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Seraarrebol en Córdoba

13-10-2017 / Agenda, Reseñas
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Este sábado 14 de octubre a las 22 horas en el Centro Cultural Graciela Carena, el dúo integrado por Nadia Larcher y Nacho Vidal compartirá las canciones de su gran disco «Halo Bestia» junto a músicos invitados.


Seraarrebol en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

¿Cómo se hace para escribir sobre una música que parece impedir la escritura? ¿Cómo se avanza en el armado de algunas ideas cuando todo lo que suena desarma?

Es de suponer que este espacio compartido podría servir para algo respecto de una producción discográfica realizada por un proyecto musical que autogestiona su actividad. Se podría esperar un puñado de párrafos de ocasión, que sume un granito de arena a la difusión de alguna expresión de nuestra cultura.

Cada semana aparecen nuevas músicas que desordenan las agendas para ampliar los momentos de escucha y es tan importante el rato que cada quien se pueda tomar, para acompañarse de lecturas, de videos, de silencios necesarios, de caminatas que suelten sonrisas por impresiones aparecidas así, de la nada, alumbradas por el reflejo de una ventana que se abre, por el dibujo entrañable de un auto viejo que pasa, por la mirada de alguien que viene de frente y sigue, diferente a todas las que siguieron y seguirán, olvidadas.

Una rutina de las que no aburren, de las que nunca violentan, de esas que parecen ofrecer una explicación para refugiarnos de la fragilidad de todo, entreteje horarios, compromisos, esperas y demás fragmentos del día, cada día.

Hasta que sucede lo imprevisto, por una música que desmantela el orden de las frecuencias, y también sus desórdenes. Se impone escuchar por encima, por debajo y por los costados de casi todo. Se impone desobedecerse. Que todo lo demás espere porque algo que suena desplazó y amontonó casi todo eso así, en “lo demás”. Cosas que pasan muy de vez en cuando. Una música, de repente, nos pone todo en perspectiva. Nos aleja de casi todo, para acercarnos de la mejor manera que se pueda concebir.

Algunas vivencias, antes de decir que esa música sonará en vivo de manos y voces de sus hacedores, Nadia Larcher y Nacho Vidal, este sábado 14 de octubre a las diez de la noche en el Centro Cultural Graciela Carena junto a Mariano Agustoni en teclados, Sebastián Valsecchi en guitarras y Lucas Rubinstein en percusión.

El jueves 10 de agosto, apenas pasadas las diez de la mañana, Nadia y Nacho escribieron en el Facebook de Seraarrebol: “¡Buen día amigos! 1 link, 1 click, #HaloBestia (disco completo) ¡Felices de poder compartirlo con todo el mundo!”

El miércoles 16 de agosto, una nota de difusión sobre la llegada de Nadia al ciclo de la Jam de Folclore encontró “Halo Bestia” en YouTube.

El miércoles 16 de agosto fue importante. Cada cual recuerda qué estaba haciendo cuando sucedió algo diferente en su vida, o en la vida de muchos. A veces, eso que se estaba haciendo no es digno de mención, porque se parece demasiado a lo de todos los días. Importa sí lo que sucedió, de repente.

Seraarrebol – «Halo Bestia»

El jueves 17 de agosto, Nadia compartió escenario en Cocina de Culturas con los muchachos de la Jam, en una noche que ofreció además cruces con Mario Díaz, primero, y con Mery Murúa después. Escribió Julián Beaulieu al otro día: “quedamos flotando”.

El viernes 18 de agosto, entre tareas de todos los días, hubo más tiempo para escuchar Seraarrebol. El viernes 18 de agosto fue aún más importante por esa creciente de las felicidades cuando recién nacen.

El viernes 18 de agosto fue un día diferente a muchos, muchísimos anteriores. Decir que fue amor por una música parecería demasiado. ¿Es posible enamorarse de una música? ¿Será enamoramiento? Escribió Gabriel Plaza en La Nación, un tiempo antes: “Advertencia: ‘Halo bestia’ es un disco que podrá ser incomprendido por algunos, pero habrá otros que no podrán dejar de escucharlo, porque lo estarán necesitando tanto como respirar.”

Gabriel Plaza, tal vez, quiso decir que se enamoró de esa música pero acaso no se pueden decir esas cosas en un diario y se confundió entonces entre esos “otros que no podrán dejar de escucharlo, porque lo estarán necesitando tanto como respirar.” ¿Qué es el amor sino esa necesidad de cercanía, tan vital como la necesidad misma de respirar? Pero además, esa necesidad vital de la respiración tiene también mucho de “respiro”, de algo verdaderamente diferente sobre las variaciones diarias de casi lo mismo de siempre, con sus contadísimos destellos.

El jueves 31 de agosto, entre muchas presentaciones en Buenos Aires, donde vive, Nadia cantó en el Torcuato Tasso con Luciana Jury, acompañada por la guitarra de Pedro Rossi. En algún momento, Pedro dijo algo así como “es tan fácil acompañar a estas mujeres… Apenas hay que insinuar unos acordes, apenas poner los dedos…” Hay que imaginarse a un guitarrista acompañando a una voz que lo deslumbra. Claro porque tiene que tocar, está ahí para mostrar su destreza, su sensibilidad, su enormidad de músico que es, pero esa necesidad del instante le robaría la posibilidad de morirse de emoción por la voz que canta a un metro y medio de las cuerdas. No debe ser fácil.

Después de los abrazos, volviendo por Defensa, preguntó Gustavo, un amigo: “¿Vos también estás flotando?” La respuesta repitió lo de toda la noche: “Esperá llegar a tu casa y escuchar “Halo Bestia”.

El viernes 1 de septiembre, Gustavo mandó un mensaje: “No puede ser ‘Seraarrebol’. No puede ser esa música. No puede ser…” La respuesta jugó con los tiempos: “Claro, no puede ser porque todavía no es. Será. Te lo dice el título, ‘Será arrebol’. Es música del futuro, pero que ya escuchaste. Es magia. El pasado y el futuro en un presente distinto al de los ensayos que leímos de esos viejos amontonados en la biblioteca. Un presente con los colores del amanecer y el ocaso. Todas las luces del tiempo están ahí, los tonos del nacimiento y de la partida, todo ahí, en esa música. Es el absoluto.” Respondió Gustavo: “Che, pará, estás hablando conmigo, no estás escribiendo para el pasquín cochino ese.”

El jueves 5 de octubre apareció la edición física de “Halo Bestia”, de manos de amigos hermosos, con otra advertencia: “Te vas a morir de amor.”

¿Qué decir de la edición física? Otra vez, todo lo demás en perspectiva…

Hay discos desparejos. Sobran ejemplos de asimetrías entre lo que se escucha y el arte puesto en los cartoncitos de soporte: verdaderas maravillas en diseños precarios; canciones hermosas en formatos incómodos; músicas olvidables en sobres memorables; gestos de piedad infinita en técnicos de grabación, mezcla y masterización, encerrados en cajas con imágenes y tipografías dignas del purgatorio.

Diferente a casi todo, “Halo Bestia” es un juego de imágenes invertidas y sorpresas que llevan otra vez a la infancia, a ese rincón de memorias que por algún azar del aquí y ahora se despliegan para refugiarnos, y al mismo tiempo se pliegan, en un movimiento mágico que nos libera.

El sábado 7 de octubre, es decir la semana pasada, Nadia sumó su voz a una noche inolvidable de celebración de la mujer, en Cocina de Culturas, junto al Trío de Cellos Gazzo Menta Vicente, Mery Murúa, Gaby Beltramino y Marian Pellegrino. Entre los aplausos del final, Marce, otro amigo, sugirió: “che loco, bajemos a tierra, vamos a fumar.”

Entre agosto y octubre suele transcurrir septiembre, esta vez, con esa necesidad de la que habló el señor del diario, de ir a una música como de abrazar el amor con mejores abrazos, cada vez más largos, casi como esos que sabe dar un percusionista maestro de Córdoba, muy fan de Ringo Starr. Otra vez esa necesidad de escuchar dos voces suspendidas para siempre en ese final de la primera estrofa inicial del disco, de esa “cuesta gris que habrá que trepar o seguir”. ¿Es posible enamorarse a primera escucha de dos palabras cantadas, sólo dos, y una guitarra que suena así, como suena después de que las voces cantan las palabras “o seguir”? Son 15 segundos, entre los 27 y los 42 de “Será arrebol”. Y serán, recién, los primeros. Ya vendrá esa magia de ver más allá de donde alcance la vista al escuchar “Antes de agitar pañuelos”, al seguir ese cambio de tono en la última sílaba de “espejo”, de “viento” y de “tiempo”. Un minuto, cuarenta y nueve segundos. Ya el primer incendio.

Seraarrebol – «Será arrebol»

Cuántas preguntas que surgen… ¿Por qué ese sonido del teclado en “Poeta esquimal”? ¿Y ese pase a la guitarra? ¿Qué emociones nos surgen de ese canto sostenido? ¿Cuántos encuentros fueron necesarios a partir de las composiciones de Nacho Vidal para entender una poesía y cantarla así? ¿Cómo habrá sido ese momento de poner el piano por primera vez debajo de los versos?

Hoy vi un poeta esquimal
declamando al fondo del río
Y de su boca se le olía algo animal
o ademán de mi intento escriba…

Pero hay que volver a ese momento en que suena “Y de su boca se le olía algo animal”. Si una imagen vale más que mil palabras, ¿cuánto nos explica un verso así cantado? O esa guitarra en los primeros cuarenta segundos de “Pindapoy”, antes del “rojizo andén”. Será posible y salvador escuchar para entendernos, para mirar todo lo que hicimos apurados en todos estos años, y sonreírnos, y perdonarnos.

De sentarme y ver, de tarde soy
por eso esperaré, mientras creo…

Seraarrebol – «Pindapoy»

Los violines jugando en “Vuelo emplumado”, repentinos entre la métrica irregular como cada sombra en ese atardecer de salón que invoca la poesía y resuena en cada segundo, en las preguntas por la acústica del lugar que abrigó las horas de grabación. Los créditos dirán una iglesia de San Telmo, en Humberto Primo entre Defensa y Balcarce. El templo del santo que nombró al barrio, el cura Pedro González Telmo, patrono informal de los pescadores según Wikipedia, habrá desempolvado su oficio de milagrero en esas brisas de teclados para “Bertolina Chayle”.

En el corazón de la música, tres obras escritas por Juan Andrés Despouy. Primero, “Muerte fabulosa de los caballos”, una poesía entre acordes de piano y tormenta, en la voz de Nadia, para memorizar sus versos, respiros y abismos, conteniendo la vida. Luego, entre golpes leves de vibráfono y rasguidos de zamba, “Halo Bestia”, canción que nombra todo este momento de apenas poco más de media hora, para dejarnos llevar por estrofas que dicen:

Si dejo correr al silencio
Y me siento a verlo pasar
Tal vez mi canto lo diga
con palabras simples como el pan
pero a lo simple lo pierdo
Y sin pan no se puede hablar

Si voy por la noche hasta el sueño
Y me integro a la furia de andar
monta una bestia mi sangre
tierra dentro oscuridad
Y Hiende galope en las venas
en sangre la bestia se va.

Si abro una puerta de olvido
y una pena me invita a pasar,
no piensen que no regresaré
deseando un recuerdo quizá
me iré por distancias de adentro hoy,
mañana regreso a cantar.

Si pienso tu nombre en secreto
y le suelto palabras detrás
tal vez mi canto lo alcance
Y sea tu nombre verdad,
Pero si corro y lo pierdo
Me pesa tu nombre al pensar.

“Me iré por distancias de adentro…” De nuevo: “Me iré por distancias de adentro…”  Una canción entera podría repetir ese pedacito de humanidad sin fin, para quedarnos en ese devenir.

Finalmente, “Dos laberintos” con instrumentación de banda, con percusiones, teclados, bajo y guitarra eléctrica. Otra sonoridad, junto a grandes invitados que no se nombran aquí porque figuran en la edición física y ojalá esta omisión actúe como llamador, porque será necesario insistir: si en cada casa de quien pueda leer esto hay discos físicos, es decir, si hubo un interés por guardar cajitas, dípticos, trípticos o libritos, cada uno con sus particularidades, entonces “Halo Bestia” es una belleza imperdible (seguro se podrán conseguir en el concierto de sábado).

Apenas acompañada por la guitarra de Nacho en los primeros acordes, Nadia desprende su canto grave en “Almagesto”, entre teclados como campanas, con versos de esperas que avanzan y mudan acentos para rimar “taquirarí” con “pindapoí”. Una segunda estrofa para entrelazar voces despierta la memoria repentina de otra belleza de Rodrigo Carazo, otro “Almagesto” en las alturas.

Una mujer atraviesa las nueve obras que rondan y pueblan “Halo Bestia”. Se llama Constanza Sánchez. Fue quien tuvo a cargo las grabaciones, en la iglesia y en su estudio. Pero hay una canción final, registrada en ION. “Flor de nieve” se abre en las voces de Nadia, Mariano Segret y Nadia Szachniuk (quien nos visitó hace unos meses junto a Nacho, coproductor de su disco «Luna atrás»). ¿Cómo componer así? ¿Cómo situar y soltar cada sílaba de cada verso en ese decurso lento de notas? Hay frases entre los pliegues de la caja-juego, pequeñas puertas a una historia de dos artistas reunidos por admiraciones compartidas hacia nombres identificados como frecuencias, pero también hay referencias a un largo tiempo de maduración, transitando paisajes, habitando espacios comunes y rincones inesperados.

Seraarrebol – «Flor de nieve»

Si cada texto sobre un puñado de músicas deja entrever alguna predisposición a recorrer sus tramas, acaso valga aquí, como nunca, intentar situarse en lo que se ha procurado compartir. Ese intento de ida, plasmado en formas sonoras y poesías, tendrá que encontrar de parte de quien escucha un propósito por desandar búsquedas alimentadas durante años. Por ese camino sin límites, en que cada quien pueda desobedecer apuros, llegará el milagro de un encuentro para siempre.

Agendá: 

Seraarrebol presenta «Halo Bestia» en Córdoba. 

Sábado 14 de octubre – 22 horas. 

Centro Cultural Graciela Carena – Alvear 157.

Entrada anticipada: $100 – En puerta: $120.