Palabras Pesadas

Seductora comunicación

7-05-2017 / Lecturas, Palabras Pesadas, Política y Sociedad
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¿Quiénes se apropian de la comunicación y qué hacen con ella? ¿Dónde tienen su espacio aquellos que no la dominan? Una mirada sobre la multiplicidad de medios y sus lecturas.


Seductora comunicación

Por Tefi Nosti.

La forma de ejercer el periodismo se bifurca, se parte, se retuerce y renace en formas nuevas, creativas e independientes, distintas y colaborativas, lideradas por un impulso casi primario: hacer periodismo porque sí. Porque así lo dicta la consciencia y el corazón, porque se quiere, porque se necesita, entonces sí.

Lejos de toda iniciativa productiva que rige cada segundo de nuestro paso por una vida abundante en ofertas pero limitante en oportunidades, modos emergentes y alternativos de ejercer el periodismo toman vigor. Aquello que los autores Dênis de Moraes, Ignacio Ramonet y Pascual Serrano anuncian en la tapa de su libro «Medios, poder y contra-poder: otro periodismo independiente y crítico es posible».

Aquella posibilidad surge casi como un llamado a la esperanza a sus jóvenes precursores. No teman y ejerzan periodismo libre, siembren el camino de otra comunicación posible. Conduzcan aquella inquietud que en palabras de De Moraes, “motivó a tantos de nosotros, cuando jóvenes, a elegir el periodismo no solamente como profesión sino también como destino histórico para espíritus indomables”.

Los medios hegemónicos ejercen una censura que no se manifiesta en el ámbito del decir, sino en el del no-decir. Las voces silenciadas o neutralizadas son las que disienten al orden imperante. De esta manera se construyen verdades rentables gracias a su capacidad de influenciar. Según De Moraes, es un claro ejemplo “la forma como las reivindicaciones de movimientos sociales y comunitarios acostumbran a ser tratadas en las pautas y coberturas: son frecuentemente subestimadas, cuando no ignoradas o impugnadas bajo el argumento falaz de que son ‘radicales’, ‘extremistas’, ‘populistas’”.

Las empresas periodísticas, como toda empresa situada bajo las órdenes de producción capitalista, busca la maximización de la rentabilidad dado que es su obligación, acorde a las coordenadass de las economías de mercado, potenciar los beneficios de sus accionistas (los conglomerados mediáticos figuran entre las trescientas mayores empresas no financieras del mundo). Por lo tanto, como indica Pascual Serrano: “pagar a sus trabajadores más de lo imprescindible, cuidar el medio ambiente, trabajar en pos de la resolución de un conflicto bélico, o defender los derechos humanos de una minoría, si afectaran negativamente la cuenta de resultados de la corporación empresarial, podrían ser denunciados por los accionistas y castigados penalmente”.

La concentración monopólica intenta ocultarse tras variedades de formatos gráficos expuestos en los quioscos de revistas, siendo que todos pertenecen a tres o cuatro grupos mediáticos. No existe tal pluralidad ni tal aparente misión de difundir noticias, por lo que nuestro derecho a estar informados queda anulado, no necesariamente por una censura directa, sino por las voces que permanecen acalladas.  Toda democracia que relega este derecho a empresas privadas, con intereses privados, corre un indudable peligro.

La cuestión fundamental consiste en preguntarse por el deber de un ciudadano dentro de una democracia.  Para ejercer un rol activo debe posicionarse de manera crítica ante lo que se le presenta como real y cuestionar la forma en la que los medios disponen de la comunicación. Bajo qué orden la dominan y qué pretenden lograr con ella.

Los medios alternativos, autogestivos y colaborativos toman, afortunadamente, cada vez más impulso. La nueva era informática es una gran aliada para la concreción y difusión de proyectos periodísticos que buscan resquebrajar este orden imperante, trunco, que nos aleja de nuestro derecho a otras lecturas y funciona como una guillotina de oportunidades, porque aquello de lo que no se habla parece no existir.

Las nuevas lógicas cooperativas permiten resaltar la labor de los movimientos populares, otorgándoles un protagonismo a quienes permanecen bloqueados en los medios hegemónicos. Sin embargo resulta primordial la continuidad de proyectos de prensa independientes que trabajen de manera colaborativa y transversal, lejos de toda lógica de mercado, para evitar acrecentar la superabundancia informativa que deja como consecuencia lectores de titulares y contenidos efímeros. Y a su vez, se requiere de lectores dispuestos al compromiso de vigilar por qué tipo de información se dejan seducir.