» Numen Cuarteto de Cuerdas y Pablo Jaurena presentan «Sensación Piazzolla» redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Foto: Dante Ascaíno.

¿Para qué recomendar un concierto dedicado a la obra de Ástor Piazzolla?

Habría que suponer que tantísima gente más o menos cercana jamás escuchó la palabra «Piazzolla». ¿Harto improbable?

Habría que pensar que en tantísimas cabezas la palabra «Piazzolla» conecta apenas con «Ah sí, un músico importante. ¿Es argentino no?». Más o menos así, con ese tiempo de verbo en la pregunta, desparejo a su partida hace más de un cuarto de siglo.

Arrimando de lejos, se podría intuir que Piazzolla significa «Tango» en una mayoría de la que, con suerte, podría desprenderse la melodía de «Adiós Nonino» como único rebote, un puñadito de arena perdido en médanos involuntarios de músicas sin título ni autor que andan por la vida.

Empujando la cosa, Piazzolla tocaba el bandoneón sí, y fue muy famoso porque llevó el tango por el mundo, claro. Y por supuesto, bueno, ahí está «Adiós Nonino» y bueno, este… qué belleza «Adiós Nonino». Apenas otra multitud podría sumar «Libertango».

¿Cuántos corazones cercanos le habrán prestado un poco más de atención a la música de Piazzolla? Se contarán por multitudes aquellos que podrán citar algunas de sus obras más conocidas. Por ahí las Estaciones Porteñas o la Serie de Ángel… Y aquí tal vez se produzca un salto de escala tamaño cordillera entre quienes tienen a Piazzolla apenas como un músico argentino importante que llevó definitivamente al tango por el mundo con «Adiós Nonino» y «Libertango», y quienes no podrían definirlo de ese modo símil copete de diario (hay gente que habla con copetes, que tiene una definición de dos líneas para casi todo, una especie de eficacia andante) porque se perdieron alegremente en la obra de Piazzolla.

¿Cómo que se perdieron? Eso, se metieron para siempre a jugar en un bosque con lobo feroz omnipresente, con más ganas de jugar que de morder. O las mismas ganas, a cada lado de los colmillos. Una misma ronda de melómanos con sus orejas paradas y de músicos temerarios con sus instrumentos y partituras, abriendo los brazos y poniéndole el pecho a la embestida incesante.

Aunque mejor hablar de tiburones, tan caros a Piazzolla, y de movimientos irresistibles de tan desconcertantes, propios de una vida y obra de escualo insólito en un bosque, cambiando los dientes una y otra vez a la espera de nuevos jugadores por los escenarios de cualquier rincón del planeta, compartiendo programa con apellidos que siguen asomando aletas detrás de los pinos, siglo tras siglo.

Quienes por estos lados paran la oreja al llamado de los instrumentos y partituras, estarán al tanto de una nueva ronda, este sábado. Sobre un claro de la Avenida Julio A Roca sonarán movimientos de hojas como «Five tango Sensations» o «Melodía», y estampidas como «Fuga 9» y «Fuga y Misterio». También «Libertango» y algún que otro clásico, como dentelladas finales.

¿Importan los jugadores detrás las maderas y los atriles? Muchísimo. El Cuarteto de Cuerdas Numen, una de las formaciones con más historia y continuidad de nuestra música, integrada por Eugenia Menta en cello, Hernán Testa y Carolina Lorenzo en violines y Gustavo Raspo en viola, marcará el pulso de la ceremonia junto al bandoneonista Pablo Jaurena, integrante del MJC Trío, de la Orquesta Provincial de Música Ciudadana y Director de la Orquesta Típica Ciriaco, por nombrar algunas de sus numerosas actividades en Córdoba, entre otras tantas en diferentes países.

Numen Cuarteto de Cuerdas – «Four for tango»

¿Para qué recomendar un concierto dedicado a la obra de Ástor Piazzolla? Acaso para expandir el bosque, en medio de tanto desmonte.

De cualquier modo, no dejará de ser otra invitación innecesaria para quienes andan por nuestras calles como por senderos sin piedras que marquen algún retorno.

Llamado, pues, a quienes caminen nuestros días con menos ganas de amontonar copetes que de adivinar aletas detrás de los árboles.