Rescates

Madres de la Plaza, a 40 años

30-04-2017 / Lecturas, Rescates
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El sábado 30 de abril de 1977, a poco más de un año del golpe de estado cívico militar, 14 madres se encontraron en Plaza de Mayo mientras buscaban información sobre sus hijas e hijos desaparecidos. Cuatro décadas después, su lucha es un ejemplo en el mundo. Compartimos dos poemas para honrar la historia.


Madres de la Plaza, a 40 años

Por Mario Díaz.

Hoy, 30 de abril de 2017, se cumplen 40 años de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo.

Las homenajeamos con dos poemas.

Edgar Morisoli – «Ochocientos jueves»

Girasol, giracielo, girahonor de la plaza.
Un retrato ya mudo, un lugar en la mesa,
Un lugar en el alma. Giraluz, girafuego,
Giragrito en la tarde, girangustia en el viento.
Soledad, soledades, no se absuelve la lágrima,
No se indulta la pena. Giraflor, girasueños,
giralumbre porfiada que ilumina el camino,
giramíes, girapájaro, giramor, giranube,
girafán que ha triunfado sobre miedo y olvido,
girasur contra el norte que bendijo a la muerte.

La dignidad de un pueblo resiste en esa ronda de los pañuelos blancos.

Abril de 1993.

 

Hamlet Lima Quintana – «Cielo blanco»

No veo el cielo, madre, sólo un pañuelo blanco
no sé si aquella noche yo te estaba pensando
o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos
pero entré en otra historia con el cielo cambiado.

No me duele la carne que se fue desgarrando
me duele haber perdido las alas de mi canto,
las posibilidades de estar en el milagro
y recoger las flores que caen de tu llanto.

No quiero que me llores, mírame en tu costado,
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado,
mi voz está en las voces de los iluminados
que caminan contigo por la ronda de Mayo.

No quiero que me llores ahora que te hablo
mi corazón te crece cuando extiendes las manos
y acaricias las cosas que siempre hemos amado:
la libertad y el alma de todos los hermanos.

No sé si aquella noche amanecí llorando
o si alguna paloma se me murió de espanto,
sólo sé que la vida que me esperaba tanto
es el cielo que crece por tu pañuelo blanco.