Con Permiso

El ruido y la música

22-07-2018 / Con Permiso, Lecturas
Etiquetas: ,

Todo amontonado, superpuesto, mezclado: el tiempo, las experiencias, los saberes, las acciones, pero con un hilo conductor, para sentirse parte de lo mismo. Como la murga, la militancia tiene esa mística.


El ruido y la música

Por Luciano Debanne.

Foto: Movimiento Barrial Pueblo Adentro.

«Primero vienen, después hacen quilombo con los instrumentos, ruido, después nace el ritmo, el baile, el canto.» Algo así me dijo una vez un coso que andaba en esto de las murgas barriales.

Primero el ruido, después el ritmo, capaz el canto y el baile. Primero el ruido, después la música.

Todo es parte del proceso que nace del encuentro. Hay que descubrir primero que los instrumentos están, disponibles, que se pueden tocar. Y de a poco se va construyendo el coraje para explorar y de ahí el aprendizaje, colectivo.

Pero primero el ruido, como una cacerola en una esquina, o una puteada a la cana.

Una de las dificultades que tienen que salvar los procesos de educación popular es resolver cómo se incluye todo el tiempo a nuevas gentes sin que eso signifique atrasar el proceso de los que ya vienen más duchos.

Parece imposible si uno lo piensa con lógica de escuela, lineal: primer grado, segundo grado, tercer grado y así. De la oscuridad a la luz, como quería Sarmiento.

Pero no funciona así en la calle, no funciona así. Está todo amontonado, superpuesto, mezclado: el tiempo, las experiencias, los saberes, las acciones.

Todo mezclado. Al bardo, pero con un hilo conductor, un hilo que hace que un murgero viejo pueda charlar con el pibe que se sumó hace un mes y entenderse perfectamente, sentirse parte de lo mismo. No sólo en la murga, la militancia tiene esa cosa, esa mística.

Pero primero el ruido.

Ese ruido no nace del silencio. No es que llena un espacio vacío, eso no existe, cuando se habla de política, o de cultura, eso no existe. No hay ausencia inicial. Capaz que el ruido, que va a la música, nace de la música; o del baile, o de la furia contenida en los músculos, o de la pena.

Les digo esto porque así ahora me parece, así ahora. Algo así.

Un quilombo. Primero el ruido. Pero ahí, entre medio, redoblan viejos tambores, eso que parece alboroto es baile.

Ahí estamos. Primero el ruido… Pero ya hay un ritmo en el aire.

Ser oyentes atentos y músicos generosos. Y disponer el cuerpo a aprender, a dejarse cruzar por la más maravillosa música, que resuena de fondo como una masa madre, leudando y dispuesta a multiplicarse.