Menos Mitos

Los Defensores de Causas Perdidas. Capítulo 19

8-10-2017 / Lecturas, Menos Mitos
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Nueva entrega de una historia que pedía a gritos cualquier aproximación a diagnósticos, tratamientos y precauciones en torno a posibles trastornos de la conducta. Una vez leído, conservar en lugar fresco y seco.


Los Defensores de Causas Perdidas. Capítulo 19

Por Juan Fragueiro.

Capítulo 19

Informe psicológico del Primer Hombre de Korvazwchona (por el doctor Segismundo Dimitrovich Plutarco Ponce, con la aprobación de nadies). Top Secret.

Según hechos evidentemente documentados este Primer Hombre, llamado Menefrega, poseía una personalidad desdoblada en cuatro. Este fenómeno recibe el nombre científico de «Persecutae Angustiasarum Peligrosisimae Est».

En la escuela freudiana se consideran fundamentales los primeros seis años del individuo. La plasticidad y maleabilidad de esos meses iniciáticos son fundamentales para plasmar la futura personalidad adulta.

El Doctor S. Freud, +Requiem In Pace+, ha marcado determinadas fases o «piedras» de toque psicobiológicos del desarrollo. Durante este periodo se dan las cuatro grandes formas de neurosis que determinarán personalidades esquizoides, depresivas, compulsivas e histéricas.

El niño que no goce de condiciones apropiadas a su etapa oral crecerá oralmente perturbado o resignado o deprimido o falso modesto. Este tipo de individuo tiene un calvario permanente. El paseo más insignificante será para él motivo de gran preocupación. Antes de salir lo afligirán cosas tales como: «¿Qué hace ese clavo en la pared? ¿Por qué en aquel rincón no he visto antes esa loneta? ¿Y si quedo ciego, cojo o manco?». Todo lo llevará a recorrer el mismo camino una y mil veces hasta conformarse (lo que nunca sucede). Además de semejantes obsesiones puede contarse la de lavarse las manos, hurgarse los ojos y millones de tics más.

Las frustraciones infantiles van mucho más allá. Tal vez no nos tomen de sorpresa en la inhabilidad sexual del individuo-sujeto.

¿Qué pasó en los primeros años de Menefrega? Veamos esta carta, escrita con su puño y letra cuando era un párvulo:

«Las mejores paciones se encuentran detras de las bentanas, en las plasas de tres cayes mas avajo. En ese lugar, en el que oy mora un zitio baldio, supo eccistir ace unos anios la Escuela de Secso para Ninios y Prinzipiantes.
Recuerdo a Marga, tomando entre sus inecpertas pero candorosas manos mi diminuto mienbro (no recuerdo si después de m va b); y tambien a la pechugona de la verduleria acariciando sus pechitos entre mis bolas. Y a la colorada preguntando hasta cuando jugariamos al doctor si ella estava mejor que la semana pasada. Y, como no recordarla, mi maestra de segundo inferior que me ensenió como se trata a una dama en eda de merecer. Ella, con su ecperiencia y pasiensia introdujo mi palito en su boca, y tras mucho suxionarlo logro su merecido premio: un picaflorcito de estiradas venitas asules que le hacia cosquillitas en su garganta.
Recuerdo a todo segundo inferior observandonos y a la directora amenazandonos con el puntero…»

De este relato deducimos que el Primer Hombre korvazwchofonés carecía de los elementos básicos para convertirse en el Primer Punto de Referencia en la Esfera Médico-Antropológica que imaginó el doctor S. Freud, +Requiem In Pace+, y un poco más tarde los primos Ortega y Gasset.

Por lo tanto, Menefrega, sólo puede aspirar a un puesto de prócer oxidado y con lagañas hemorroidales. Sus síntomas fueron:
1- Evidente sintomatología patológica a través de vómitos y diarreas invertidas; es decir, uno salía por donde debía la otra y viceversa.
2- El individuo se desdobla en cuatro, no sintiendo la responsabilidad de sus miembros inferiores. Incapaz de trasladarse por sus propios medios, lo cual ocasiona trastornos viscerales y ambulantes, muchas veces irreparables.
3- Este paciente, como tantos otros con el síndrome de Pape, es un paranoico irreversible. Camina con la cabeza echada hacia atrás, jamás forma fila en la cola de los bancos, ni acude a recibir premios. Jamás hizo lo que para el común de la gente es tan sano como fornicar a la siesta.
4- En el aspecto sentimental está más desprotegido. Ya vimos el fracaso de su primera relación sexual. Se aconseja a los papeístas seleccionar sus amistades, sus amores y hasta sus enemistades. ¿Por qué? Sencillamente porque para ellos no deben existir los imprevistos; todo debe estar mecanografiadamente anticipado para actuar en consecuencia. Cualquier modificación será tenida en cuenta como una afrenta al modus operandi modus vivendi dum modus cogitionis.
5- Como otro elemento de juicio elemental para este informe hemos recogido en una cinta estas declaraciones de la propia boca de Menefrega (o al menos de una de ellas), quien ya se asume como papeísta:

Doctor: ¿Cómo fue su infancia?
Papeísta: Podría haber sido mucho peor.
D: ¿Su adolescencia le dejó recuerdos gratos?
P: No recuerdo…
D: Ante la alternativa «Suicidio o Vida», ¿dudaría?
P: Optaría por el suicidio.
D: ¿Cuántas veces va al baño por día?
P: Cuatro.
D: ¿Tuvo operaciones importantes?
P: Cuatro.
D: ¿Qué enseñanza le dejó su primer amor?
P: No sé qué es eso.
D: Relájese un poco… Hábleme de sus cosas.
P: Bueno, en realidad yo siento como que he sufrido por cuatro. En el intervalo de mi gestación mis padres se odiaron mucho, a muerte… Lo que necesitó amor para germinar se rompió y ellos…
D: Lo siento. Se acabó la sesión. Seguimos el jueves.

El papeísta siente que todo el mundo lo posterga, lo anula humana y verbalmente, como si su existencia se tratara solamente de una necesidad fisiológica en la que no todos reparan.

¿Para qué vivir? se pregunta Menefrega e ipso facto se responde: «Para pasarme cincuenta o setenta años al pedo, jodiéndole la vida a los demás.

El cuadro clínico se agrava al presentarse un nuevo elemento disociante: el «Síndrome del Regreso». Esta perspectiva, natural en apariencia (todos estamos huyendo de algo para más tarde regresar a ello), en el papeísta es motivo de grandes cavilaciones: Si no vuelvo… ¿por qué no vuelvo? Si vuelvo… ¿para qué vuelvo?

Jamás encuentran respuestas que satisfagan sus inquietudes racionales y cuando creen tener una a mano se les quiebra la muñeca del desarraigo y lloran porque se van, y gimen porque vuelven.

Sin riesgos para el resto de la sociedad korvazwchofonesa pero peligroso consigo mismo (o con alguna de sus cuatro partes al menos), el papeísta puede renunciar a su vida en cualquier instante. O mejor dicho, en cualquiera de sus cuatro instantes, según la personalidad dominante del momento. Aunque por lo general termina dudando acerca de qué actitud asumir.

Riesgos de tratamiento
Si el papeísta decide hacerse tratar, debe tenerse en cuenta bajo qué personalidad lo ha dispuesto. Tomando las precauciones del caso para que las otras tres personalidades no opten por omitir el pago final de las sesiones (cada una de ellas costará por cuatro).

Indicaciones para evitar mayores riesgos
Tomar a cuenta cheques por valores que superen el monto final en un cuarenta por ciento. Hacerlos firmar ante escribano público nacional, no papeísta y orar a Dios o en su defecto a algún Santo psiquiatra.

Costo del tratamiento
En las circunstancias anteriormente expuestas y de no mediar impedimento grave, el tratamiento del Papeísmo es oneroso mas no por ello impracticable.

Clínica Psiquiátrica Ayúdate tú mismo… si puedes.
Director: Segismundo Dimitrovich Plutarco Ponce
Matrícula Profesional: en trámite desde 1975.