de trabajo multidisciplinario.

Mis experiencias profesionales previas de más de 20 años, antes de lanzarme totalmente como artista independiente en 2014, son disímiles y complementarias (turismo, entretenimiento, editorial y construcción) y en distintas áreas de gestión (gerencias de marketing, ventas y comunicación).

El 2020 trajo para mí la posibilidad de alcanzar una síntesis perfecta de toda una vida de trabajo, elecciones y disrupciones, y siento que en el 2021 volveré a nacer, justo el año en el que cumpliré 50 años.

En lo personal, 2020 fue un “re-set”, una puesta a punto, un año para identificar fortalezas y trabajar las debilidades. Una especie de “borrón y cuenta nueva” con la ventaja de haber andado ya muchos caminos. Parece mentira ver día tras día cuántas ideas viejas hay disfrazadas de “ideas nuevas”.

Reconozco que en los primeros meses de este año estuve en shock. Pero también estoy convencida de que será muy difícil volver a sentir la parálisis cuando me enfrente a otra situación inesperada tan gigantesca como ésta. El Covid-19 me sirvió para comprobar algo que ya sabía fehacientemente: detrás de cada barrera hay un mundo para explorar: Saltar la barrera, o atravesarla, es el desafío y el mundo que se extiende más allá es el estímulo. Vuelvo a sentir las ansias de vivir la aventura tal como cuando era chica, cuando devoraba ferozmente libros de aventuras y fantasías que a lo largo del tiempo y muchas veces pude hacer realidad.

Para el 2021 (y de ahora en más, como siempre pero con más energía y determinación) sólo tengo una expectativa: trabajar en el desarrollo de proyectos, compartir experiencias, florecer en canciones y rodar en el mundo de todas las formas y en todos roles posibles… ¿No será mucho? No importa. Tengo un propósito, tengo planes y ¡me siento a pleno!

Definitivamente, el 2020, no fue un año para olvidar.

 

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