» Jenny Náger y Paola Bernal en escena redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

Es tan importante el cansancio… Y tan inconfesable a veces…

La vida tiene que tener sus momentos de felicidad, claro, de algo que se repite por el simple gusto de estar haciendo eso que no es posible dejar de hacer. En cada variante de un hábito que nos define, no suele aparecer la pregunta fatal, esa que patea las costillas desde adentro y suena exactamente así: «¿Qué carajo estoy haciendo yo acá?»

Pues no. Con los años, las pequeñas alegrías juegan como afirmación que no pretende mayores explicaciones. La repetición de una veredita camino a la carpintería, de una canchita con un arco o un tablero, de aeropuertos y hoteles, de tubos de ensayo, micrófonos, bastidores, tranqueras, expedientes, pernos y coronas, gubias o partituras, se explica por sí sola.

Hacer, simplemente, lo que pide el cuerpo, el alma, el espíritu, el horóscopo, la virgen, el corazón, la peluca, el demonio amansado, el ojo que mira al magma. Cada loco con su tema.

O como dijo un señor músico cuyo nombre comienza con J y lleva el primer apellido de la Cañada a la altura de Colón, sobre sus días y los de sus colegas: «Somos músicos porque no podemos dejar de serlo».

Dejemos las tranqueras, los tubos de ensayo, las gubias y demás variantes utilizadas para distraer con curvas la marcha recta hacia el otro lado de la vida. Nos quedemos con las canciones, por simple imposibilidad, otra vez, de abandonarlas. Allí están, de sublimes a fuleras, conectadas en sus extremos por esa galaxia de puntos medios más o menos inflamables.

El problema no aparece con las canciones fuleras. Como sucede con las películas olvidables, hay gente obstinada en perder el tiempo destruyéndolas bajo el manto del oficio de la crítica y mucha más gente dispuesta a replicar esas miradas, al menos como recurso para ganar tiempo esquivando dizque porquerías sin mayores esfuerzos de ningún tipo.

El verdadero problema aparece, más de una vez, con las grandes canciones y con quienes las crearon, por la necesidad aparente de encontrar palabras cada vez, de un lado, para diversificar un elogio; del otro, para sostenerlas con un concepto.

Vayamos de una vez al punto. Jenny Náger y Paola Bernal cantarán juntas este jueves 21 de abril en el Centro Cultural Córdoba.

Es tan importante el cansancio… Y tan inconfesable a veces…

Alguna vez, una percusionista confesó. «Lo que más extraño muchas veces es el silencio». ¿Pero cómo? ¿La vida de un músico feliz de serlo no pasa por hacer y escuchar música todo el tiempo? A metros de donde divagan estas líneas, dice Roberto Arlt, pegado en la heladera, más o menos de memoria: «Cada vez me convenzo más que la única forma de conocer un país, es conviviendo con su gente… Vivir alejado de la literatura y de los literatos». ¿De qué hablaba el autor de tantas obras literarias? Tal vez del cansancio por la tácita obligatoriedad de buscar y encontrar formas elegantes y luminosas para decir alguna cosa sobre su obra, sobre eso que no es posible dejar de hacer. Tal vez el aburrimiento por la banalidad de la vanidad, del apego a emociones vecinas de un tipo de afectación que más temprano que tarde se mudó de la casa de al lado a la piecita del fondo y de a poco va ganando ambientes.

Antes de replegarse y arrojar la llave por la alcantarilla, la importancia del cansancio y la libertad de confesarlo no tiene la forma de un sincericidio. Más bien, su alivio radica en la vuelta a lo más simple, a lo que siempre se ha disfrutado sin más ejercicio que el de escuchar, una especie de contra turno del «oficio» que en ocasiones juega de reverso para una felicidad que es la misma, pero desde el respiro, yendo al encuentro de dos mujeres que hacen música, sin la urgencia de encontrar una definición, sin la afectación de unas formas, por lo pronto más transitadas que los accesos al centro en horas pico, y claro, sin salir a incomodar corazones menos amigos de las rondas de declaraciones acerca de por qué tal nombre para tal ciclo, que del simple acto de encontrar versos y cantarlos, con una guitarra y un bombo, apenas, y sin embargo tanto.

Este jueves, Jenny Náger y Paola Bernal cantando juntas, por simple imposibilidad de dejar de hacerlo. Reeditando su espectáculo «En los jardines humanos», nombre que se explica, simplemente, con una mujer: Violeta Parra.

En unos días viajarán a México, para hacer lo mismo: emocionar y emocionarse. Eso nomás, la vida misma.