Megacausa La Perla – Día 65

Juicio a Menéndez III: continúa la ronda testimonial

6-08-2013 / Política y Sociedad
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Con la declaración de cuatro testigos se desarrolló la audiencia número 65 del juicio por la Megacausa La Perla.


Juicio a Menéndez III: continúa la ronda testimonial

Fotografía: gentileza Manuel Bomheker y Será justicia

Oscar Morán

Oscar es peón de campo. En 1976 realizó el Servicio Militar en el Batallón 141 de Córdoba. Las preguntas de la fiscalía y las querellas giraron en torno a la desaparición de Jorge Dante Bustos, un colimba asesinado por los propios genocidas. «Lo conocí cuando fui incorporado al Ejército, el 10 de agosto del ´76. Él tenía familiares en mi pueblo y fue el que me tomó los datos cuando me presenté», recordó Morán.

El 9 de septiembre de 1976, el testigo se encontraba haciendo guardia en el Batallón. Ese día una persona le dijo que si veía pasar un chico vestido de blanco lo dejara pasar. A los pocos días empezó a correr el rumor de que había desparecido el soldado Bustos, que era desertor. «Cuando pregunté qué había pasado me dijeron que se había querido escapar por el norte, lo había pescado el Ejército y lo había liquidado», declaró.

Por otra parte, reconoció traslados de secuestrados hacia el Campo de la Ribera.»En el cuartel había una camioneta Ford F100 que llamábamos «la guerrillera». Con eso patrullábamos la ciudad. Recuerdo que una vez retiramos personas de la penitenciaría, estaban vendados y los llevamos en la caja del camión tapados. Los llevamos al Campo de la Ribera», narró.

El testigo reconoció haber participado de dos traslados en los que fueron llevados dos chicas primero y un señor después. Relató que a los detenidos los bajaban del camión los soldados pero ingresaban al Campo de la Ribera con los Oficiales o Sub-oficiales.

Horacio Rafael Liendo

Horacio era estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba y militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Fue privado de su libertad el 21 de mayo de 1978 y mantenido en cautiverio de manera ilegal durante 55 días.

«Yo era conocido por mi militancia, y por una cuestión de seguridad me fui a vivir a Buenos Aires. Allí me alojé en una pensión y comencé a trabajar en una fábrica», recordó. Una noche volvía de jugar al fútbol y fue interceptado por dos hombres en el edificio donde vivía. Fue llevado a un lugar que él mismo describió como rural.

«Fui sentado en una silla y una persona me hablaba de frente, yo no lo veía. Me dijo: yo soy capitán del Ejército Argentino y usted es soldado Montonero. Yo le dije que no era soldado y me partió la nariz de un golpe. Luego de que repitiera nuevamente la frase le dije que sí… pero que jamás en la vida porté un arma, yo era militante de la JUP».

Liendo fue alojado en una habitación en donde lo hicieron desnudar y acostar en una camilla, allí empezaron las torturas con golpes y picana eléctrica. El testigo recuerda que dos de sus torturadores eran el «Turco Julián» y «Colores», conocidos torturadores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

«En la tortura física uno trataba de mostrar menos cuando más le dolía. En la psicológica trataba de no mostrarles que el daño que le hacían a uno era terrible. Mientras «Colores» me aplicaba picana eléctrica en los testículos me dijo que «me iba a secar los huevos y nunca iba a poder tener hijos». En eso, le infligí una derrota porque tengo tres».

El lugar en el que estuvo secuestrado Liendo se trató del Centro Clandestino de Detención denominado «El Banco». En ese lugar estuvo alrededor de diez días y recordó que estaba repleto de secuestrados, alrededor de 108 personas privadas de la libertad de manera ilegítima.

Una noche fue trasladado en un vehículo hacia un lugar descampado. Era de noche y estaba vendado. Lo ataron con cinchas plásticas a un árbol y le dijeron que si alguien lo desataba rápido no iba a pasar frío. Se subieron al vehículo y se retiraron del lugar.

«Empecé a moverme a ver si me podía desatar. Escuché el ruido de autos y luces, me di cuenta que era otra gente la que venía porque vi el resplandor de un vehículo de policía. Los que me dejaron atado me pusieron un papel en el cinto, los que llegaron me sacaron el papel del cinto y uno me dijo que era boleta», comentó.

Fue trasladado en el patrullero y al llegar al lugar le quitaron la venda, estaban en la puerta de una comisaría en la zona de Caballito. Al llegar a la Seccional, el testigo pensó que iba a ser legalizado. Intentó denunciar que había sido secuestrado pero fue introducido rápidamente a un calabozo.

Ahí permaneció detenido ilegalmente, durante 10 días. «Al tiempo, me llevaron a una oficina en donde tres personas me dijeron que me iban a retirar de la Seccional y me iban a llevar a Córdoba. Efectivamente me metieron en un auto y me trajeron», recordó.

Liendo fue alojado en lo que se conoce como «La Perla Chica», sobre la autopista Córdoba – Carlos Paz. «Me llevaron a una zona interna y tuve que cruzar una especie de cuadra, vi por debajo de la venda a un montón de personas en el suelo. Ahí me dejaron y empecé a interiorizarme de dónde estaba. Éramos custodiados por Gendarmes y ahí la vida era un poco más llevadera, podíamos aflojarnos las vendas y movernos por la cuadra. Todo terminaba cuando llegaban los interrogadores, volvía el rigor», relató.

El testigo estuvo 35 días secuestrado en el centro clandestino, lapso en el que se desarrolló el Mundial de Fútbol de 1978. El 14 de julio de ese mismo año, a Liendo le pusieron un cartel en el pecho que con la sigla «LIB». Luego de eso fue trasladado en un camión hacia una zona cercana al Polideportivo Carlos Cerutti.

«Llegamos a un lugar, nos pidieron que bajáramos y nos colocaron uno al lado del otro. Nos dijeron: «Cuando les digamos ustedes empiezan a caminar y se van. No se den vuelta ni nos miren, la orden nunca llegó pero el camión arrancó y se fue», narró.

Ese día, Horacio recuperó la libertad y pudo reencontrarse con sus familiares. En 1984 retomó sus estudios de Abogacía y logró recibirse. Participó con su testimonio de la Conadep ya que, en palabras del testigo, era una obligación como sobreviviente.

Finalmente, Liendo sostuvo que «ellos se equivocaron, porque todos los que mataron continúan más vivos que nunca. Si querían que los olvidáramos no lo lograron, porque están presentes en la memoria de todos. Y si buscaban impunidad, tampoco la consiguieron, porque están siendo juzgados».

Mirtha Estela del Valle Dotti

Mirtha era militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). En noviembre de 1977 fue privada ilegítimamente de su libertad y trasladada a La Perla. En ese lugar la interrogaron acerca de «Carlos», que era el dirigente regional del MST. «En «la cuadra» estaba secuestrada la compañera de Carlos, pero ellos pensaban que yo era la amante. Fue por esta razón que fuimos los últimos militantes de nuestro partido en ser trasladados hacia La Ribera», recordó.

Contó que había un hombre al que llevaban al baño solo, separado del resto. Con el tiempo se enteró que se trataba de Sergio Bustillo, que hoy permanece desaparecido. «Este muchacho fue tratado con mucha saña, alguien nos dijo que lo dejaban descansar unos días y después volvían a torturarlo», aclaró.

Luego de que sus compañeros de partido fueron trasladados a La Ribera, la testigo permaneció 15 días más en La Perla.Ya en La Ribera, Mirtha contó que la custodia estaba a cargo de Gendarmería, que no los torturaban pero sí los sacaban al patio a hacer flexiones y a las mujeres las hacían limpiar los pisos y dormir sobre colchones mojados.

Una vez más, cuando todos los compañeros de Dotti fueron trasladados a la Unidad Penitenciaria Nº1 (UP1), ella permaneció varios días más en la Ribera. Finalmente fue trasladada a la UP1 y posteriormente a la cárcel Devoto. Mirtha recuperó su libertad en junio de 1979.

Miguel Ángel Pozzo

Miguel era militante de la Federación Juvenil Comunista. El 3 de junio de 1976 un grupo de personas irrumpió en su domicilio. Entraron rompiendo las puertas y autodenominándose parte del Comando Libertadores de América. «En ese momento me dijeron que me fuera del país, pero meses después me tocó hacer el Servicio Militar en Buenos Aires», relató.

La madrugada del 20 de febrero de 1977 fue detenido y trasladado al Departamento de Informaciones D2. «Lo peor que pasé en la D2 fueron los primeros días.  Cometí el error de pedir un vaso de agua, se rieron de mi y me torturaron con la mojarrita mientras me quemaban con cigarrillos. Esa semana no dejaron de pegarme en ningún momento», recordó.

Luego de 15 días fue trasladado a La Ribera en donde pudo reconocer a varios militantes políticos de la zona de Argüello. A los 15 días fueron trasladados a La Perla. «Ahí estuvimos alrededor de 5 días. No fuimos golpeados pero sí interrogados», narró.

Finalmente fueron trasladados una vez más a La Ribera en donde los recibió el imputado Barreiro. «Nos hace levantar la venda, se da a conocer y nos dice que ellos no tenían nada en contra nuestro, que era culpa de la policía. Él me dice que nos vayamos del país», comentó.

De La Ribera nos pasaron a la Unidad Penitenciaria Nº1 (UP1) en donde estuvieron detenidos alrededor de tres días. A mediados de abril de 1977, Miguel fue liberado en el Parque Las Heras.