Megacausa La Perla – Día 100

Juicio Menéndez III: luego de 100 audiencias, la lógica del Terrorismo de Estado queda al descubierto

20-11-2013 / Política y Sociedad
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Mediante el sistema de videoconferencia declaró, desde Italia, Norma Victoria Berti, sobreviviente de La Perla. También brindó testimonio Eduardo Waquim, cuyas hermanas fueron asesinadas en la dictadura.


Juicio Menéndez III: luego de 100 audiencias, la lógica del Terrorismo de Estado queda al descubierto

Fotografía: gentileza Manuel Bomheker

La audiencia comenzó con una video conferencia desde el Consulado Argentino en Roma. La testigo fue Norma Victoria Berti quién estuvo secuestrada días en el Centro Clandestino de Detención La Perla.

El 11 de noviembre de 1976, Norma caminaba junto a dos amigos por calle La Rioja. Inesperadamente, un grupo de personas vestidas de civil bajaron de dos vehículos y los interceptaron de modo violento. “Teniendo en cuenta el contexto de aquellos años, fue el susto más grande de mi vida”, recordó Norma.

La testigo narró que su primera reacción fue intentar escapar, tropezó y sintió como se abalanzaban sobre ella. Al momento de su secuestro tenía 22 años y militaba en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO).

Los tres jóvenes fueron introducidos en el baúl de los autos y trasladados hacia lo que, posteriormente, Norma supo que era La Perla. “Soy tratada en forma brutal y me separan de mis amigos. Sé que en un momento me confunden con otra persona que estaban buscando, posiblemente a mí no me buscaban. El objetivo del secuestro era mi amiga. Fui una presa inesperada”, aclaró.

La testigo fue interrogada en medio de maltratos físicos y psicológicos. Reconoció que el hombre que la interrogaba era muy alto y de gran contextura física. “Me interrogaron durante horas sobre mis amigos y actividades. Me preguntaban por mi hermano, que según ellos pertenecía al PRT”, comentó.

Al día siguiente, fue llevada a “la cuadra” en donde pudo observar el estado en el que se encontraban los detenidos en ese lugar. Al consultarle a un gendarme sobre la situación de esas personas, éste le dijo que «también eran detenidos pero que no iban a tener la misma suerte que ella».

La noche siguiente a su captura, norma fue llevada a una oficina en donde un interrogador le pidió que se sacara la venda. La persona que tenía en frente se presentó como Guillermo Barreiro, quién le dijo que no sabía cómo había llegado ella ahí, que no tenía nada que ver.

“Recuerdo que me hizo mirar un organigrama de organizaciones políticas. Me dijo que todos los nombres que estaban marcados con rojo ya estaban muertos y a los otros los estaban por agarrar”, recordó.

Esa misma noche fue llevada al Centro Clandestino La Ribera en donde estuvo detenida tres o cuatro días hasta ser traslada a la Cárcel de San Martín. “En el penal estuve hasta septiembre de 1977, momento en que me trasladaron a la cárcel de Devoto”, narró.

Norma estuvo detenida en Devoto, sin causa alguna en su contra, hasta mayo de 1979. Luego de recuperar su libertad, decidió voluntariamente exiliarse en Italia.

“Me fui al exilio porque no quería vivir en un país en donde se respiraba el mismo aire que respiraba esa gente. Un país en donde se respiraba muerte”, concluyó.

 Eduardo Waquim

La familia Waquim pertenecían a la colectividad árabe y se desempeñaban en el sector de comercio. Norma y Gloria, hijas de la familia, fueron secuestradas la madrugada del 7 de enero de 1976.

Eduardo, hermano de las mujeres secuestradas, contó que ese día habían viajado a las sierras para pasar un día de campo familiar.

«Volvimos a la noche y veníamos contentos porque habíamos pasado un hermoso día. Ya estando de regreso en la casa, sentimos un golpe en la puerta y de pronto entraron a mi casa atropellando todo lo que estaba a su paso”, recordó.

Un grupo de personas, con el imputado Vergéz al mando, ingresaron en el domicilio buscando a sus hermanas. Según el testigo todo fue muy convulsivo y hasta los propios secuestradores habían quedado paralizados ante el cuadro de situación. En ese momento, parado en el medio del living y con la escopeta recortada en el pecho, Vergéz les grito: “Éstas son Montoneras, son Montoneras”.

Eduardo aclaró que sus hermanas no eran Montoneras, cosa que después fue reconocido por los mismos genocidas.

Norma y gloria fueron secuestradas a la vista de todos los vecinos y sus gritos se escucharon a más de una cuadra del lugar. El testigo expresó que nunca había imaginado que podía existir una forma tan brutal de tratar a una persona.

Al día siguiente, la familia comenzó a realizar todas las gestiones que estaban a su alcance para lograr recabar información sobre el paradero de las hermanas. “Buscamos de inmediato a quién pudiera firmar un habeas corpus. A los pocos días logré que una persona me llevara al Tercer Cuerpo del Ejército, pero no logramos nada”, recordó Eduardo.

Fue tan grande el impacto que causo el secuestro dentro del circuito del comercio de Córdoba, que comenzaron a circular las solicitadas en los diarios y radios pidiendo por la aparición de Norma y Gloria.

Por la notoriedad del caso y la exposición mediática, el propio Menéndez mencionó en los medios de comunicación que «se trataba de un ajuste de cuentas entre extremistas». Eduardo le contestó diciendo que era mentira, que era “el preludio de una masacre”.

El día 12 de enero se realizó una marcha reclamando la aparición de las hermanas, la cual tuvo el apoyo de todo el sector del comercio de Córdoba. Así y todo, la familia nunca tuvo información sobre cuál fue el destino de Norma y Gloria.

Después de 30 años, el imputado Vergéz publicó un libro titulado “Yo soy Vargas”. En dicha publicación, el genocida le dedicó un capítulo a lo que el Comando Libertadores de América dio en llamar “Operativo Moncholo”, en donde fueron fusilados una veintena de militantes Montoneros.

Según Vergéz, las hermanas Waquim se encontraban entre los secuestrados fusilados en ese operativo. Así mismo, en la actualidad, el imputado Vergéz niega la autoría de dicho libro y las hermanas Waquim continúan desaparecidas.