» Gabriela Beltramino presenta «Senses» redaccion 351

Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com

En los últimos minutos de las películas corales, las experiencias suelen confluir, por azares más o menos inesperados, en una o dos escenas que sacuden al espectador. Luego de la conmoción, aparece el mérito de los artistas. Imágenes y músicas que vuelven con los años para agrandar la figura de sus creadores e intérpretes.

Tantas y tan buenas, esas pequeñas alegrías juntadas en el camino miden su dimensión, una y otra vez, cuando las puertas de la percepción se abren para recibir nuevas emociones, que sabrán incomodar, como todo gran trabajo sabe hacer, tarde o temprano.

Suponiendo que algunas obras tienen fecha de nacimiento, el primer disco de Gabriela Beltramino, publicado este año, viene golpeando las puertas desde mucho antes de su gestación.

Antes de «Senses», vimos a Gaby compartir escenarios con artistas enormes que han redimensionado su figura, por azares que sólo florecen de causas resumidas en talento y trabajo. Antes de las doce interpretaciones que este jueves tendrán su estreno en vivo, disfrutamos de presentaciones que más de una vez han generado la misma tonta pregunta: ¿esta chica es de acá?

Hay preguntas tontas que enojan y preguntas tontas que enorgullecen y ponen a quienes vayan a responder en posición de tomar carrera para pegar un salto de felicidad. Por qué no un grito, también.

¿Gaby Beltramino es de Córdoba? Háganse a un lado…

¡¡¡Síííííííííííííííííííííííííí!!!

De Córdoba, esa experiencia coral que confluye en trabajos de calidad creciente. En una escena que Gaby viene expandiendo. Pensando mejor, Beltramino es de Córdoba y de donde ella quiera. De donde su primer gran disco la lleve.

Por ahora, una aproximación.

Vemos un perfil de la cantante en la tapa de «Senses», casi flotando sobre la quietud de una fuente. Vemos otro perfil, de princesa medieval, en el interior, y esa frase de Blake que hemos usado, un poco también para saludar al viejo Jim.

Leemos una poesía infinita de Pizarnik en el reverso del libro que acompaña al disco: «Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.»

Leemos un agradecimiento de escritura amable y reposada hacia sus compañeros de vida.

Encontramos una lista clásicos del jazz que convoca a grandes mujeres; descubrimos títulos que nos ponen a jugar; celebramos la autoría de Gabriela en los créditos de tres canciones.

Leemos los nombres que acompañan a la cantante. Mariano Loiácono en trompeta, flugelhorn y arreglos; Sebastián Loiácono en saxo tenor; Juan Canosa en trombón; Ramiro Penovi en guitarra; Francisco LoVuolo en piano; Jerónimo Carmona en contrabajo y Pepi Taveira en batería.

Leemos más nombres importantes: Agustín Schelstraete en arte gráfica; Noelia Carballo en fotografía; Rodrigo Pesce en maquillaje; Ariel Barbero en vestuario.

Leemos: «Grabación: Florencio Justo en Estudio Libres y Cuatro Estudio entre abril y junio de 2014. Mezcla y mastering: Florencio Justo en Estudio F. Septiembre de 2014. Co-productores ejecutivos: Gabriel Soria (Blues Vital radio); Fabián Maidana.»

Escuchamos.

«Sences» abre con una versión genial de «Zip-a-dee-doo-dah», tema de una vieja película de Disney, donde el canto es pura diversión. El sonido de los instrumentos y los arreglos juegan a la altura.

Todas las hojas son del saxo en «Lullaby of the leaves» y hay dos clásicos enredados en la tercera pista: «I’m a brass band» envuelve un fragmento de «I feel pretty» para regalo del disco, antes de la primera creación de Gaby. «Adagietto to my mother» es piano, contrabajo y versos escritos en el cielo para Mabel, alma de diamante, madre en años luz.

El piano se queda en el aire de «I’ll be seeing you» y otra madre universal bendice la versión. «I’m old fashioned» es un pase de saludos que embellecen la memoria de Billie Holiday y Ella Fitzgerald. El tempo acentúa la frescura de una letra que nunca pasa de moda.

«Zip-a-dee-doo-dah» a capella

La segunda composición de Gabriela, «The flower and the bluebird», es una fábula de amores entre una flor y un pájaro azul, susurrada por los árboles de un bosque olvidado. Ese día mágico de mayo, entre los versos de la historia, nos deja jugar con una noche mágica en el Real, tan esperada.

«I wish i knew how it would feel to be free» convoca a otra diosa del género. El saludo a Nina Simone inicia con vientos, contrabajo, escobillas y una guitarra que crece de a poco. Es una gran versión, de canto liberado en el final. «(It’s not easy) Bein’ green» es otro guiño a la infancia, al show de los Muppets, a la rana René, que seguirá viviendo de peluche en millones de hogares por todo el mundo.

«Since the very first of all» es una canción de amor, la tercera de Gabriela, con un solo de guitarra que tiene el color de la distancia, del recuerdo. La melodía se desvanece entre platillos. «I love being here with you», antes del final, es una belleza para mover los hombritos y recordar a Peggy Lee.

«Here’s to life» es un flugelhorn que marca el comienzo del final para que Gaby nos entregue su enorme capacidad expresiva, para que ese himno de la música nos ayude otra vez a reír, a vivir, a amar.

«Senses» cierra con un brindis que abre las puertas de un nuevo momento feliz. De una nueva recurrencia que sabrá encontrar espacios infinitos. Por lo pronto, su presentación en vivo, que entendemos imperdible.