Por José Halac.
Hace unos días leí en facebook que alguien, con ese modo de decir algo inteligente y sagaz, escribió que estaba harto de los «muertos VIP», refiriéndose a la muerte de Cerati y el clamor popular y mediático que provocó.
Cuando alguien de la clase media e intelectual/seudo intelectual a la que pertenezco, escribe y habla así, a la luz de cuadras interminables de personas que siguen el féretro de alguien destacable, sospecho que detrás de esas palabras hay algo escondido y hediondo.
¿Pero qué se esconde detrás de un insulto como ese? Se esconde una miseria profunda y una sensación de culpa. Miseria es cuando nos falta algo y no podemos enfrentar esa falta más que con insultos y violencias. Y culpa porque no podemos ocultar que esa persona ha hecho algo que nosotros no nos animamos a hacer. Culpa de ser cobardes.
Y recurrimos instantáneamente a la razón que calcula todo y hace números: que Cerati es menos talentoso que este otro, o que es un producto del marketing o este otro compositor hace mejor música y no ha sido reconocido cuando murió y este otro cantante murió pobre y nadie supo dónde fue enterrado y así sigue, ad infinitum.
Para mí, hemos perdido la noción del pequeño dios caído. Al decir de Rodolfo Kusch, si muere Eva Perón o Gardel o el Che Guevara, comparados con Dios, vienen a ser pequeños dioses. Adorarlos es ser poco cultos. Mejor la ciencia o la máquina, o algún científico que realmente ha hecho algo importante.
Yo me pregunto si sólo se trata de hacer cálculos acerca de quién hace mejor música, entonces no estamos entendiendo nada. O mejor, sólo entendemos lo que vemos. ¿Y si no hay nada que entender? ¿Y si sólo hay un enorme vacío que de algún modo mágico gente como Cerati pueden llenar de alguna manera impensada y que es captado por la gente o el pueblo en esa manera que tienen las masas de pasarse información, actos de fé, en ese inconsciente colectivo que nadie sabe cómo funciona pero que funciona siempre igual?
Quizás, de esa manera, Cerati sea un muerto VIP. Un pequeño dios que cayó porque así debía suceder, pero que debe haber hecho cosas que nadie quiere hacer, que superó de algún modo su miseria y pagó con su muerte esa culpa de todos.
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