Megacausa La Perla – Día 84

Juicio Menéndez III: Declaró una familiar de tres víctimas del “Operativo Moncholo”

2-10-2013 / Política y Sociedad
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Desde Suiza, a través del sistema de video-conferencia, declaró Martha Suarez. La testigo sufrió el secuestro y asesinato de sus dos hermanos y su cuñada en enero de 1976.


Juicio Menéndez III: Declaró una familiar de tres víctimas del “Operativo Moncholo”

Fotografía: gentileza Manuel Bomheker

Entre los días 7 y 8 de enero de 1976, el Comando Libertadores de América realizó lo que se conoce como el “Operativo Moncholos”, en donde fueron secuestrados y asesinados militantes de la organización Montoneros.

Dicho operativo fue uno de los más grandes realizados por el grupo paramilitar. “Fueron secuestrados 48 militantes Montoneros en un lapso de 48 horas”, confesó el propio imputado Héctor Vergéz en un libro de su autoría.

Dentro de las víctimas se encontraban Silvia y Osvaldo Suarez; y Silvia Dina Ferrari, que era esposa de Osvaldo. Durante la audiencia número 84 del juicio por la Megacausa La Perla, declaró desde Suiza Martha Suarez, hermana de Silvia y Osvaldo.

“Al momento de la detención de mis hermanos y mi cuñada yo no estaba en Córdoba. La noticia me llegó estando de vacaciones con mi esposo en Buenos Aires”, aclaró.

Martha relató que a fines de enero de 1976 recibió a vivir con ella a sus sobrinitas, que de golpe se habían quedado sin papás. Las niñas tuvieron que adaptarse a una nueva familia. Si bien la testigo no tiene muchas precisiones acerca de la suerte que corrieron sus hermanos y cuñada, los comentarios señalan que los tres secuestrados habrían sido alojados en el Centro Clandestino La Ribera y posteriormente asesinados.

“Sé que mi hermana fue secuestrada cuando caminaba por un gran boulevard que creo se llama Chacabuco. La secuestraron a plena luz del día”, recordó.

El 8 de agosto de 1978, Martha fue secuestrada en Buenos Aires y alojada en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). “Estuve tres o cuatro días en la Esma pero siempre atada y vendada. En uno de los interrogatorios le pregunté a mi interrogador sobre el destino de mis familiares. Luego de retirarse durante unos minutos, regresó y me dijo que estaban muertos”, relató.

Luego de ser liberada, comenzó una serie de extorciones no sólo a Martha sino también a su familia. Ante esta circunstancia, se dirigió a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y a la Embajada de Canadá. Luego decidió exiliarse ya que no había suficientes garantías para su seguridad.

Primero se radicó en Brasil, lugar donde consiguió el status de «refugiada». Luego de unos meses viajó a Suiza. “Me separaron de mi familia, no tuve contacto frecuente con mi madre, porque no había los sistemas de comunicación adecuados. Ya en Suiza tuve conocimiento de hechos muy extraños que le habían comenzado a ocurrir a los familiares que habían quedado en Argentina», declaró.

Extorsiones y delitos económicos

Entre 1979 y 1980, la madre y el hermano menor de Martha comenzaron a ser víctimas de extorsiones por parte de los represores que habían participado en el asesinato de sus familiares. Ellos los presionaban para quedarse con las herencias de los hermanos Suarez desaparecidos.

“Mi familia había quedado muy desprotegida y no había logrado ningún resultado en la búsqueda de mis hermanos. Comenzaron a recibir llamadas telefónicas al negocio de mi hermano, que trabajaba en una gomería. Comenzaron a pedirle la parte de la herencia del patrimonio familiar de mis hermanos desaparecidos”, recordó Martha.

El padre de la testigo era un profesional médico muy reconocido en Córdoba y había logrado un buen pasar económico a través de la compra de propiedades. “Trabajó mucho, compró propiedades y campos muy bien instalados. Era un patrimonio importante que él había ido acumulando. Un campo productivo, con animales y muchos elementos de producción”, aclaró.

El pedido de los represores era la entrega de tres millones de dólares, lo que estimaban correspondía a las propiedades de los hermanos desaparecidos. Finalmente, el monto exigido se redujo a un millón de dólares.

“Mi madre, que tenía acceso directo a una parte de la fortuna, decidió poner en venta la parte de su propio campo para cubrir esas exigencias. En esa venta aparecen dos personajes, uno de ellos un vecino de la casa familiar nuestra y otro llamado Héctor Martín Sueldo”, expresó.

Martha recuerda que cuando aparecen las amenazas, Héctor Sueldo intervino muy activamente consiguiendo el comprador del campo que resultó ser un abogado llamado Félix Gigena. Lo que narra la testigo es que el dinero de la venta de los campos se destinó a cumplir con la extorsión.

“Después de un tiempo las amenazas continuaron. En ese momento Sueldo le dice a mi mamá que esta gente era muy peligrosa. Era el comando Libertadores de América. Él decía que era informante, que se había repartido la ciudad en varias regiones, y que le habían asignado informar sobre el barrio en que vivíamos nosotros”, concluyó Martha.

De esta manera, la familia Suarez fue desprendiéndose de todos y cada uno de sus bienes que fueron a parar a manos de los represores. Actualmente, los Suarez se encuentran en litigios para intentar recuperar alguna de las propiedades que debieron vender bajo amenazas.