Primera entrega

Reseñas sobre discos que podés bajar libremente

27-05-2011 / Cultura
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Iniciamos una serie de comentarios sobre obras publicadas gratuitamente en la web. En la primera entrega: “Por algo será. Música x Derechos Humanos”


Reseñas sobre discos que podés bajar libremente

Por | redaccion351adm@gmail.com

Tapa del disco
“Por algo será. Música x derechos humanos»
Participan: Cecilia Zabala, Lisandro Aristimuño, Pablo Dacal, Gabo Ferro, Flopa, Gepe (Chile), Pablo Grinjot, Seba Ibarra, Dario Jalfin, Juanito el cantor, Pata Kramer (Uruguay), Tomás Lebrero, Lucio Mantel, Gastón Nakazato, Páramo, Juan Ravioli, Julieta Rimoldi, Andrés Ruiz y Valle de Muñecas. Producido por: el Instituto Espacio para la Memoria, curado por el Área de Música del Centro Cultural de la Cooperación y el Club del Disco.

 

Por Pablo Hamada | phamada@redaccion351.com

Una compilación de estas características era inminente. Sólo faltaban dos factores para convertirla en realidad: un editor y una excusa. Con respecto al primero, la dicha hizo que El Club del Disco y el Centro Cultural de la Cooperación de la ciudad de Buenos Aires convocaran a un puñado de grandes artistas jóvenes, independientes y con una trayectoria ya indiscutida.

El motivo fue más que suficiente cuando en marzo pasado se cumplieron 35 años del golpe militar más cruel y asesino que tuvo nuestro país. La conmemoración dio el marco a una obra que parece materializar un rito de pasaje. Si hasta ahora la memoria y la lucha por la justicia venía siendo encarnada por músicos pertenecientes a la misma generación de los desaparecidos (León Gieco, Victor Heredia, Mercedes Sosa, Charly García, y otros), este disco es un reconocimiento al trabajo que viene haciendo una generación contemporánea a la de sus HIJOS.

Desde hace tiempo, artistas como Lisandro Aristimuño, Juan Ravioli, Tomás Lebrero, Gabo Ferro, Cecilia Zabala y Pablo Dacal han dejado de ser una promesa. Sus trabajos los inscriben en el inicio de una búsqueda por los costados intimistas de la canción, género del cual se han apropiado definitivamente. La experimentación trazó el recorrido. El juego dialéctico entre la destreza y la sutileza los ha impulsado para decir lo que dicen.

El disco tiene momentos marcados por los modos en que cada músico interpreta el sentido del pasado, el presente y la memoria. Gabo, en Porque no llorás un poco, asume un tono imperativo y reclama la necesidad de bajar la guardia para dar lugar a las sensaciones, sean estas proclives al llanto o a la danza. Cecilia Zabala, en cambio, hace gala en Vientre de un folklore que hecha luz y promete que “las semillas nuevas crecerán otra vez”.

Mi memoria, de Lucio Mantel, es la canción que más interpela al tema del disco. La complejidad de la reconstrucción se pregunta por su misma fragilidad, por la posibilidad de moverse “nadando en el sueño que la hizo escombro”. Lisandro Aritimuño también señala huellas de un testimonio en Greenlover, al ponerse en la piel de un hombre que dice “hoy vienen por mí” y cuyas posesiones no son más que libros, canciones de Luis, un reloj de papá y la fe de volver.

Un silencio de acá es, quizás, el punto más alto de esta compilación, en el que Seba Ibarra pone en primer plano su voz sobre una textura de teclas, vientos y clicks electrónicos que hablan de los vencidos, de la ciudad y del vacío.

Una compilación de obras siempre opera como marca de época. La nuestra no elude los recursos de la industria en torno al formato de obra colectiva. Una explicación puede identificar declives en la creatividad de los grandes. Pero será mejor acercar la mirada al tiempo de una generación nueva, a voces que tienen mucho más para cantar sobre el pasado reciente, desde lugares más diversos y hasta inexplorados.

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