Con Permiso

Cruces

10-06-2018 / Con Permiso, Lecturas
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De iglesias, conventos, pibes, abrazos, putas, amantes, piernas, dedos, labios, calles, carteles, vendedoras, paños, antenas, peatonales, hospitales, plegarias, capillas y cementerios.


Cruces

Por Luciano Debanne.

Pinturas de Daniel Pito Campos.

En Córdoba el sol amanece sobre cruces, sobre techos de iglesias, de conventos, de escuelas confesionales.

Amanece sobre la cruz formada por cuatro pibes en una esquina escuchando Jiménez, ya pasados de rosca, sobre los brazos en cruz de dos putas que se anticipan un abrazo de fin de jornada en las veredas sucias de Güemes.

Amanece sobre dos amantes universitarios que despiertan cruzados uno sobre otro en el departamento de un amigo que se fue a la casa de sus padres en Jujuy o Salta y les dejó la llave para que se amen.

Amanece sobre la cruz de la línea amarilla y la sangre en la ruta a Carlos Paz, sobre la cruz que forman los brazos de un pibe para protegerse de la viava en una comisaría.

Amanece sobre la bombilla cruzada sobre el mate, mientras se termina de calentar el agua. Sobre los carteles despintados de Mestre, cruzados sobre postes de luz que hace tiempo no prenden. Sobre las cruces de los cementerios, las cruces reales de San Vicente y las que dibujaban en las paredes de La Rivera los desaparecidos por soñar.

Amanece sobre los paños sin desenrollar todavía, amontonados en cruz, de las vendedoras bolivianas de ajo, pimiento y mentisan, en la zona del mercado. 

Amanece sobre la cruz hecha con los dedos sobre el labio de un atorrante que intenta engañarle unas monedas a una señora mayor en una parada de la 27 de abril.

Amanece sobre la cruz de las antenas de televisión en un techo de barrio. Sobre las piernas cruzadas de los que esperan en la terminal vieja sin saber que su bondi sale de la nueva en dos minutos. Sobre la parada cruzada de anuncios bajo la que espera el colectivo la piba que vive en Alberdi y labura de mucama en un barrio cerrado llegando a Calera.

Amanece sobre el crucifijo de los hospitales públicos donde se mueren de olvidos estatales los viejos y los pobres. Sobre las cruces donadas por empresarios en las capillas de las clínicas privadas, donde piden perdón los gerentes de la fundación Mediterránea intentado un milagro que los salve de arder en llamas eternamente. 

Amanece sobre la cruz que forman las losetas blancas en la peatonal, simulando la sombra de la Catedral y el Cabildo, donde se torturaba y se perdonaba a los torturadores, todo en el mismo lugar.

Amanece sobre ese cruce de caminos que es Córdoba, hecha de migrantes, de negros, de indios. Amanece sobre Córdoba y sus calles en cruz.

Amanece sobre su propia cruz, Córdoba toda, y nosotros sus clavos, sus crucificados, su sangre negra de fernet y coca, su música sacra en el Sargento, su plegaria humorística, su morir de amor.