Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
De todo lo que hicimos, algo habrá salido bien.
Si hay artistas de Córdoba que admiramos y después de un tiempo comenzamos a recibir mensajes de algunos de ellos, donde nos comparten sus últimos trabajos, como una invitación a difundirlos, podemos concluir que una parte importante de todo lo que pretendíamos por aquí se viene dando de maravillas.
Tres o dos palabras describen esa pretensión. Menos, dos o una. Una, en realidad: la alegría.
Pretendíamos la alegría de poder compartir cosas buenas de músicos de Córdoba. Lo logramos. Que los creadores de esas cosas buenas nos compartan nuevas obras para que las sigamos compartiendo, supera las expectativas. Más alegría. Que los contenidos compartidos generen más mensajes de nuevos músicos compartiendo sus trabajos, más alegría.
No importa demasiado la repercusión que logre el espacio… Importa que los tres o dos artistas se hayan convertido en dos o tres; en cuatro o cinco; en diez o doce; en unos cuantos.
Pensando bien sobre la repercusión, mentira. Si cientos de miles de lectores conocieran las obras aquí compartidas, surgirían nuevos escenarios, a favor de los creadores, de nuestro espacio, de la concepción de nuevas pretensiones, tal vez desangeladas, como esos soles de una zamba, que van a la ansiedad.
Por el momento, mejor por acá, que hay alegrías que vale la pena enarbolar, como tantas otras que cunden por estos días, agrupadas en movidas solidarias para recuperar algo de todo lo perdido.
Por acá seguimos, compartiendo cosas buenas de artistas admirados, como O-Bri.
En diciembre del año pasado, el músico publicó un nuevo disco. «AIRESUENAENPIEL». Luego de su presentación en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Exactas, apareció, hace algunas semanas, «11 intentos de vestir al silencio», una hermosura de juegos de guitarra que sólo hay que dejar sonar.
Y ahora, un nuevo universo de sonidos; otra ofrenda que sorprende. Lo que suena y lo que vemos nos emociona. No hay otra circunstancia que justifique sentarse a escribir. Podría haberla, porque no hay agua que tape ciertas verdades. Mientras las crecidas más desastrosas arrastran puentes, casas, camiones, bueno, pueblos enteros, desde un alto, la frase en un baño de «Nueve Reinas» se muere de risa. «Faltan financistas». Siempre faltan. Pero hay otros criterios, hermanos gemelos de las primeras pretensiones.
«Y así es que las flores» es la nueva propuesta de O-Bri. Una obra en siete partes, sobre el amor. Es, por qué no, otra respuesta a esa locura de Carver rescatada, para sumar alegrías, por una película genial, obra de un director que amamos desde «Amores perros», y de dos guionistas argentinos. En una escena de «Birdman», Michael Keaton le canta las cuarenta a Lindsay Duncan, la crítica intocable de Brodway. Le dice que no arriesga nada, que no dimensiona el sacrificio de algunos artistas, que sus valoraciones son puras etiquetas adornadas de comparaciones pomposas. ¡Salud Riggan!
O-Bri arriesga de nuevo con su música, siempre acompañada de artistas que dignifican: Pablo Sosa Caba; Maru Aparicio; CCI Kiu; Rubén Mendiolaza; Sergio Pezzoli; Eugenia Picó. Todo ocurrió en los estudios de La Metro.
Agradecidos por músicos que enaltecen nuestras pretensiones, compartimos «Y así es que las flores». ¡Salud Maestro!
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