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Rudy presenta «El Reino»

24-11-2016 / Agenda, Reseñas
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Este viernes 25 de noviembre a las 20 horas en el CCNK – Auditorio de Radio Nacional, la cantautora estrenará su primer trabajo discográfico junto a músicos notables. Recorremos su música.


Rudy presenta «El Reino»

Por | redaccion351@gmail.com

Los detalles importan. Detrás de cada pequeño gesto hay una dedicación movida de alegrías como toda respuesta a cada hora que pasó, por cierto inadvertida, por esa venganza pobrecita de los relojes de apurar las agujas cuando alguna pasión se despega del tiempo.

Siempre importan los encantos particulares que todo primer trabajo tenga para ofrecer, desde su misma presentación. Lo primero que saluda en la edición física del disco debut de Rudy es su envoltorio. Sobre un fondo color rosa, aparecen dibujos que llevan a la infancia: un oso, un conejo, ramitas de árboles, hongos, frutos, caracolas y flores.

Tanto como los detalles, importan las sorpresas. Antes de sonar, «El Reino» es una belleza que se deja descubrir de a poco. Abrir, desplegar, recorrer, escuchar. Sinónimos de agradecer, siempre.

Once canciones propias. Once nombres convocados, comenzando por Tomás Ferrero (Rayos Láser), en producción y arreglos. La lista de músicos adelanta sonrisas. Matías Sabagh, Edu Valdés, Saida Echandi y el Cuarteto Magnolia, es decir: Hernán Soria, Sofía del Moral, Julio Gutiérrez y Luciana Marzolla.

Completan la ficha: Ana Kayen, responsable de los detalles y sorpresas del arte del disco; Mario Carnerero, ingeniero de grabación en 440 Estudio; Turco Saba, a cargo de la masterización.

Lo de las sonrisas se explica porque cada músico de los mencionados se conoce por su participación en diferentes proyectos para recomendar y que aparezcan aquí ya es una buena señal. Resta escuchar por primera vez, toda una bendición…

Importan, los detalles, las sorpresas y las palabras. Imaginar por un ratito nuevas formas de sentirse bendecidos. ¿Por qué no? Jugar a que alguien, una tía abuela por ejemplo, llega de misa y cuenta: «El cura se volvió loco. Al final, cuando tenía que darnos la bendición, dijo que escuchemos un disco de no sé quién que salió hace poco.»

Imaginar, de repente, un aviso parroquial, entre bostezos de reinos improbables, duermevelas de glorias, alabanzas indiferentes y eso de una sola palabra para sanar indignos: «Queridos hermanos, pueden ir en paz, pero antes, anoten: Rudy. «El Reino». Escuchen ese disco. La semana que viene los espero en la sacristía con una Estela y me cuentan qué les pareció.»

Maestro el cura. ¿En qué iglesia andará? Mientras algún creyente se toma el trabajo de ir a buscarlo y volver con la noticia obvia de que no lo encontró, mejor escuchar, y que la bendición de dios padre todo poderoso descienda en forma de parlantes y el botoncito reproductor, para levantar corazones. Sería más que justo y necesario.

«¡No hay problema!» decía Alf, el habitante más famoso de Melmac. «El Reino» comienza en un planeta similar, y la voz de Rudy saluda luego de una apertura de teclas, sobre un bombo de batería despojado. Después los coros y las guitarras, unas palmas, unos armónicos y unos ojos como lentes. «Foto para decir te quiero».

¡De nuevo! Otra vez esos arpegios. Inicio del juego.

 

Hay sonidos amigos de los diminutivos. «Canción para una mordida de serpiente» arranca con una «guitarrita». Primeras, segundas y terceras personas reunidas en los días felices de la poesía.

 

Suenan los teclados de Rudy en «Llueve» y una letra que repite «No hay luz», para que las cuerdas de Magnolia aparezcan desde las alturas graves del cello y acompañen un pasaje instrumental hasta que vuelva quien se fue y dejó toda esta canción. Si es por la muchachada escuchante, que vaya nomás por la sombra, que la música salva y no hay nada más hermoso que cantar bajo la lluvia.

 

La canción que nombra al disco es una copla, con bombo legüero, guitarra criolla y una lluvia persistente como marco para una voz que anda por la poesía embelleciendo formas leves.

 

Las imágenes que pasean por las teclas de «Miramar», unos versos de infancia, una vez estupenda, unas cuerdas, un coro y el gong del final… La paz sea con «El reino» y con su espíritu.

 

¡Nada de paz! «Hello Ginger» detona en la batería de Matías y en una procesión tamaño fiesta patronal para santificar la guitarra de Valdés. ¡Vamos de nuevo! ¿Quién es Ginger? No será la famosa bailarina ni la belleza de La Isla de Gilligan. O sí, o mas o menos. Importa que quien se viene yendo desde hace un par de canciones sigue inspirando versos y pasajes instrumentales para… Bueno, lo dicho: ¡Vamos de nuevo! ¡Madre santa la guitarra de Valdés! O mejor: Valdés. ¡Se supone que la guitarra le hace caso!

 

La métrica de «La casa» es un paseo de velocidades variables. Un piano genial de minúsculos planetas. Un coro en vuelo y la eléctrica que siempre sabe cuándo recrudecer. Todo suena en su lugar, como en casa, donde la música sabrá volver una y otra vez.

 

Con cuerdas de nylon y ruidito de púa, «1500 mañanas» comienza así:

«Creo que voy a bordarte un Mc Cartney en tu saco de jean.
Quiero cocinarte una sopa de almejas y crayones.
Cuando vos gritaste fuerte que todo da vueltas y vueltas
preferí ignorarte, y ahora ya no puedo despertar…»

 

El saxo barítono de Saida y los teclados de Tomás persiguen la voz en «Fantasma». Un coro de miedo se desdobla en el viento y la música es un juego de escondidas en el bosque más cercano a la imaginación de quien escucha. ¡De repente, un final de órgano de iglesia! ¡La bendición está cerca! ¡Hay que pisarle la sábana al cura!

 

Importan los detalles de «El respiro». Esos platos que estallan en el estribillo y el coro casi como anunciando nuevos encuentros. Después la calma del regreso en paz. Ahora sí, la paz de los detalles que vuelven a importar.

 

En el final, «Sonatina», una delicia de cajita musical que deriva en un (¡por qué no!) aire de tunga tunga para pasar los límites del amor, que vuelve a rodar por los ciclos de mirarse, buscarse, negarse, amarse, perdonarse y olvidarse.

«El Reino» es toda esa belleza que se deja ir en las cuerdas. Y que volverá a sonar.

 

Hace apenas unos días, Rudy participó del ciclo «440 Sessions», anticipando sonrisas.

Rudy – «Hello Ginger»

 

«El Reino» es otro de los bellos trabajos editados este año en Córdoba. Un juego de emociones que sabrá llevarnos de la mano por los escenarios donde la voz de Rudy libere la melodía.

La buena noticia es que esta misma semana tendrá su ceremonia de bautismo, un tanto diferente, sin demonios que espantar. Sólo habrá buenas canciones, para darnos la mejor bendición.

Agendá:

Rudy presenta «El Reino».

Viernes 25 de noviembre – 20 horas. 

CCNK – Auditorio de Radio Nacional  – General Paz y Santa Rosa.

Entrada gratuita.