Literatura

La última caminata con él, por Ezequiel Gómez Castagno

8-07-2015 / Lecturas
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Mezclar literatura y fútbol, a mi parecer, es la combinación perfecta. Faltan solo unos días para que vuelva a rodar la pelota en primera división, y acá vamos haciendo la previa de la mano de un compañero de la casa.


La última caminata con él, por Ezequiel Gómez Castagno

Por | csiles@redaccion351.com

La última caminata con él
Su viejo luego de darle pelea a una maldita enfermedad, se había ido a mejor vida hacía un mes y medio. Ese hombre, que le transmitió la pasión por el club de sus amores. El mismo que cuando él era chico lo llevaba en los hombros y bajaba por la Arturo Orgaz, entre una marea de gorritos celestes y que, ya de grande, se sumaba a las previas junto él y sus amigos.
No había forma de no quererlo al Tomy. Si llegaba y era uno más de la banda. Era tranquilo y siempre estaba de buen humor. Sí, era tranquilo, hasta que empezaba el partido, je. Una vez que la redonda se ponía en juego se transformaba. Gritaba, gesticulaba, saltaba, lo vivía de una manera especial.
Belgrano, por el número de socios, no jugaba oficialmente en su estadio de barrio Alberdi y lo hacía en el Kempes. Pero en la tarde noche de un viernes de febrero, en plena preparación para el inicio del campeonato, jugaba un amistoso con Newell´s en el Gigante. Lo que menos le importaba a la mayoría era el partido, sino que se respiraba felicidad por volver a jugar en el barrio, en casa.
Ese día la previa la hacíamos en Alberdi, a media cuadra del Julio Cesar Villagra. Cruzamos Colón y emprendimos esa hermosa caminata. Bajamos por Orgaz, pasamos Rioja y cuando llegamos al pasaje en donde nos juntábamos, el Negro me miró y me dijo “creo que no cerré el auto, ya vengo”. Te acompaño, le dije y me dijo: “no te hagas drama, voy de un pique y vuelvo”.
Cuando lo vi regresar al rato comprendí lo que había pasado. Él sabía que había cerrado el auto desde el primer momento. Lo que el Negro necesitaba era hacer ese recorrido con su viejo por última vez juntos. Así como el Tomy lo llevó tantas veces en los hombros primero, de la mano después y. ya cuando fue creciendo. caminando a la par de él. El Negro sentía que debía homenajear a su papá llevándolo a recorrer ese sendero.
El mismo camino que tantas veces los vio ir llenos de ilusión y volver de mil formas diferentes, contentos, cantando, enojados, puteando, sonriendo y todos los estados que se puedan imaginar. Pero siempre los vio volver con la misma ilusión y la misma pasión. Nunca lo hablé con él, pero creo que se le deben haber cruzado miles de imágenes y momentos compartidos unidos a esa caminata y a esos colores que son parte de su historia.
Le debe haber agradecido por ser su ejemplo y por haber luchado hasta el último día “a lo Belgrano”, el haberle inculcado el amor por ese escudo, tal vez se le hayan caído unas lagrimas, esbozó una sonrisa, lo abrazó con el alma y le pidió a su viejo que lo acompañe por última vez a hacer ese recorrido con destino al lugar donde se enciende el motor de la alegría.
Seguramente cada vez que juegue Belgrano el Tomy desde arriba gesticulará, saltará, gritará, cantará y hará fuerzas para que la pelota entre en el arco rival. También estoy seguro que cada vez que juegue Belgrano estará en la tribuna, expectante, esperando que la pelota bese la red para fundirse en un abrazo con el Negro.