Ivana Altamirano

Ivana Altamirano

2018

Foto: Rosario Villarreal.

Para hablar de lo más destacado del 2018 voy a empezar por lo macro y lo meso, con eso me refiero a los movimientos de mujeres que cobraron fuerza no sólo a nivel nacional sino a nivel local. La producción discursiva y estética en torno a problemáticas asociadas a la violencia de género, a las desigualdades sociales que atraviesan a las mujeres especialmente de sectores desfavorecidos y segregados, la lucha por el derecho a decidir cuándo ser madre y por la despenalización del aborto que tantos debates suscitó, son cuestiones que se destacaron en el año que pasó. Creo que fue un contexto que de alguna manera, en la ciudad de Córdoba y en el campo teatral, tornó necesario y urgente la realización de “Una escena propia”, que fue el encuentro nacional y federal de directoras provincianas organizado por un equipo de directoras cordobesas de intensa trayectoria.

También se armó un colectivo de Actrices Cordobesas en diálogo con la construcción de un movimiento federal de actrices.

En otro orden pero relacionado con la coyuntura social y política que atraviesa nuestro país y me atrevo a decir también a la región latinoamericana, tiene que ver con la profundización de las desigualdades sociales y el debilitamiento de una serie de derechos conquistados que parecen, en estos tiempos, pender de un hilo. El aumento de los servicios e impuestos, la pérdida de fuentes laborales, el cierre de pymes, los desplazamientos migratorios en masa como la “caravana migrante” nos muestran un panorama crítico a nivel de Derechos Humanos. De hecho en la Ciudad de Córdoba ahora estamos recibiendo una nueva migración proveniente de Zenegal, Colombia, Venezuela entre otros, que se suman a las comunidades migrantes de Bolivia y Perú que llegaron en otros períodos históricos pasados.

En el 2018, en nuestro país perdimos un Ministerio de Cultura que pasó a transformarse en Secretaría, lo cual implica un menor presupuesto y por ende menos proyectos que ayuden a revertir o achicar la brecha entre quienes tienen más acceso a las prácticas y producciones culturales de quienes directamente no las tienen. También menos presupuesto y políticas de fomento a la creación y favorecer el trabajo de las/os/es artistas. Ni hablar de que pasamos de tener un Ministerio de Educación a tener uno de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, así todo junto a la fuerza como símbolo del recorte y como una manera de decirnos que esos grandes campos del saber y el conocimiento representan un gasto más que una inversión a nuestro capital cultural nacional. Este contexto, en Córdoba impulsó la creación de redes de sostén, de aguante, de acompañamiento y resistencia que en el campo teatral yo lo encontré -y encontré un lugar desde donde expresarme con otras/os/es-, en el colectivo Teatristas en Acción que a fin de año, junto a la Red de Salas y el colectivo Jóvenes Teatristas al que se sumaron otros colectivos de artistas, llevamos adelante el “Artistazo” por los recortes que se vinieron dando en nuestro sector. Pero hubo además otros colectivos, otras organizaciones sociales que intentaron paliar la situación crítica que estamos viviendo con tanta pobreza y gente sin trabajo.

Fue un año intenso, una trata de encontrarse con otras/os/es para intentar construir algo, acá empiezo a hablar de lo micro: de la situación de la infancia en nuestra ciudad y particularmente de las/os/es niñas/os/es con quienes me encontré en la escuela. Como docente de escuela pública semanalmente me encontré en aumento, con relatos y vivencias de los más desgarradores y tristes productos de la pobreza, desatención y abandono del Estado para con la infancia y la juventud, y en particular de ciertos barrios de la ciudad de Córdoba. Pareciera que ahora la pobreza y la delincuencia a nivel nacional se quieren combatir con la baja de la edad punible como si sirviera para revertir las causas que llevan a un niño o joven a delinquir. En ese sentido las políticas sociales, educativas y culturales tienen mucho para aportar. En fin, podría seguir hablando mucho de esto, ¡supongo que tendré otras oportunidades y espacios para explayarme sobre el tema!

Volviendo a lo micro, a nivel personal y profesional en el 2018 un espacio y lugar para mí fue y es altamente significativo, no sólo por los aprendizajes y lo producido, sino por los vínculos. Estoy hablando de ¡Characachumba!, el taller de teatro para niñas y niños que desde el año 2010 vengo coordinando y sosteniendo en el Centro Cultural Alta Córdoba. Cada año me llena de gratificaciones gracias a las familias, niñas y niños que forman parte y también por quienes llevan adelante la gestión de ese espacio aún con las adversidades que puedan suscitarse. Me refiero especialmente a Ana y Nancy que hacen un trabajo de sostén importante para que los talleres y las actividades funcionen y el Centro Cultural sea un espacio real de encuentro comunitario de la vecindad de barrio Alta Córdoba y aledaños. En ese sentido, volver a apostar en el 2018 a albergar allí a Teatro para Rato -ciclo de espectáculos para toda la familia- por el que pasaron un montón de grupos de teatro de Córdoba y familias que asistieron cada sábado, son una prueba de ello.

Teatro para Rato es otro espacio de sostén cultural que encontré, lo organizamos con otras colegas sin saber cómo funcionaría y la verdad es que la participación del público y los grupos de teatro que pasaron por el ciclo nos demostraron que era necesario instalar una actividad así en el barrio.

Ojalá este año la gestión actual del estado municipal incorpore más personal en el Centro Cultural Alta Córdoba en beneficio del espacio, su comunidad barrial y la comunidad artística en general. Digo esto porque ya hace un par de años que se achicó la cantidad de personal por pases a otras oficinas o dependencias, jubilaciones, etc. lo cual tornó muy difícil seguir ofreciendo el mismo servicio amplio y abierto sostenido por pocas personas.

Mi deseo es que la gestión de gobierno actual promueva la incorporación de más gente al Centro Cultural Alta Córdoba, con ganas de construir colaborativamente a partir de lo ya construido, y de trabajar en equipo por la ampliación de derechos culturales del barrio.

Ya casi cerrando con estas palabras tejidas y siguiendo con lo micro, no puedo dejar de nombrar el proceso de creación de “Alondra” un espectáculo que aborda la migración infantil desde el teatro de cartón, la narración oral y el lenguaje musical. Esta obra fue dirigida por María Laura Gallo y contó con la participación de artistas tales como Francisco Malbrán, Camila Piñero Gallo, Laura Demarco, Miriam Lesin y Matías Unsain. Un antecedente importante de este proceso de creación/exploración fue el trabajo con el grupo Kika Producciones de Río Cuarto, con quienes pude tomar un seminario-taller de teatro de papel gracias a una beca del Instituto Nacional del Teatro y al que Laura Gallo se sumó.

Por otro lado, otros espacios importantes para mí como artista son Chíngaras Teatro al que en el 2018 se incorporó Cintia Brunetti continuando de alguna manera con la incorporación de nuevas integrantes como fue Agustina Márquez en el 2017. También otro espacio y grupo que no deja de enriquecerme como artista y como mujer es Historias para Espiar, el colectivo de teatros en miniatura que formamos con Mara Ferreyra y Yanita Pérez.

¿Qué deseo? Deseo que en el 2019 “Alondra” vuele por distintas geografías, culturas y pasajes; que Chíngaras siga creciendo artísticamente y que Historias para Espiar sevfortalezca. En definitiva que todas las integrantes de esos grupos podamos seguirvtrabajando de lo que nos gusta que es hacer teatro en sus distintas formas. Creo que formar
parte de estos colectivos y haber llevado adelante Teatro para Rato junto a colegas como Ximena Silbert y Rosario Villarreal, se debe a que la actividad teatral cordobesa es amplia, prolífica y dinámica. También a que el teatro aún conserva el sentido que tuvo en sus orígenes: el de la reunión comunitaria, de la celebración, de la fiesta, de la necesidad de querer contar nuestras historias y transmitirlas a otros/as/es. En el caso del teatro para la infancia, de transmitir el legado cultural a los más nuevos que son las/os/es niñas/os/es.

Mi último deseo entonces es que en el 2019 el teatro de Córdoba siga creciendo, que nos sigamos encontrando como comunidad teatral y con los distintos públicos, especialmente con los públicos que por distintos motivos les resulta difícil el encuentro con el teatro. ¿Será que estoy deseando demasiado? Bueno, es lindo desear; los deseos en definitiva son los vientos que nos impulsan a seguir navegando, o remando en la inmensidad del mar de la vida.