Pablo Carrizo

Pablo Carrizo

2021

Foto: Hugo Suárez.

Todos los ríos son provisorios

Este viento es ceniza que viene. Una íntima ladera ahora se deshace en la crin de nuestras narices.
Huele un alambre rojizo cortando la yema reseca de los overos. Huele el sinuoso naranja amarillo y la escara marrón del desierto que queda.
Un ojo que saliva: pájaros confundidos que refrendan la distancia.
La estación es tierra que atiza el ahogo: agosto llegó hasta octubre y las flores no alcanzaron a soltar agua.
Vienen asperezas y hambre. La mitad de las niñas de aquí se llagan la ternura. Una inversión: un campo a diario verdísimo, saunas reservados, golf, copas bruñidas.
Muge una tormenta que no tiene piel, ni mesura, ni tiempo: la deseamos. Como una emoción en ramas hacia abajo.
La deseamos: todo sería soto en la tormenta. Dentro del silencio anterior a la lluvia se asentarían hendijas de rumor, el ensemés del rayo, la gota opaca, una sonrisa que mana, una herida con edad.
Todos los ríos son provisorios.
Las estrías de una lengua nocturna: el desigual sentido de la flor.
La tormenta que deseamos no alcanzaría.
Valles de cielo, nuca de estampida y remanso.
Este viento no para de venir.
Una espiga de piedra nos repercute.
La música no se queda

Hay siempre silencio en el prejuicio.
Aun con ventiletes, metáforas y diminutivos, los prejuicios se transparentan y hacen ruido mustio en los posibles intercambios.
Siempre silencio si hablamos con nuestra boca y escuchamos con nuestra boca.
Siempre ahogo, aunque digamos cosas bonitas y nombremos el agüita o la nubecita o citemos con nuestra firma el remendado verso que leímos siempre: la canción que tranquiliza nuestra superioridad.
Hay silencio cuando se mueve pulpa sobre un mismo hueso de prejuicios. Si la savia se cerró en madera, ya es piedra de árbol, ya es ceniza.
Afuera de nosotros hay otras personas, otras gramáticas otra piel de adentro otra raya en el iris otro vaivén huida y reticencia.
Solo con otras personas es posible imaginar una conversación: otra mesa otro pulso de marea otras corrientes. La música no se queda.
Acaso en la fantasía, al menos, haya un espasmo más abierto.
Tanta postura correcta -su morral instagramero vendelike- nos está dejando sordos, o sea, mudos hacia dentro, o sea ciegos hacia afuera. Nos estamos dando el abrazo a nosotros, nos damos miel en la miel, nos atraganta una inundación de hielo.
Señalar en otros nuestra ceguera nos despoja de melodía.
Por favor digamos un ardor un error una inconsistencia algo que ignoramos: escuchemos morir a la flor. Resiembra.
Abramos en la espesura. Por avenidas ya caminaron otras personas: ya camina la quietud.
Partir los mapas y dar lo oculto. Otro ritmo para esta época retocada. Otra tonada una posibilidad de herir lo compacto hacer cicatriz de tajos ubrir la sangre: cursar.
El adjetivo preciso repite, cerrado, el desencuentro.
La falla mueve lo que movemos.
La memoria sucede con alguien distinto.
Abrir ampara.

Pablo Carrizo – Poeta.