Emoción Registrada

Iván Burnichon sobre Menéndez

3-03-2018 / Emoción Registrada, Lecturas
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Entre las innumerables repercusiones en las redes sociales en torno al fallecimiento del genocida Luciano Benjamín Menéndez, rescatamos una, escrita por un querido y valioso hacedor de nuestra cultura.


Iván Burnichon sobre Menéndez

La mañana del 27 de febrero quedará grabada en la memoria de miles de argentinos, como un capítulo más de una historia que atraviesa generaciones a fuerza de no olvidar ni perdonar. 

La mañana del 27 de febrero se llevó la vida del mayor asesino que haya caminado por las calles de Córdoba, sin que nadie haya podido escucharle un mínimo gesto de arrepentimiento por las atrocidades cometidas bajo su mando, durante la última dictadura cívico militar. 

Luciano Benjamín Menéndez murió con todas las garantías que la justicia pueda concederle a un ciudadano, aún cuando sus actos, perpetrados desde la ilegalidad de un gobierno inconstitucional, hayan atravesado todos los límites del horror. Murió bajo un estado de derecho que negó hasta el último segundo de su vida al no dar información alguna sobre las víctimas del terrorismo de estado que lo tuvo como uno de sus protagonistas más siniestros.

Entre las innumerables repercusiones leídas en las redes sociales, rescatamos una de Iván Burnichon, un querido referente de nuestra cultura, que de algún modo resume miles de historias de familias atravesadas por el dolor. 

Iván Burnichon – 27 de febrero de 2018.

Yo tuve un abuelo, él me lo arrebató. Yo podría haber disfrutado ese abuelo, él lo asesinó. Sus inmundas botas manchadas con sangre pisotearon los sueños e ilusiones de miles de familias, entre ellas la mía.

Hirió de muerte a un país entero para siempre. Ese criminal despiadado acaba de morir, de manera natural, nadie lo torturó, nadie secuestró algún familiar suyo, tampoco nadie violó a su mujer, ni sus nietos fueron apropiados. Nadie le pagó con su misma moneda.

Nunca celebraré la muerte, jamás. Celebro que haya sido juzgado y condenado por las atrocidades que cometió y ordenó cometer. Hoy el asesino de mi abuelo murió en un hospital sin que ninguno de sus derechos fuera violado, no tuvo la misma suerte mi abuelo Alberto, cobardemente asesinado por este despreciable ser.

Allí está la significativa diferencia.