Con Permiso

Como un papelito

14-12-2017 / Con Permiso, Lecturas
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¿Qué hacer con la decepción? ¿Cómo manejar los sentimientos nacidos de los tiempos que corren?


Como un papelito

Por Luciano Debanne.

Vamos a buscar con cuidado ese sentimiento de decepción que apareció. Usemos los dedos. El anular preferentemente, que dicen que está conectado directamente al corazón.

Vamos a buscarlo con cuidado, evitando el desprecio, el asco, evitando incluso la pena. Vamos a escarbarnos con los dedos y a buscarlo.

Cuando lo encuentres, cuando lo toques ahí arrugado, latiendo, vamos a agarrarlo, de una puntita, de una esquina y vamos a ir tirando cautelosamente, sin romperlo.

Que salga como salen los pañuelos de colores del puño cerrado de un mago: sin detenerse pero suavemente, sin brusquedades. Hay que tomarse su tiempo cuando se juega con sentimientos, es peligroso andar a tontas y a locas.

Cuando lo tengamos entero, vamos a desplegarlo sobre la mesa de la cocina, mientras tomamos unos mates. O en el centro de la ronda, durante el plenario. O quizás en la sobremesa del domingo. Cada uno sabe. Vamos a desplegarlo ahí, íntimamente, aunque sea con otros.

Lo vamos a alisar con la mano, con las dos manos. Intentado borrarle las arrugas, intentando que recobre exactamente las dimensiones que tiene, su esplendor, su brillo, ahí sobre la mesa, nuestra decepción.

Ahí está. ¿ves? Es eso. Ni más que eso, ni menos que eso. Se lo puede mirar, se lo puede estirar, se lo puede tocar. Está y existe. Ahora sigamos.

Vamos a ir plegándolo, a ese sentimiento, como un papelito. Como si fuera una hojita de papel glasé (cada uno sabe que color tiene su decepción). Primero un pliegue, después otro. Con cariño, con amor, con cuidado, con paciencia. Es nuestro sentimiento, hay que cuidar que no se aje. Y otro pliegue y otro.

Vamos a hacer un pajarito, una grulla, con nuestra decepción. Y después suavemente vamos a abrir el huequito por donde lo sacamos y lo vamos a volver a meter con los dedos. Con los mismos dedos de cocinar, con los dedos de saludar, con los dedos de coser, con los dedos de llevar anillos, con los dedos de putear, con los dedos de pintar carteles, con los dedos de entregar volantes, con los dedos de acariciar, con esos dedos. Lo vamos a meter de nuevo adentro y vamos a cerrar ese huequito. Apretando despacito, como un repulgue.

Y después vamos a saludar a nuestros compañeros, a nuestros amigos, a nuestra familia, nos vamos a abrazar, a brindar, y vamos a seguir haciendo lo de siempre: militando, laburando, soñando mundos mejores, trabajando para que sucedan.

Dicen los japoneses que si uno junta mil grullas se asegura larga vida, o se cura para siempre de una enfermedad.