Guillermo Baldo

Guillermo Baldo

2016

El 2016 fue un año de reposiciones, un año de viajes y movimiento, de no terminar de llegar para volver a irme. “Cerdas. La cuarta casita”, “Mi propio jardín de flores rojas” y “Neva”, funciones en Córdoba Capital, Santa Fe, Montevideo, San Salvador de Jujuy, Río Cuarto, San Francisco, Villa Allende, Villa María y Las Varillas. Todas las semanas viajar a Buenos Aires para tomar clases con Román Podolski y ensayar una obra, dar un seminario de actuación en Uruguay dentro del marco del Festival de Teatro para el Fin del Mundo, exponer en el Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino en Buenos Aires, en las Jornadas de Investigación en Artes del CEPIA en Córdoba y ser uno de los seleccionados de todo el país por el comité de la Bienal de Arte Joven del Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires) para participar del Enciende Bienal.

El 2016 fue sin duda un año de muchísimo movimiento y de dolorosas despedidas. Un año de muchísimo aprendizaje. Creo que también, como suele pasar en tiempos turbulentos, fueron meses de tomar un poco de distancia y pensarnos como artistas y hacedores del teatro. Un año en donde crecieron y se multiplicaron los espacios de encuentro, porque los necesarios y verdaderos cambios no se construyen en soledad.

Entendiendo al teatro como un arte colectivo, y colectivo no porque se haga “entre otros” sino “con otros”, es que nos deseo que el 2017 nos encuentre en todo momento trabajando “con otros”, inventando vínculos, relaciones, planeando viajes, concretando proyectos, cumpliendo deseos, cerrando ciclos y abriendo nuevos caminos.