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Hijo de la Tormenta presenta «El manto de la especie»

9-04-2016 / Agenda, Reseñas
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Este sábado 9 de abril, después de la medianoche, el trío se sube al escenario de Casa Babylon para liberar las canciones de su segundo disco. Seis canciones para escuchar mucho antes de morir. Más bien, ahora mismo.


Hijo de la Tormenta presenta «El manto de la especie»

Por | redaccion351@gmail.com

Te tiene que gustar el rock. Te tienen que haber pasado un par de discos por la vida. Un par de los buenos.

Si te gusta el rock, seguro  escuchaste bastante más de un par. Seguro escuchaste muchos. Tantos que no podrías contarlos.

Escuchaste no significa que prendiste la radio y sabés que esos que cantan son justamente esos que cantan.

No. Escuchaste significa: te compraste el disco, te lo descargaste, lo pusiste en las orejas y te gustó-emocionó-desesperó-enloqueció tanto que tenés la lista de los temas y cada melodía, cada corte, cada fraseo de cada verso y cada segundo milagroso de cada instrumento, todo incrustado en la cabeza para todo el viaje.

¿Cuántos discos tenés junados a ese nivel?

Serán muchos. La mayoría, tal vez, te habrán en ese pasaje que va de los diez a los veinte años de vida, cuando en la planta alta de las cejas habita una esponja ilimitada que escucha por primera vez una canción y se aprende la letra de punta a punta.

Todo, después, pasa por administrar la esponja. Si te fijás, tenés un par de millones de datos innecesarios. Es mentira que el saber no ocupa lugar. ¿Por qué te creés que la mayoría de los viejos ya no hablan de corrido? Te cuentan algo y meten un «eeeehhh» cada cuatro o cinco palabras. Es el modelo del disco rígido que nació en la era analógica y la revolución digital se lo llevó puesto en medio del río.

El oxígeno te oxida. Te arrugás, te hace falta más tiempo para reponerte de alguna juerga, sentís el falso contacto de las neuronas péndulo… Las cataratas de información que te inundaban la esponja, de a poco se dispersan en un cuentagotas miserable.

¿Cómo se hace para recuperar un poco de capacidad de absorción?

No alcanza con llevar a pasear el alma por los placeres del arte. Podés escuchar mil discos por año y más. Ahora, a una pestaña de distancia, podés programar música diferente las 24 horas de todos los días que medien entre la presente lectura y tu último respiro.

Te saco la cuenta: ¿Cuántos años podrás tener? Suponete 30. Con el yogur que va a salir dentro de un tiempo, te morís a los 120. ¡Te quedan 90 años de vida!

Bien, 90 años x 365 días: 32.850 días.

Calculá que entre dormir y demás cuestiones, te quedan 12 horas diarias para escuchar música.

32.850 días x 12 horas: 394.200 horas.

394.200 horas x 60 minutos: 23.652.000 minutos.

Saquemos un promedio de duración de canciones, obras, piezas, lo que sea. Al vuelo: 5 minutos.

23.652.000 minutos / 5 minutos promedio de música: 4.730.400 canciones. Redondeando: 4 millones.

Empecemos a restar: contratiempos diarios, distracciones, penas y alegrías de la vida. Reduciendo a la mitad, y redondeando para abajo: tenés unos dos millones de canciones diferentes para escuchar.

Parece una locura. Sigamos bajando: un millón de canciones. Un-millón-de-canciones-diferentes-para-escuchar-antes-del-velorio.

Imposible. Pongamos números reales: no te quedan 90 años. Calculemos un tercio: 30. En dos o tres décadas, te morís de viejo o te visita un tren de frente.

No tenés, ni remotamente, 12 horas diarias para escuchar música. Con muchísima suerte, la mitad de la mitad: 180 minutos.

180 x 365 días x 30 años / 5 minutos promedio: te esperan 394.200 canciones.

Demos vuelta los números. Calculemos un promedio de 10 canciones por disco. Te esperan 39.420 discos para tus próximos 30 años, es decir, para los 10.950 días de vida.

Conclusión, otra vez redondeando para abajo: desde este mismo día hasta el primer canto de los teros del cementerio: 3 discos por día.

No sos músico, no sos luthier, no sos un estudioso de la materia: sólo te gusta recorrer discos, si es posible completos.

¿Escuchás tres discos completos por día, atento, como se ha dicho más arriba, a todos los detalles? Mirá que la mayoría de los músicos se rompieron el alma por los detalles, hasta llegaron a pelearse por arreglos insignificantes; es más, se podría decir que los discos que vas a escuchar son tantos o menos que los que jamás escucharás por proyectos que naufragaron debido, justamente, a los detalles. ¿Alguna vez pensaste en los no-discos? ¿Sabías que son muchos más que los que finalmente salen a la luz? Qué triste, ¿no?

Sigamos. Tres discos por día. ¿Sigue siendo mucho?

Uno por día entonces. Pero ese que elijas, te tiene que capturar toda la atención. ¡Toda eh! No te pongas a cocinar en el mientras tanto. No hay mientras tanto. Hay parlantes y punto.

¿Estamos más o menos de acuerdo? ¿Podrás disponer de este ratito diario? Es posible que encuentres, de esa forma, grandes momentos de placer que te alargarán la vida sin yogures ni cosméticos ni porquerías de ninguna clase que te venden los que trabajan de mentirte.

Habiendo considerado pues tu gusto por el rock, y encontrando un momento propicio para escuchar el disco del día, acá tenés el segundo de una banda de Córdoba que se llama Hijo de la Tormenta.

Decime si no es una genialidad: «Hijo de la Tormenta». Hay que agradecerle a los Natas, otra gran banda.

Pues bien: Hijo de la Tormenta. Nombre del segundo disco: «El manto de la especie». Esta gente sabe ponerle nombres a las cosas.

Tres integrantes: menos de 30 años. Hicieron el disco que hicieron y no tienen 30 años. El promedio debe rondar los 25. Juan Cruz Ledesma canta y toca la guitarra; Guido Di Carlo el bajo; Santiago Ludueña la batería. En tres temas aparece, en teclados, una variación luminosa de Scalabrini Ortiz: Fabricio Morás, o el hombre que no está solo y espera eventos sobrenaturales.

Después del disco debut, «El manto de la especie» es otra experiencia de escucha que atraviesa los sentidos. Otro desacomodamiento glorioso de cañerías: todo lo que entra por los oídos se proyecta en imágenes que no sabías que tenías guardadas en la esponja. Paisajes de catástrofes proyectados contra las paredes internas de los párpados; ráfagas insólitas de humo en la memoria olfativa; segregación de saliva; mansedumbre final y conmoción por otra gran alegría, esa que se repite cuando una música nueva sorprende.

¿No será para tanto? Escuchalo varias veces. Prestale atención a los comienzos. Hay algo de inofensivo que te pone la mano en el hombro y te lleva a pasear, a lo Virgilio. Sabrás ubicar cada paisaje que la música te genere en algún círculo del infierno y todo estará más que bien. Lo que dejes sonar en los parlantes nació en Córdoba, donde el Dante es un monumento a la cumbre de la literatura universal, pero también una avenida para pasear escuchando rock, y claro, un puesto de choris para calmar la ansiedad, porque los mejores discos dan hambre… Te colgaste tanto en la escucha que cuando te diste cuenta, se te volaron la dos o tres horas diarias de música, se te hizo de noche, tenés la esponja inflamada de felicidad y el estómago a los gritos.

Presentación

 

Todo lo que vayas a escuchar se toca en vivo, este sábado 9 de abril, después de la medianoche en Casa Babylon, y después de Casa Babylon en tu larga vida, repleta de discos como el de un trío cordobés qué pasó la rotonda del Purgatorio y compró un lote en el Paraíso con vista a las Sierras.

Hijo de la Tormenta – El Manto de la Especie

 

Agendá:

Hijo de la Tormenta presenta «El manto de la especie»

Bandas invitadas: Montaña Eléctrica y Denso Crisol.

Sábado 9 de abril – 23.45 horas.

Casa Babylon- Las Heras 48.

Entrada: $120.