Entrevista

Mario Díaz y Valeria Arnal presentan «Flor sola»

13-08-2017 / Agenda, Entrevistas
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Este viernes 18 de agosto a las 22 horas en Cocina de Culturas, el dúo compartirá las canciones de su disco junto a notables artistas invitados. Compartimos una charla con uno de nuestros músicos más queridos.


Mario Díaz y Valeria Arnal presentan «Flor sola»

Por | redaccion351@gmail.com

Una tarde de sol para guardar en la memoria. Una charla sobre un disco de catorce canciones que ya fluyen por los días de muchos corazones atentos a la belleza de dos voces reunidas en la poesía y sus tonalidades.

«Flor sola» cuenta de un momento feliz en las vidas de Mario Díaz y Valeria Arnal que nos lleva por paisajes de hombres y mujeres resumidos en el canto, en sentires convocados por una guitarra inconfundible y sus nuevas búsquedas.  

Como hace un tiempo, Mario abre la puerta de su casa, más precisamente de la calidez de su casa. Comparte el mate y la charla, que otra vez se publica sin edición, como corresponde y nos permite este espacio sin limitaciones de caracteres. 

-Al abrir “Flor sola” se lee: “La canción, como la flor del cardón, es el recado urgente que nuestro corazón le manda al sentimiento para treparse en lo más alto de él y desde allí cantar. Ese es nuestro divisadero…”

-La idea es una imagen muy Yupanquiana de asociar la canción a la flor del cardón, que no obstante las condiciones adversas, ella crece. Pensemos en esa imagen del cardón, solito, como un soldadito en la ladera del cerro. Sol, agreste el paisaje, frío… Todas esas contingencias del clima y sin embargo, en un momento, aparece la flor, efímera, porque dura tres o cuatro días, y nunca es igual, no se repite. Entonces nos gustó asociar esa idea de que la canción emerge con cualquier circunstancia de tiempo y lugar que te rodee. Puede ser en condiciones favorables o adversas.

-Y nace entre espinas. En el cardón, lo regular, lo constante, son las espinas.

-Exacto. Como decía Borges, cuando uno está enamorado no se pone a reflexionar. Disfruta, entonces está más propenso a cantar cosas como “La felicidad”. En ese momento no perdiste el amor, lo estás disfrutando. Es un hecho feliz. No pensás, lo vivís, como un día de sol. La melancolía suele venir con las nubes. Hay un estado del alma que se mete en esas brumas, porque hay temas que están rodeándonos permanentemente: la finitud, el tiempo que va pasando y se nos escapa de las manos. Parece una cosa de todos los días pero uno no se sienta a pensar que el río no vuelve atrás y que el viento no tiene firmeza, parafraseando a Jaime Dávalos en “Trago de sombra”. Son cosas que están con nosotros, acechantes. Y en un momento, tal vez en un día gris, hay una puertita que se entreabre y entra todo eso.

-La primera canción del disco, justamente, es “La nostalgiosa”.

-Nosotros venimos del interior. Valeria de Corrientes, yo de la llanura, de Huinca Renancó, y ese tema siempre está presente, aunque uno haya elegido este lugar, la niñez, esa porción más sabrosa del fruto de la vida, como decía don Juan Filloy, transcurrió en mi caso allá y para ella a la vera del río Paraná.

-En ningún caso había una montaña al final de la calle.

-¡Claro! Hace poco estuvimos en Salta. En un momento nos encontramos parados en la mitad de una calle, en pleno centro, mirando y pensando lo mismo, “busco al fondo de la calle un cerro” Y me dice Valeria, “lo que habrá sentido Jaime Dávalos en Buenos Aires, donde levantaba la persiana de su casa y lo único que habrá visto eran edificios.» Todo esto mientras contemplábamos eso, un cerro al final de la calle. 

-Qué belleza eso de silbar con gusto a campo y cantar con la boca herida…

-Es de una exquisitez esa poesía y además cómo está asociada a la música.

-Es una letra donde el tema es la soledad, sin embargo la palabra no aparece.

-Ahí está. Entonces se rebate toda esa tendencia de las canciones, de amor por ejemplo, donde tiene que aparecer la palabra “amor” o hay que asociar el amor con la piel, con lo corporal, con el deseo. Se puede prescindir de eso, ¿no?

-“Ademán de tocar tu piel” dice «Vida siempre».

-Fijate eso… “Ademán…” Y además la musicalidad. “Ademán…” La utilización musical de la palabra, que en eso Spinetta era tremendo. “Resplandor, dulce contraluz…” Ahí están las búsquedas, el trabajo. En “Camafeo” por ejemplo… “Se transpapelará…” Mirá la palabra que está cantando, parece cacofónica y después la asociás con la música y decís qué maravilla, ¿no? Las transgresiones dentro de las formas. Me pasó lo mismo cuando en el secundario escuché por primera vez al Dúo Salteño, y escuché “La geografía del vino”. Tenía 14 o 15 años y dije, con cara fiera, “está desafinado eso…” Después me di cuenta de que había algo ahí, una forma que me remitía a algo que ya no existía más, una manera muy vieja de cantar. Con el tiempo empecé a entender eso. 

-La copla andando por ahí.

-Exactamente. Por otro lado la poesía resulta más original cuando más alejada está la metáfora del objeto que intenta representar. Mientras más abstracción haya, más te va a exigir para que lo entiendas. Y te vas a preguntas “¿Cómo?» varias veces. Y muchas veces pasa que escuchás y después te cae la ficha de algunas cosas. Me pasó con “Canto versos”, un tiempo después de haberla grabado, y de haberla cantado incluso con Fandermole. “Tan débil soy que cantar es mi mano alzada…” Un día iba para la casa de mi vieja y empecé a repetir eso y se me empezaron a caer las lágrimas. Me terminó de caer la ficha. Fue en un momento determinado pero vaya a saber qué fibra me tocó ahí, ¿no?  Entonces, esta «Flor sola» no está tan sola.

-Está rodeada de todo lo que pasa en el disco.

-Este es el tiempo que nos toca vivir. De desencuentros, de angustias, de soledades… Cómo somos, cómo pensamos y qué sentimos, todo está dicho ahí.

-Hay un largo camino de canto a dúo con distintas voces. ¿Cómo fue el encuentro con Valeria para este disco? Aunque podría acotar la pregunta a cómo fue el encuentro. Estoy pensando en “Canción del Horizonte” donde cantan otras cosas.

-Mirá, una vez fui a Resistencia, en agosto de 2013, a dar una charla en la escuela de un percusionista muy bueno de allá. En esa escuela Valeria daba clases de canto. Cuando nos encontramos me cuenta que escuchó mis discos, mis canciones. Cantamos algunas cosas y fue como si lo hubiéramos hecho desde siempre. Las voces se atimbraron. Nunca fue una preocupación que las voces se peguen. Por eso notarás que a veces hacemos unísono y parece una sola voz. Todo se dio y fluyó naturalmente. Vuelvo en octubre por el centenario del Teatro Vera. Armo un quinteto con músicos de allá y con Valeria haciendo coros y cantando a dúo algunas canciones. Y después el destino, la vida, el amor, hicieron lo suyo. En el 2014 fuimos a una gira muy hermosa por Paraguay, Buenos Aires, Rosario. En 2015 empezamos a acariciar el sueño del disco. Y pudimos grabarlo en 2016, con algunas contingencias de salud en el transcurso. Así que acá estamos.

-Y estamos rodeados de los objetos que aparecen la gráfica del disco. 

-Fue la idea. Son objetos queridos de nuestras vidas. El muñecote, el pajaruco, las muñequitas, los músicos estos de la mesa, el mate uruguayo, la guitarra.

«Sirviñacu» es una obra que ha ganado versiones hermosas. Pienso en Mery Murúa con Horacio Burgos, Franco Luciani que la cantó en «Anda en el aire», Cecilia Mezzadra en «Sin prisa», y Duratierra. Y ahora la tenemos en «Flor sola» cantada a dúo.

-Y nos planteamos esto. Nos preguntamos si cantar cosas más transitadas, o inéditas, o cosas mías que ya han sido grabadas pero con otra visión, por el hecho de cantarlas a dúo. Bueno ése fue el desafío. Cantar a dúo para introducirle otra mirada a la cosa. Nos metimos con Fernando Cabrera y nos quedó una versión que significa una puerta por la cual mucha gente ha entrado al disco, así como algunos han entrado por “La nostalgiosa” o por “Sirviñacu”. Hablamos con Valeria de eso, de cómo van llegando las canciones a cada uno.

Mario Díaz y Valeria Arnal – «Sirviñacu»

 

-En “Hechizo de Puna” suena esa lluvia (instrumento apoyado en un rincón de la casa). Hay palabras que enamoran. Como recién hablábamos de “transpapelará”, acá aparece “estrellerío”. No es lo mismo “cielo estrellado” que “estrellerío”.

-Ahí está Alejandro Maldino.

-Alguien que busca a su amada, la de “mejillas como lapachos encendidos”. Y «soltar un te quiero», que el viento le dé cauce y lo lleve a Jujuy, que las nubes lo esparzan con la lluvia y que el sol lo resuma… 

-Cuántas imágenes, ¿no? Cuando vamos al Norte, les decimos a los amigos jujeños a quienes les gusta este huayno, que esta poesía para nosotros es una expresión de deseo muy fuerte, un anhelo que cobra sentido cuando uno está lejos de esos paisajes. No es lo mismo “Me iré a Jujuy” desde acá, que cantar eso allá mismo.

-Y después «volver para honrar olvidos», y ser uno más en valles perdidos.

-Para honrar a gente que ya no está, después de tanto tiempo. Es una especie de reproche del poeta al decir “vuelvo para honrar el olvido”.

-La poesía de «Entre nubes» es otra maravilla. La coplera juntando migajas de sol entre la sombras desparramadas por las hojas de parra. ¡Qué locura eso!

-Es de mucha ternura. ¡Tanta que se hunde el cielo! Esto está dedicado a Barbarita Cruz, un personaje notable de Purmamarca. Nosotros fuimos a visitarla hace unos años, en una especie de viaje iniciático que hicimos con varios amigos. Ella era maestra rural, coplera, artesana, trabajaba el barro. Y fue muy gracioso porque cuando llegamos nos recibió, nos arrumbó en un sillón grande que tenía y de pronto nos trajo un botellón con un vaso muy pequeñito y empezó a contarnos de lo rico que le había salido un jugo de mandarinas, y que nos iba a convidar. La conversación fue transcurriendo mientras ella iba tomando. Hablamos de todo, nosotros bromeábamos con el paisaje porque el fondo del patio de su casa da al cerro de los siete colores. Imaginate abrir la puerta que da al patio de tu casa y encontrarte con eso, debe ser hasta agobiante. Y bueno, la charla siguió, recorrimos la casa, nos mostró el taller donde trabajaba… De pronto agarró la caja y soltó unas coplas. Todo muy hermoso. Hasta que nos fuimos. ¡Y nunca probamos el jugo de mandarinas! (risas) No obstante, le dedicamos esa canción. Una especie de homenaje que claro Barbarita ya tiene con “Jujuy mujer” con letra del “Coyuyo” Carrizo y música de Néstor Soria. En esos días que estuvimos por allá, nos encontramos con don Domingo Zerpa, de Abra Pampa, con Tomás Lipán David Zamar, de San Pedro.

Mario Díaz y Valeria Arnal – «Entre nubes»

 

-Después viene “Nacida en agua de guerra”, otro homenaje a otra mujer que hemos tenido acá en Córdoba. ¿La conociste?

-¡Claro! Bueno nosotros seguimos la línea yupanquiana ¿no? Con el paisaje habitado por el hombre. Siempre le cantamos a personajes que están sufriendo. Siempre ha habido esa preocupación. La cueca es una joyita con letra del Negro Rivella y música del Chato Díaz sobre Amada Eulogia Cortez, una mujer que peleó la vida solita, muy solidaria, muy cariñosa, allá en su pensión en Barrio jardín, recibiendo al estudiante que anduviera flojo de plata, con poquitas cosas. Ella lo tenía en su casa y cada uno pagaba como podía. Se decía que era la primera en llegar a cuanto jolgorio había, la primera en empezar a tomar, la primera en salir a bailar y la última en saludar. Había un espíritu, unas ganas de vivir. Tenía mucho humor, decía que la forma de llegar a los 100 años era amar a todos los hombres pero un ratito.

-¡Cuánta sabiduría! Cómo no cantarle a esa gente.

-Todo el disco está atravesado por personajes. Y hay canciones que ya cuentan con varias versiones buenas, pero creo que le encontramos una vuelta de tuerca, una manera de decir que nos ha dejado muy conformes, también con esta cueca cuyana, que no se canta habitualmente a dúo.

-Hay un gato de Omar Moreno Palacios que directamente no se canta.

-Justamente. También pensamos en tomar cosas inéditas para el gran público. “Quisiera fuera mi niño” es un gato compuesto hace 50 años que nadie canta.

-Hay líneas que se conectan. Por un lado los personajes con “Entre nubes”, “Nacida en agua de guerra” y “Lorenzo el Toba”; la infancia con “Quisiera fuera mi niño” y “Niña de las escondidas”; el amor con “Sirviñacu” y “Canción de amor en mayo”, que habías cantado en un disco hermoso de Dante Ascaíno y Eugenia Menta; el Norte con “La Nostalgiosa”, “Hechizo de Puna”, “Rumbo al cerro”“Ceremonia del maíz”, el Río de la Plata con “El tiempo está después”, y una vuelta a Cuyo con “Remolinos”

-Claro, esa es otra cueca que adoramos. Nos dimos el gusto de poner estas cosas. No buscar originalidad en cuanto al repertorio. Nos gusta la música en general. Y acá están todas las regiones de nuestro país. Está el Litoral, la llanura… Hay un pie que se está asentando en todos lados. Con la «Ceremonia del maíz» hay una mirada de Latinoamérica y con “El tiempo está después” una mirada de las dos orillas. Ahí nos metimos con una canción transitada pero la grabamos porque nos gusta mucho y ya la veníamos cantando. Pensamos mucho el arreglo. Las voces no se mueven tanto, están más paralelas, y lo que va cambiando es el fraseo, que en la primera estrofa es cuadrado, en la segunda está más rubateado, viene el estribillo, la tercera tiene un compás de siete, le sustraemos un cacho de letra. En un momento modificamos la melodía que voy llevando y fraseamos de otra forma.

-Y todo eso pasa en una canción.

-Todo eso. El otro día ensayábamos con Julián (Beaulieu) y me decía “¡Loco! ¡Parece sencillo tocar esto y cuando lo empezás a desmenuzar… Mamita!” Y es que me salió así. No tengo una idea de complejizar la cosa para decir “mirá qué piola” o para que sea original. No. Simplemente me salió así.

-Es que nadie esperaría que te despojes de tu formación, de tus inquietudes. ¿Cómo harías?

-Fijate el toque de modernidad que le da a “La nostalgiosa” la armónica de Daniel Chappet. Termina de completar esa pintura, de darle un marco a la guitarra y a las voces. Hay una emoción que sentimos que siempre es inexplicable. Creo que en este disco, como en todos, hay una pretensión de ser muy honestos con nosotros mismos.

-Mario, a esta altura, ¿vos podrías hacer algo que no sea honesto con vos mismo?

-Y no. No lo hice nunca, menos ahora. No podría pensar en una pose o pensar qué podría vender más o facilitar la difusión. Al contrario.

-No vamos a andar cambiando el rumbo. Bueno, ahí está “Rumbo al cerro”.

-Ahí tenés otra mirada.

-¡Le hemos hecho el coro más de una vez desde alguna mesa!

-Bueno eso es un arreglo que nos hizo Ariel Ujaldón, pensado para el dúo que formamos con Patricio Jiménez allá por el año 2000. De algún modo honramos esa forma de cantar.

-La guitarra en “Lorenzo el Toba” es otra locura para una poesía que saca belleza de lo salvaje y tiene un final parecido a la «Zamba del Chaguanco». Quizás la otra vida ofrezca mejor trato.

-Son poesías descarnadas, brutales. Leer esas cosas siempre me conmueve. Es muy pesado y muy convincente el tratamiento de Néstor Soria de esas imágenes. Con él hicimos también cosas como “El trampero”, “Viento Norte”, “Arrullo por Valentina Bordón”… Bueno también está la “Zamba del Arribeño” con Falú, “Luna de Guitián” con Carnota y muchas otras. Esa poesía descarnada de «Lorenzo el Toba» que tomamos para «Flor sola» es la vida misma. ¿De qué estamos hablando en el disco? De los cuatro asuntos del hombre, como decía Yupanqui: la soledad, el miedo, el amor y la muerte. Las cuatro cosas encajan ahí, que son los temas que venimos cantando desde tiempo ha. El hombre es el protagonista de la historia, los griegos cantarían lo mismo, con otras formas de expresión. Acá tenés la niñez, el juego, el lugar de uno, la patria chica, la desolación, la marginalidad, el abandono, la pobreza, el alimento del mundo si querés en “La ceremonia del maíz”.

-«La mazamorra sabes es el pan de los pobres…»

-Eso. ¿Qué más americano que «Digo la mazamorra»o «Digo La flora» y todo ese inventario poético de Antonio Esteban Agüero? Si seguís ese itinerario y lo analizás, o si escuchás «Flor sola» y querés interpretar esas señales que estamos dando, podrás decir “esta pareja es de acá, no puede ser de otro lado”. Creo va por ahí. Puede sonar pretencioso, pero uno trata de hablarle al corazón y a la inteligencia. De establecer un puente de comunicación, de proponer un punto de vista desde lo nuevo, de traer la memoria para afirmar la identidad. Para mí Falú y Dávalos es memoria. Significa una puerta de acceso.

-Acaso podamos sumar la memoria como un quinto elemento a los asuntos de que hablaba Yupanqui.

-Ahí tenés. Uno sabe quién es por su memoria.

-Alguno habrá conectado alguna vez esos elementos con los cuatro de la naturaleza. La soledad con el viento, el amor con el fuego, la muerte con la tierra, a donde iremos a parar algún día. Quedaría pendiente una relación del miedo con el agua, que tiene más que ver con la vida misma.

-El agua puede ser muy violenta o puede ir ganando los espacios muy lentamente, como el miedo a veces. Pero también puede ser lo otro, la posibilidad de que, de a poquito, como el agua que se esparce, vayamos compartiendo estas canciones, estas músicas de las que nos gusta hablar. Esto es como una trinchera para nosotros, una especie de barricada donde nos posicionamos como para atajar un poco la embestida que viene de la moda, de la desinformación, del desinterés, de aplanar la inventiva. Si hay una resistencia, vamos a resistir desde ahí.

-Y desde el encuentro, es decir, saliendo a cantar, a pesar de circunstancias consabidas, junto a artistas más jóvenes con quienes venís compartiendo escenario.

-Mirá, yo concibo todo esto para compartirlo, por más que haya elegido casi siempre, como forma de expresión, un camino solista. No significa un camino solitario. Se trata de privilegiar como forma de expresión una figura que en otra época, en nuestro país y sobre todo en la música popular de raíz folklórica, ha estado muy presente. Eso de acompañarse con la guitarra, a la manera de un juglar, siempre me sedujo como desafío de tocar solo y cantar para decir cosas. Pero el camino de la música es compartido. Por otro lado, la gente más joven te interpela, te incomoda, te sugiere. Son conocedores, atrevidos. El acercamiento también tiene que ver con el afecto que han demostrado. Yo siempre temí ser un “pisabrotes” con las opiniones, porque no soy dueño de la verdad. Todo es tan subjetivo que sólo es posible verter una opinión, nada más, que no pontifique. No hay un dogma. El dogma es una cuestión de fe. No tenés más alternativas que creer o no creer. Y acá la paleta es enorme, amplísima. Y también hay una cuestión egoísta si querés, porque me rejuvenece compartir canciones con ellos, me hace sentir la energía de esa manera media irreverente por ahí de tratar las cosas, que no hay que perder. Entonces puedo ir por ejemplo a la presentación del libro de Lucas Fernández y tocar una canción de Spinetta con una guitarra criolla amplificada por aire y con un piecito, como si fuera un guitarrista clásico (risas). Estoy más cerca del Gordo Ábalos que de Spinetta y hago mi versión de “La pared” suponete.

-Me acuerdo de esa noche. Desde una mesa que compartíamos me dijo César Puchetta: “¿Viste que todo lo que canta Mario parece de Mario?” No encontré una definición mejor.

-Bueno, eso que acabás de decir, y se lo agradezco al César, me lo dijo Pepe Ávila en la radio. Yo trabajo mucho las canciones, pero no puedo no traerlas para mi lado. Por suerte me lo han dicho alguna vez, y sin ninguna vanidad, siento que de algún modo es un reconocimiento al trabajo, a sentarse a estudiar las canciones, a buscarles una vuelta de tuerca. A veces me sale y a veces no. Cuando le llevé “Nebbiero” a Litto, se puso a escucharlo sobre su tremenda consola, una Rupert Neve que estaba en la vieja RCA Víctor, donde él había grabado tantos discos en la época de Los Gatos. Termina una de las canciones, viene, me abraza y me dice, “Negro, parecen canciones tuyas”.

-¡Listo! ¡Todos tenemos la misma impresión!

-Y para mí tiene el mismo valor que me lo diga cualquiera. Ahí fue emocionante porque se trataba de su obra. Entonces, si recreo temas de Fito, que en algún momento lo voy a hacer porque es otro compositor que amo, no sé si voy a poder evitar esa forma. Ahora estoy escuchando mucho a Charly y me estoy maravillando de nuevo, redescubriendo o descubriendo cosas que me llegan tarde o en algún momento pasé de largo por otras necesidades. Mi hermana me dijo el otro día: “¿Viste que Charly es el sociólogo del rock, Litto el antropólogo y el Flaco Spinetta el filósofo?” ¡Me encantó! Se lo voy a robar. Pero fijate, ¿de qué estamos hablando? De música. ¿Cómo resumiría esto? A veces me preguntan por mis referentes. Y respondo: Spinetta, Nebbia, Stevie Wonder, Piazzolla, Troilo, Pugliese, Serrat… Adoro a Milton Nascimento, a Chico Buarque, a Jaime Roos, a Falú y Dávalos, a Leguizamón y Castilla. Me gusta Miles Davies, Chick Corea… Me gusta Pablo Milanés… Entonces alguno me dice “¿Pero vos no sos folklorista?” Soy un músico que toca folklore y elijo mayormente como canal de expresión alguna rítmica o alguna climática o tema que tenga que ver con la tierra o con el lugar de uno. Pero soy un músico. Ahora con Vale estamos ensayando “De qué callada manera” de Milanés,  estamos recreando “Ámbar violeta” y “Tumbas de las gloria” de Fito y a la vez “La alejada” de Castilla y Cayetano Saluzzi. El otro día fuimos a Río Cuarto y nos pidieron algo de Ramón Navarro. Hicimos “Mi pueblo azul” y armamos la “Chayita del vidalero”. Hace unos días fuimos a ver a Willy Crook, nos compramos el disco de Lucas Heredia, me encanta el Rodri Carazo, me encanta Viaje a un Minúsculo Planeta. Si hay algo que demando del tipo que está en un escenario es “No me vendas buzones”. Camelo no… Vos te das cuenta cuando hay honestidad en la creación. Por más que parezca una locura. Se nota cuando hay alguien honesto.

-Gracias Mario. Hablemos del 18 de agosto.

-El 18 estamos en Cocina de Culturas. Va a ser una presentación con gente muy querida. Van a estar Julián Beaulieu, Nico Roqué y dos amigos de Jujuy, Joaquín López, gran cantor, con quien vamos a compartir “Lorenzo el Toba”, y Miguelito Vilca, un gran charanguista. Va a ser una noche hermosa donde vamos a recrear el disco y seguramente algunas canciones más.

-Y luego a seguir.

-Al otro día estaremos en el Congreso del Hombre Argentino, en Cosquín dando una charla sobre los saberes de la música, para hablar de las experiencias que integran la práctica artística que uno ejerce, desde las primeras lecturas de la infancia hasta saber redactar una gacetilla, pasando por los referentes, y compartiendo algunas canciones. A la noche cantamos en el Centro de Congresos y Convenciones. Va a estar también Elvira Ceballos y más artistas. Después nos vamos a Posadas. Y la cosa sigue hasta el 4 de noviembre, que vamos a estar en El Aserradero, en Rosario. Por suerte.

Agendá: 

Mario Díaz y Valeria Arnal presentan «Flor sola». 

Viernes 18 de agosto – 22 horas. 

Cocina de Culturas – Julio A. Roca 491. 

Entradas anticipadas: $120. En puerta: $150.