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Telescopios presenta «El Templo Sudoku»

4-11-2015 / Agenda, Reseñas
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Este viernes 6 de noviembre a las 22 horas en Espacio 75, la banda estrena en vivo su segundo trabajo. Nuevas y grandes canciones para disfrutar. Aquí un acercamiento como invitación a otro gran evento para la música de Córdoba.


Telescopios presenta «El Templo Sudoku»

Por | redaccion351@gmail.com

Noticia de presentación de disco. Canciones nuevas para escuchar de una banda que editó «Verbo» y levantó el techo de lo que podría esperarse en cualquier primer trabajo.

Telescopios – Nuevo disco: El Templo Sudoku

Rodrigo Molina: bajo y voz
Bernardo Ferrón: guitarra, teclados y voz.
Nicolás Moroni: teclados y voz.
Alberto Ortíz: batería.

Auriculares con ganas. Querencia de nubes y café negro solo como perro negro y viejo, manso de tan malo.

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Fuego

Brotes de notas desatando los últimos nudos. ¡Libertad! Acordes por ecolocación. Redoblante que sabe esperar. Asoma cuando alguien «se muere por controlar todo». El bajo sobresale apenas y vuelve a entrar como el invierno, antes del blanco cenital. Ruidos luminosos en el centro. Un arpegio abrupto, allá arriba. «Todo este frío es para poder llegar, sin tantas vueltas, sin pensarlo demás.» Base perfecta. Melodía de síntesis. «Hace muy poco que este fuego es verdad.» Continuidad cristalina de «Verbo». Primeras sonrisas adivinadas para tantos que esperamos.

Ninja

Otra batería. Otra guitarra. “Qué bueno estar de vuelta”. Otros ecos. Las vueltas que la poesía quiere liberar. Guitarra y bajo de la mano. Guitarra que se suelta y distorsiona los pasos. Teclado envolvente y cascada sonora para hacer tiempo, “para ver lo que no está”. Nadie se acostumbra a que pase nada. Final de pandereta inesperada al suelo. Otra vez, para imaginar miradas asombradas por el nacimiento de la melodía.

 

Fucsia

Big Bang de acordes como martillos en el teclado. Fuga sonora. Amague de comienzo de la letra en la voz tomando aire. Aparición perfectísima del bajo y la batería. Música que se baila con la cabeza en vaivén vertical. Letra que se canta con la cabeza en vaivén horizontal. Parece imposible. Aceleración del ritmo en la entrada al estribillo. “Como si esto fuera solamente un buen pretexto, para ver esos colores fuertes sin detenerlos…” Desembocadura al baile sobre la guitarra en funk. Intermedio de teclado cósmico y voz alunada. «Cósmico» es el barrilete… Buscar reemplazo para «cósmico». «Teclado intergaláctico»… «Teclado constelado»… «Teclado estrellado»… «¡Teclado barrilete!» Entrada de bajo y batería perfecta, otra vez. Bis de la letra para volver a esperar la parte que no detiene los colores y libera el cuello, los hombros y nos deja cantar “Cambiemos todo el tiempo que hace bien” ¿Para qué escuchar un disco sino para ver girar el mundo en una canción?

 

Ciudad de Tampa

Eclosión. Voz encandilada de primer sol. Teclados y guitarras por claroscuros de mediodía. Batería inesperada. ¿Quién decidirá las entradas de las bases? Hay que darle gracias. Versos ensanchados sobre los ecos de las cuerdas y todo lo que sale de las teclas encuentra prismas que enloquecen al bombo. Rock de graves sobre agudos que se retuercen. Corte y cambio de planeta. De bajos como cráteres remotos a una guitarra que a los cuatro minutos exactos abre el diafragma para una toma infinita. Retazos de luces después de la segunda entrada triunfal de las bases. La melodía es un círculo que no puede terminar. Hay que volver a los cuatro minutos, llegar a los cinco cincuenta y seis del final, volver a los cuatro minutos, volver a llegar a los cinco cincuenta y seis, volver a los cuatro minutos…

GPS

Navegar. A setenta y cinco segundos, gire a “Save Vevo”.

Save Vevo

Teclado de nube en cámara rápida. Arpegio de cuna y base inmediata. Voz de caja musical. “Tengo tiempo de pensar en probar dejar de pensar.” Coro angelical, cordobesazo mal. Pasaje de guitarra y teclado para volver a darle cuerda. Momento de ver, otra vez, la tapa del disco. ¡Se corrió la silla! En serio que está más cerca del sofá.

 

Gimnasia

Intro para secarse las lágrimas y mejor cantar que llorar, que la música va a llegar al minuto y medio y ya será tan bueno cantar como bailar. En los segundos intermedios, los señores que manejan los ruidos desde la guitarra y los teclados dan clases de geometría a los murciélagos del puente de Austin. Prefiguración de estreno en vivo con miradas suaves.

 

Todo el mundo existe

Navegar. Ciento quince segundos de percusión plateada, teclado sepia y graves grises gruesos. ¡Grossos!

 

Verano

Tarde sin viento. Parejas de acordes en el contraluz de hojas, veredas arriba. Calor insoportable. Al menos la música, siempre. El bajo y el bombo yendo por la sombra. La guitarra cruzando calles ardidas en puntas de pie. La voz pensando en segunda persona. Versos lentos. Haber vivido esas horas tantas veces, tantos años… Versos que vienen. «Las despedidas son esos dolores dulces…» No hay despedidas. Todo es música nueva.

 

Por las dudas

Trío superenergético, amontonador de bandas desde el ritmo de la batería, el sonido transatlántico del bajo  y la guitarra que cambia de continente al medio minuto, vuelve después del estribillo y se vuelve a ir, rebotando, estallando desde el océano a los dos minutos y medio, encontrando un teclado sobre las olas, dejándose estar en arpegios, sobre un arreglo de bajo y batería que otra vez, a los dos minutos cincuenta y dos, se deja agradecer por el corte, por los versos que dicen que “aunque se escuche borroso, eso suena muy bien”. Que el tiempo separe a quien tenga que separar. Acá con quienes se quedan, seguimos disfrutando.

 

Las playas

Percusión de luces bajas que pasan y tonos demorados. Retratos de una poesía perdida en formas de “melodía suave”. El estribillo repite un “Así” de íes que suben y se montan a las teclas. Todo es un sueño de dos que se abre y nos abarca.

 

La niña

Navegar. “¡Qué pasa que no sé qué pasa que no sé? Coro retro genial. “¿Qué tiene la niña? La niña está triste”. Rebote de Leon Dan en “Sonatina”. ¡Rubén Darío visto desde el Telescopio! La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?

 

Decirlo así

“Tanto buscar formas de decirlo. Hay que tener tiempo de sobra y vos diciendo que no hay tiempo que perder.” Casi una síntesis de la lírica de “El Templo Sudoku”, justo en la canción final. El tiempo, las formas, la búsqueda, el pensamiento sobre cómo decir lo que hay que decir, el hallazgo de expresarlo así, contra ese otro hallazgo desplegado en bases como jardines perfectos para los juegos interminables de guitarras y teclados. “Vuelvo a descubrir que yo no soy… Siento que es verdad, que vos tampoco sos. Qué feliz… Nos hace dar amor…” A treinta segundos del final, los instrumentos celebran por anticipado lo que seguirán celebrando.

La música nueva de Telescopios, hasta aquí.

¡Perdón! A partir de aquí. Que todo sonará en vivo, y habrá emociones nuevas a flor de piel.

Agendá:

Telescopios presenta «El Templo Sudoku».

Viernes 6 de noviembre – 22 horas.

Espacio 75 – Rodríguez Peña y Jerónimo Luis de Cabrera.

Entrada: $75 en Lado B (Tucumán 105).