Presentación imperdible

Julián Venegas – Pablo Juárez: «Dos cauces»

27-11-2015 / Agenda, Reseñas
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Dos grandes artistas rosarinos presentan su disco este viernes 27 de noviembre a las 22 horas en Cocina de Culturas, con invitados de lujo. Apuntes sobre las canciones.


Julián Venegas – Pablo Juárez: «Dos cauces»

Por | redaccion351@gmail.com

Un pianista: Pablo Juárez.

Un cantautor: Julián Venegas.

Un origen: Rosario.

Un tiempo: discos notables, reconocimientos, grandes nombres en el camino.

Un disco: «Dos cauces» – Blue Room Estudio – 2015.

Un botón: reproducir.

Un gesto simple: escuchar y soltar apuntes.

Canoero

Piano cristalino de atardecer; los destellos del último sol contra el marrón del agua que corre para seguir pariendo voces y canciones. Un invitado en flauta: Emiliano Zamora. Una imagen constante:

“Yo soy canoero, la corriente llevo…”

El hombre y el río en un verso de afluencias. El hombre que lleva a la corriente, al nombrarla; la corriente que lleva al hombre y sus redes; la corriente en las venas del hombre; el hombre en la poesía de la corriente. El curso de la palabra; el verso del agua y sus acordes.

Luna de primavera

 

Un claroscuro de madrugada para cantar “Todo se enciende para el horizonte hasta que puedas solita volar…” El piano es eso que entiende cuándo sonar, entre palabras que vienen del río a la ciudad, y ya es la noche. Cómo canta Julián cuando canta “Ya se pueden sentir en el aire…” Cómo aparece el piano al final de “aire…”

“Tranquilidad de luna que naces,
el universo cuidándonos…”

Sólo escuchar en silencio y quietud, con autos pasando en la otra cuadra, con retazos de memorias que van por un poco de vino y el pianista que sabrá todo sin saber.

Caminante

Canciones que alivian pesares recientes. El hombre es más noble que el dolor, que no sabe que duele, y más que la música, que no sabe que salva.

“Sin querer se esconden los relieves que vendrán…
Caminante a no bajar la cabeza…
Cargo poco peso, mi piedra es la fundamental,
qué mejor que tropezar con certezas…”

El piano es la razón de los versos para seguir buscando, otra vez. Demasiado que perder para quedarse a esperar.

“En el horizonte, calma que ya va a llegar…”

Una nota grave que se queda. Una sombra proyectada desde mañana.

Otra vez el mar

Un dos tres un dos tres para unir comienzos. Canto sobre nubes altas y un juego para siempre a favor del viento, con el mar, allá abajo, y el llanto en la mirada que aprendió, tal vez, de un viejo verso mediterráneo.

Navego el río. Improvisación I

El cauce de un agradecimiento renovado. Las manos de un pianista a lo ancho del día en cien segundos.

Hombre nuevo

Resplandor de teclas como amores de Rosario.

“Pequeño espejo de mar,
lo que el cielo tiene para dar,
no es lo mismo que ayer.”

Versos en futuro por un recorrido de piano abierto en presente. Un ritmo que imagina golpes de bombo y derivaciones que apuran el paso. Un gesto de paz en el final, puro celeste.

Dos cauces

La vida arropada bajo una melodía al piano. Esas pocas notas de los primeros segundos que dan al aire. Casi un vals. Chiquito. La bruma en una voz liberada al juego de atravesar las primeras horas de claridad. Tantas canciones, tantos autores celebrados de repente. Los movimientos, la forma simple de volver a mirar para soltar el alma y una marca de estilo bellísima que une sustantivos y adjetivos en plural y singular.

“Cuando navego este río del tiempo,
voy dejándome sentir su vibrar.
Sus olas marrón,
su andar hacia el mar,
son parte de mi verdad…”

Señora chichera – Mi garganta.

Una canción para armar, interminable, de acentos desplazados para siempre. Y un rescate. Cuerdas percutidas, vibradas, movidas de octavas, tejidas por memorias que devuelven imágenes de viejos cines, de películas con finales imposibles.

Empujoncito del viento.

Un parche inesperado. Carlos Seminara en percusión. Una copla de viento en los agudos de la voz. Sentir los segundos que siguen al último verso. Hay canciones que mejoran sus silencios mediatos. Parecen haber nacido para unir estelas. Un canto compartido sabrá fundirlas, una vez más, y otra.

“Quien te calla es el viento
soplando en el pecho va,
siempre el viento abrigador,
viento que algo arrimará”

Los agudos de la voz de Julián. Toda esa magia leve…

Mirar el río – Improvisación II

Unos ojos que se acercan, un andar en paz, desordenado de amor. Una nota colgada de la mano derecha de Pablo, la izquierda paseando graves, y un momento de párpados cerrados. Pasaje instrumental para repetir, para volver a la primera improvisación, para recorrer de nuevo esos dos momentos.

La puerta del sol

Canción universal. Música para abrir ventanales y desear, entre lágrimas, una sonrisa buena por cada mirada que pasa, por cada dolor cercano y desconocido. Una introducción para volver a ofrecer el corazón; una letra que se canta tomando aliento con todo el ser, o simplemente se escucha para volver a pensar que no todo está perdido.

«…Piedras, flores, rocío
La luz de aquella mañana
Silencio de un pueblo ausente
Sagrado y frío dolor
Preguntas que hacen las piedras
Que nadie aún contestó
Hundiéndome en sus entrañas
La pacha mama lloró
Presencia que me estremece
con cada paso que doy…»

Un gesto simple: agradecer por la aparición de «Dos cauces».

Un verso que queda: «Cuando te vi en el agua te vi…»

Un encuentro posible: Venegas y Juárez en vivo, en Córdoba, este fin de semana.

Un par de invitados: Lucas HerediaRodrigo Carazo.

Un recuerdo cercano: «Puentes Invisibles».

Un consejo al espejo: no te lo pierdas.

 

Agendá:

Julián Venegas y Pablo Juárez presentan «Dos cauces».

Viernes 27 de noviembre – 22 horas.

Cocina de Culturas – Julio A. Roca 491.

Entrada: $80.