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Fabricio Morás en Vivo

15-10-2015 / Agenda, Reseñas
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Este viernes 16 de octubre a las 22.30 horas en Gondwana, el cantautor compartirá las canciones de «Ruido como Antes», su último disco. Lo compartimos nuevamente, como invitación al concierto.


Fabricio Morás en Vivo

Por | redaccion351@gmail.com

Hay una canción de Fabricio Morás que se llama «Cancioncita lluviosa». Es la última de «Ruido como antes», su último disco, una docena de hermosas canciones.

«Cancioncita lluviosa» es una guitarra para escuchar mirando desde la cocina, desde la pieza, o desde el trabajo, por un vidrio garuado, hacia lo que cada uno tenga del lado de afuera en una tarde lenta.

Las plantas del patio; el viejo que pasa despacio en bicicleta, esquivando algún charquito; la nena que vuelve del almacén, la doña que se baja del taxi.

Es un poco curioso escuchar esos arpegios y ver que arriba dice «Fabricio Morás». Algo tendrá que suceder. Alguna vuelta tendrá que darle a la melodía simple, bella y triste del primer minuto. Antes de que el sonido ablande las contracturas del día, aparece la vuelta, en forma de melodía que se filtra por los acordes, entrecortada y perfecta. Aparece también otra guitarra.

Una hermosura.

 

Así termina el disco, que tiene once canciones más y que comenzamos a recorrer de atrás para adelante porque acaban de pasar «Memento» en la tele y por qué no copiar el recorrido en reversa.

Porque no. Los discos empiezan por el principio. El autor habrá pensando vaya a saber cuántas horas para darle un orden a las canciones.

Problema del autor. Mejor que «Memento», «Rayuela».

La tercera canción se llama «Venganza». Es otra belleza. Podría decirse que es una balada. Pero suena a balido, a oveja. Y el autor, como ha de saberse, es un Elefante. Morás barrita: «Sé que esta vez contendré la respiración, y te veré como sos, nada más…» Después, entre cuerdas con trompa que marcan los versos, resuena: «Voy construyendo un espacio de claridad, para volar en pedazos tu voz, agitándose al sol, la solución.» El intermedio instrumental, sobre la base de rasguidos que atenúan la violencia de la poesía (no es «violencia» la palabra), es un bajo plantígrado y una guitarra retorcida.

Suena así.

 

«La carga» es la número nueve. Alguien molesta desde la memoria, que resulta siempre complicada, por los libros o por alguien que martilla como el bombo entre las estrofas. ¿Cómo sabe una guitarra que sonando traerá un poco de calma? No es la guitarra; es el que la toca. Sí, pero también la guitarra. El sonido de las guitarras que suenan en el final.

Acá está.

 

El inicio de la quinta juega sin querer queriendo con el tema de un gran cuento de nuestra literatura, queriendo significar con «nuestra» a una parte de la literatura compartida con usted, querida bestia peluda imaginaria que antes de perder tiempo leyendo esta nota, habrá disfrutado de hermosas barbaridades.

El inicio de «Parte de mí» dice:

«Parte de mí se alimenta
De parte de mí que está muerta.»

Mientras continúan las investigaciones para descubrir la forma de resucitar a un par de escritores sin repuesto, Fabricio mete las violas donde tienen que ir y se aleja de las primeras imágenes con el viento de los últimos versos, que le dan al bombo un sonido diferente.

Parte de mí.

 

«Tomá lo que es tuyo», la segunda, es toda otra cosa. Hay una percusión de cajón sincopado, una guitarra de onda corta, una pandereta que viene sonando desde antes y un piano en el final para cerrar versos. Es breve. Hay que escucharla de nuevo y otra vez. Respirarla. Cada nueva escucha se hace más necesaria.

Una y otra vez.

 

Antes de liberar el resto de las canciones, la última de este recorrido introductorio. «Ruido como antes», la sexta. ¡La «Pastoral» de Fabricio!. Su poesía es breve:

A veces hacés ruido como antes
pero no te reconozco.

Y los discos me impresionan como nunca
pero no te reconozco.

Lectura inicial, que invito a enriquecer, o mejor, a sacar de la pobreza. Alguien que era importante se fue. El ruido, imagen de ese pasado que aún resuena, va deshojando sus ecos, porque como decía un señor que gracias a la vida misma sí tiene repuesto, «Todo pasa.» El ruido enrarece. Las mañanas, antes irremontables, de a poco se dejan llevar. El viento de otras canciones habrá erosionado la pendiente. Los discos, la música, la emoción, el corazón, desvanece referencias que parecían talladas en piedra. Un retruco a ese clásico de Mihanovich. «Todo todo ya no me recuerda a tí. Algunas cosas, pero cada vez menos… Sabelo.» Hay recompensa por cualquier auxilio hermenéutico.

Ruido como antes.

Es una canción importante la sexta. Nada menos que el título del primer disco que Fabricio, desde su proyecto solista, grabó con todo lo necesario para salir a tocar, tal vez más feliz que nunca.

 Aquí el disco completo.

 

Atentos a la edición física de «Ruido como antes», podremos disfrutar este viernes de sus canciones y de algunas de las muchas compuestas y publicadas en varios trabajos anteriores.

Una nueva presentación para seguir descubriendo a un músico notable.

Agendá:

Fabricio Morás en vivo. 

Viernes 16 de octubre – 22.30 horas. 

Gondwana Bar Cultural – Paraguay 396.

Derecho de espectáculo: $40.