Por Pablo Arietti | redaccion351@gmail.com
En una charla telefónica, previa a una de sus tantas visitas a Córdoba, allá por noviembre de 2012, Raúl Carnota nos regaló un par de miradas sobre la música.
Sobre la creación:
«La composición es algo muy individual. Hay dos tipos de gente. Hay quienes hacen temas, y hay tipos que buscan y buscan. Formas de expresarse, nuevos caminos. Es como si uno pintara con siete colores o con toda la gama de colores cuando se combinan. Hay imaginaciones muy variadas. La popularidad por supuesto es otra cosa.»
Sobre su propia búsqueda:
«Yo no he tenido una formación muy ortodoxa. Me fui haciendo a lo largo de mi carrera, que comenzó como músico, desde chico, cuando todavía no era profesional. Era por supuesto un melómano que se dejaba traspasar por distintas músicas. Hoy soy el resultado de todas esas influencias.»
Sobre la inspiración:
«Mirá, es como ir a cazar. Uno tiene que “ir” a cazar. Hay veces en que se cazan pajaritos; otras veces, piezas más importantes. Lo que hay que saber es que a los pajaritos, según lo que uno busque, no hay que tirarles…»
Tiempo después, hace justo un año, la muerte, esa enormidad indecente, melómana de las más egoístas, salió a cazar piezas importantes. ¿Cómo saber de sus planes? Tal vez amaneció pensando en almas célebres de rutina, artistas montados a pedestales medidos con el centímetro del mismísimo Apolo. En un claro del bosque gris cemento, se cruzó una bestia enorme y asimétrica, única en su especie de bigote feroz y guitarra policroma. El fin de la persecusión nos dejó, como siempre, a los gritos.
Habrá quienes sepan guardar silencio como sinónimo de reverencia ante su Majestad, la Guadaña, y unos cuantos peludos que detonen imprecaciones contra los avisos fúnebres, amigos y alumnos de todas las edades que afinen sus instrumentos y voces para tocar y cantar todo lo que puedan, como antónimo vital.
Por ahí andan cuatro músicos de Córdoba, peregrinos del Cazador, de los caprichos que supo desparramar antes de vérselas con la Cazadora.
Fer Romero, guitarrista y cantante; Julián Beaulieu, guitarrista; José Gómez, percusionista; Diego Bravo, pianista, bajista, lo que quiera. Sus «10 caprichos de Carnota» suenan desde hace unos días para desmentir la hoz.
El otro camino
Algunas de las creaciones de un artista desmedido encuentran versiones formidables en este disco, grabado en Desdémona, editado por Edén y que tendrá su noche de estreno este sábado 26 de septiembre a las 22 horas en Cocina de Culturas.
La lista es una belleza que abarca la amplitud compositiva de Carnota, rescatando verdaderas joyas y dejando los clásicos para la presentación en vivo. Los arreglos de «Coplas sin luna», de «Sólo luz»; de «La rosa perenne», de «Ña Poli», entre otros, bien valen llegarse temprano para ganar una mesa cercana al escenario.
Hay un documental del querido Gonzalo Puig, donde los músicos adelantan su tributo.
Lo compartimos.
Como la admiración es compartida, el concierto incluye a dos grandes músicos invitados, de iniciales cruzadas y guitarras compañeras: Mario Díaz y Diego Marioni.
Será una fiesta de la música, antónimo vital de tanta ausencia.
Agendá:
«10 caprichos de Carnota».
Sábado 26 de septiembre – 22 horas.
Cocina de Culturas – Av. Julio A. Roca 491.
Entrada: $100. Con disco: $150.
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