Educación

De recortes y otros demonios

26-05-2016 / Palabras Pesadas, Política y Sociedad
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Una perspectiva acerca de la resolución dispuesta por la Administración Nacional sobre el presupuesto educativo 2016.


De recortes y otros demonios

Por Tefi Nosti.

Un gobierno que relega la educación es un gobierno que no apuesta a su pueblo. Un gobierno que considera innecesario, poco estratégico o un gasto, aquello que constituye un pilar social fundamental como lo es el derecho a aprender, es aquel pensado para la opresión. Un gobierno que no conceptualiza ni dimensiona que la educación constituye un valor fundamental para erigir la libertad y el empoderamiento de sus sujetos, es porque no comprende el valor de cada uno de ellos.

La decisión de la gestión del macrismo de no girar más de 800 millones de pesos de los que disponía la Jefatura de Gabinete del Tesoro Nacional para universidades nacionales, centros culturales y de enseñanza y sociedades sin fines de lucro, constituye una nueva medida errante. Estos fondos que se redireccionan de manera fantasmagórica para la “asistencia social” de las provincias, da a pensar qué tanto se “asiste” a las provincias si no se piensa a largo plazo, si se opta por paliativos en lugar de proyectos integrales sostenidos en el tiempo.

En un contexto de cambios radicales que hacen virar el modelo económico, político y social estructuralmente, no es de extrañar que la educación también adquiera un peso distinto. La situación incierta de los CAJ y los CAI, la reducción presupuestaria, los discursos meritócratas, todo  lleva a considerar que quienes puedan pagar una universidad privada van a seguir haciéndolo, y que los demás… Verán cómo se las arreglan.

Bajo la promesa de un porvenir mejor para todos, los que no se ven afectados por los cortos plazos, pierden cuidado en aquellos para quienes los centros de aprendizaje no sólo conforman espacios para adquirir conocimientos (por lo tanto nutrirse, formarse y  tener herramientas), sino que además constituyen un vehículo de poder, de emancipación y de contención.

La importancia de educar, sobre todo en un territorio sometido al colonialismo tradicional y moderno bajo sus múltiples formatos, como lo es América Latina, radica en la conformación de lo que el pedagogo Enrique Bambozzi llama: “El desafío de construir condiciones socio históricas donde los otros  -todos los otros y no algunos- puedan habitar, y al menos protagonizar la emergencia de futuros dignos y no de destinos pre-fabricados”.

Relegar las prácticas de enseñanza es relegar al pueblo y su poder de autodeterminación, contribuyendo  al vaciamiento intelectual  y a los componentes sociales y comunitarios que giran a su alrededor.  Como sostiene Fernando Savater, educar es creer en “la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidas y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento”.

Un gobierno que renuncia a la educación, renuncia al porvenir de aquellos que gobierna.