• Gaby Beltramino

Gaby Beltramino

2016

¿Que determina que un año sea mejor o peor? Creo que la percepción. La manera de mirar.

Siempre, todo es remolino,

Y altibajo,

Y ciclón.

Siempre.

Sólo nos queda elegir cómo ver.

Este año, el miedo mordió mi piel con una insistencia feroz, muchas veces, y el monstruo gris que me habita me dijo otro montón de veces que no iba a poder, que en verdad ninguna de mis decisiones era clara, que no sabía ni qué deseaba, y que, así, ningún puerto me recibiría con alegría. Y yo empacando en mi mochila todas mis ganas de animarme, de elegir caminar con amor, todos mis sueños de salirme de contexto a ver quién me permito ser sin miradas comunes, opiniones sesgadas ni definición alguna de quién soy más que una mujer que siente fuerte y tiene mucho para transformar.

Este año atravesé las barricadas de espinosas hiedras, a pesar de sus filos y de los monstruos, y el hilo de luz que siempre me muestra por dónde ir, me condujo a grandes maestros que me hablaron del afecto, de dejar atrás la melancolía que nos estanca, de permitirse estar en el puesto de observador, sin tanta presencia activa, porque a veces toca estar en la línea de salida y no en la meta final. Me hablaron del permiso que hay que darse, de la importancia de decidir por uno y no esperar que los demás decidan o cumplan sus promesas, de la debacle necesaria de la moral limitante, y de las miles de formas que hay de amar, de decir, de hacer el arte y el mundo.

Este año descubrí mi hipocresía, mi vergüenza, mi exaltación, mi descontrol. Quise cosas a las que en verdad no me animaba, creí que quería cosas que no quería en realidad, me alejé de cosas que creía esenciales, y me cuestioné todo lo que soy. Comprendí el remolino, me subí de nuevo a su lomo en lugar de resistirme.

Este año, ya casi con todo mi cuerpo fuera del muro venenoso, muchas mujeres me tendieron su mano, me mostraron un camino rosa y oro, de verdad y alegría, de valentía y cuidado, me enseñaron sobre la hermandad y la verdadera búsqueda de sanación que a todas nos atraviesa. Nunca me sentí tan verdadera, tan rodeada de mi gente. Gente de todos colores, de todo lugar, de todas las artes. Cuando mi esencia brilló completa, disponible, el afuera me reflejó esa misma verdad.

Este año, recibí los frutos de la transformación, encontré el lugar al que mi intuición me guiaba. Respiré el aire ameno y perfumado de la quietud. Abrí los ojos y el amor me esperaba para construir un hogar, con olores deliciosos, y plantas coloridas. Ventanas amplias y paredes sólidas abrazaron el encuentro, el aprendizaje, la comunión de almas que desean y aman.

Entonces, este año fue horrible, o fue hermoso. Fue atemorizante, o liberador. Fue en soledad, o fue en preciosa compañía. Fue de extravío, o de búsqueda. Fue de lágrimas o de elevación…

Fue como yo quise que fuera.

 

2015

Pienso

En la impensable cantidad

De brechas, Inmensas,

Desafiantes,

Desesperantes,

Asfixiantes,

Brechas Oscuras,

Húmedas,

Putrefactas

Que se nos presentan a algunos

Entre lo que deseamos

Y nuestras verdaderas circunstancias;

Entre la vida

Y su sentido, que parece huir de nuestra ridícula humanidad;

Entre querer estar en este mundo,

Y el para qué;

Entre lo que te pide despóticamente el carrusel del sistema,

Y lo que tu cuerpo puede resistir;

Entre querer amar cada parte de vos

Y sólo lograr hundirte en esa crítica que destruye;

Entre lo fácil que se ve la vida de otros privilegiados,

Que ya tienen resuelto

Su sueño,

Su dinero -o su «esponsoreo»-

Sus métodos,

Su dios,

Su foco,

Su manera feliz de ser…

Y vos,

Que gastás

Cada gota de energía

Sólo en poder seguir de pie.

La insoportable brecha

Entre el amor a la vida

Y la desgarrante dificultad de cada día

Para vivirla.

Siempre que intentemos ser algo que no es nuestra esencia, vamos a fallar. Capaz no le fallemos al sistema, capaz hasta se agradezca y se festeje nuestra capacidad de pertenencia, pero nos fallamos a nosotros, le fallamos a la verdad. A nuestro ritmo, a nuestro tiempo, a nuestras maneras propias.

El mundo es hermoso, pero los humanos tenemos miedo. E inventamos cosas para distraernos del miedo, agrupándonos, generando modas, lugares de pertenencia, costumbres, estereotipos… Hay muy pocos valientes. Hay muy pocos artistas.

¿Un deseo? Que el arte, como alud imparable, ahogue al banal entretenimiento. Que la verdad venza ante la pavada y la hipocresía. Que asumamos nuestra humanidad con cada gota de perfección y cada espantoso y avergonzante defecto. Que nos animemos a ser feos, defectuosos, ceros a la izquierda, y verdaderos. Que dejemos de alimentar lo que nos destruye como individuos, lo que anula el estilo y lo personal. Que seamos todo lo que somos hasta explotar de gozo, y que el resto sólo exista.

Porque hay que acortar las brechas. Porque somos todo lo que necesitamos. Porque todas las respuestas están siempre adentro. Porque hay que amar, no tener miedo. Amar el error y la diferencia, porque eso es la verdad.

Y trabajar hasta el cansancio por ser nuestra verdad y por abrazar la del otro. Porque la vida bien vivida cuesta, pero vale cada lágrima y cada gota de sudor.

 

2013

Termino este año con una sensación de latencia. Pasaron muchas cosas: nacieron niños, murieron grandes personas, se amó mucho, se odió demasiado… Pero siento que el gran cambio está ahí, esperando.

Fue un año en el que nada de lo que planeé salió como quería. Lo que quise realizar no llegó ni a la mitad del proceso. La puerta que quise cerrar fue un pasaje a otro mundo, nuevo e increíble.

Lo que creía que no estaba preparada para empezar, nació y floreció de una manera inexplicable…

Aprendí cosas, muchas.

 

2012

Hay años en que nos sorprenden las tormentas. Livianas o intensas, hay lluvias que parecen no dejarnos ver. Pero es sólo entonces cuando aprendemos a escuchar el silencio que aflora entre tanto ruido; ese silencio necesario.

Este año me tocó aprender que las pausas son una parte importante en la música. Detenerse es permitirnos escuchar más allá. Hay que saber detenerse. Y saber escuchar.

También aprendí que a pesar de todo lo que el mundo nos quiera enseñar, la única verdad está en nuestros sentidos; en lo que vemos, oímos, tocamos, olemos, gustamos… Debemos confiar más en ellos, y dejar de teorizar lo inexplicable. La prevalencia de lo simple, de lo esencial, que se escuchará en cada nota que hagamos sonar.

Mis deseos: que corra el agua de nuestras nubes, que las tormentas se desvanezcan y que la luz brille con más intensidad. Que venga con ella la paz, el amor y la creatividad.

¡Muchas felicidades a todos!

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