Música nueva

Tomates Asesinos presenta en vivo «La Luz Buena»

9-07-2016 / Agenda, Reseñas
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Este sábado 9 de julio, la banda integrada por Santiago Guerrero, Luis Obeid y Esteban Favaro compartirá las obras de su su último disco en Belle Epoque. Música ideal para hablar de acomodamientos.


Tomates Asesinos presenta en vivo «La Luz Buena»

Por | redaccion351@gmail.com

Cuando sos chico y tenés la suerte de andar por la vida más o menos bien alimentado y sin demasiados tormentos, eso que tenés entre las cejas y el arranque de la cabellera, del lado de adentro, podrá hacerle un bien al mundo.

No precisarás mucho más que un poco de atención hacia cuestiones muy chiquitas, que sabrás acomodar, con viento a favor y un par de docenas de oportunos trastornos. Importan las prioridades, las inclinaciones, los pareceres, desde los tipos de broches para colgar la ropa hasta una mirada del mundo, autosuficiente o desprendida.

Importan los acomodamientos que le hacen un bien al mundo. Esos que de repente generan belleza y tenés todas las chances de disfrutar. El resto es un entero planeta de pelusas que mudan de ombligos y fotos.

El tema es dónde se genera la belleza de tus propios acomodamientos.

Ahí donde vivís y dejás que casi todo lo que se meta por las antenas cuente cosas de lugares donde no vivís, hay, entre miles, tres tipos que se acomodaron las vidas para hacerle un bien al mundo desde su gusto por la música, desde un lugar un poco desfavorable donde cunden, generación tras generación, pelusas importadas.

Hablando de antenas, pelusas y acomodamientos, habrás recorrido alguna vez el dial de punta a punta para ver qué cosas vienen por el aire y te llenan de música la vida. ¿Habrás recorrido alguna vez el dial de punta a punta para ver qué cosas vienen por el aire y te llenan de música la vida? Hacé la prueba alguna vez, cualquier día a cualquier hora. De punta a punta de la frecuencia modulada, desde la 87,5 hasta la 107,9. Parate en todas las emisoras de radio donde se escuche música y anotá, o más fácil, prestá atención a lo que suena. ¡Viste eso que te llegó de casualidad, sobre la música de tu ciudad y su actividad creciente? La inmensa mayoría de las radios, bien gracias.

Salvo un par de emisoras y programas en otro par, y de varias cosas para escuchar por internet, la inmensa mayoría transmite lo mismo de siempre. Es decir, retransmite. Siempre igual, todo lo mismo. Los mismos clásicos, las figuritas de turno en las cimas de la popularidad, los nuevos discos de las bandas consagradas o de los excéntricos remotos encontrados de carambola. ¿Suenan bien? La verdad, suenan bárbaro.

Mientras lo mismo te sigue ensimismando y los hambrientos de manual te arman la lista de éxitos para que después pagues una entrada y saltes con los consagrados por la repetición modulada, esos que no conocés de repente suenan en la casa de un amigo y te preguntás: ¿Che quiénes son esos?

Y sí. No los conocés. Nunca los escuchaste. Como te gusta la música pero no tanto como para ponerte a buscar un poco y si te pusieras tal vez nunca empezarías por donde vivís, y lo de la radio basta y sobra para delinearte el gusto, eso que te acaba de sorprender sabrá desvanecerse con el mismo vientito que inesperadamente levantó tus dos cejas hace tres minutos. No habrá repetición…

Es tan importante la repetición… ¿Alguna vez te pusiste a pensar cuántas veces escuchaste las canciones que te gustan? ¿Alguna vez intentaste recordar dónde y cuándo las escuchaste por primera vez? Seguro algún amigo melómano que te prestó el disco, (el cassette si andás por los treinta y pico, el vinilo si venís desde más lejos); seguro  un programa de radio que te gusta; vos mismo descubriendo bellezas traídas por el azar de internet.

Algo te gustó y lo empezaste a escuchar. Tenés a mano esa música. Sin proponértelo, iniciás un noviazgo, con su correspondiente proceso de enamoramiento, lento o abrupto, pasajero o constante. Sabrán los avatares de tus acomodamientos. Algo habrá de previsible: como el ruidito de los besos, esa banda, disco, canción, lo que sea, sonará decenas de veces en tu vida. Será parte de tus migraciones.

Imaginate, por un instante, o mejor, por unos cuántos instantes, que todo eso del enamoramiento y la repetición despunta de repente por alguien que anda cerca tuyo. Un tipo, o dos, o catorce, que te los cruzás en la calle. Alguien que ya no es más un perfecto desconocido, perdido en la mismidad anónima de miles de peatones, sino uno, con nombre y apellido, que hizo un disco que te gustó tanto que lo escuchaste cincuenta veces y te sorprendió tanto que te pusiste a pensar, «che si estos locos son de acá y se mandaron tremendo disco, seguro hay más…» Y de los discos anteriores de la misma banda que te voló la cabeza con ese primer disco que escuchaste, que es el último, migraste a más discos de más bandas formadas por tipos que cualquier día vienen caminando de frente por la senda peatonal y de caradura los parás y le decís, «loco, sacaron un disco tremendo.» Te va a agradecer, y vos sabrás decir «No loco, gracias a vos. ¿Cuándo tocan?»

¿Te imaginás? Sos alguien que de la nada escuchó una música, se enamoró, buscó, se siguió enamorando, pagó una entrada, disfrutó muchísimo, volvió contento, desparramó un poco de amor, como una planta cinta de novia que de bien que está de repente le sale un coso que se entierra al lado y mirá, otra planta.

Y otra… Y otra… Y otra. Tantas que con el tiempo, y con viento a favor, volvés a recorrer el dial y sorpresa, la canción que escuchaste hace un par de años, sonando en la radio. ¿Cambió la lógica de la emisora? Vaya a saber… Lo que sí cambió es tu acomodamiento. Tus acomodamientos. La pelusa de tus migraciones.

Te puede pasar, por ejemplo con este disco de Tomates Asesinos. Se llama «La Luz Buena». Acaba de salir. ¿Puede levantarte las dos cejas? Claro.

Tomates Asesinos – «La Luz Buena»

A vos que ni sabías quiénes eran los Tomates Asesinos te digo. A lo mejor acabás de sumar un seguidor a la banda que viene admirando y aplaudiendo a los Tomates. Sos uno más que comparte sus discos en las redes sociales, que se descarga los discos, que va a sus recitales, porque eso que acaba de sonar te enamoró. Lo escuchaste tres, cuatro, cincuenta veces. Lo tenés a mano. Capaz que sos de llamar a la radio para pedir temas, llamás y pedís un tema. «Saludos a Tita y Rhodesia. Pasen ‘Cachamulita’ de Tomates Asesinos. Buenísimo el programa. Javier de Los Naranjos.»

Mejor aún, te enterás de que van a presentar «La Luz Buena» en vivo. ¿Irías? ¡Más vale!

Ya los seguís en las redes sociales, te aprendiste los nombres, sabés que se llaman Santiago Guerrero, Luis Obeid y Esteban Favaro. Ya te aprendiste los discos anteriores. Releíste eso que pusieron sobre el último disco:

¿Se imaginan qué saldría de un asadito con Yupanqui, Falú, Ariel Ramírez y Domingo Cura, junto a Vangelis, Jean Michel Jarré y Depeche Mode?

Y te sonreís. Ya está. Te importa menos entender de dónde sacaron esa forma de hacer música que la circunstancia de que eso que escuchaste te pareció genial. Capaz que te ponés y googleás «Vangelis» porque naciste después de «Fútbol de Primera» o de las fiestas de egresados, bautismos, comuniones, casamientos, bodas de oro y demás eventos musicalizados por alguna obra de «Themes». No sabrás de Jarré y a lo mejor, por qué no, te enteraste de Domingo Cura por Cerati. Importa menos que tu flamante noviazgo con los Tomates.

Se viene el recital de presentación de «La Luz Buena», en pleno centro de la ciudad donde, tal vez, estás leyendo esta procesión de imaginarios. A lo mejor se mueven un par de cajas en tus acomodamientos de fin de semana y te llegás. De paso, escuchás a Yolila banda invitada.

Después del concierto, eso que sigas escuchando podrá cambiar, ojalá, alguna de las puntas de tus antenas.

Agendá:

Tomates Asesinos presenta «La Luz Buena».

Sábado 9 de julio – 23.30 horas.

Club Belle Epoque – Lima 373.

Entrada: Gratis para las primeras 50 personas. Luego: $100 (incluye consumición).