Con permiso

Libro a libro

24-06-2018 / Con Permiso, Lecturas
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A tantos nombres que andan por ahí, por la posibilidad de regalarles a otros sus palabras prestadas, porque la belleza está hecha de esas palabras con que la contamos. Por esa biblioteca enorme.


Libro a libro

Por Luciano Debanne.

Hay días en que agradecería de rodillas a Neruda por decirme que él también a veces se cansa de ser hombre, a Girondo por contarme que le encanta transmigrar, a Alejandra por esa tarde de octubre en que quiso ser perenne. A Benedetti por el fuego, a Walsh por su lista de cosas que quiere.

A Whitman -a quien imagino gordo, canoso y barbudo, desnudo bajo un árbol a la orilla de un río ancho- por su religiosidad tan humana. A Violeta Parra y a Alfonsina Storni. A Borges, tan enorme.

A Juana Bignozzi, a quien descubrí hace unos días mientras desayunaba y leía las noticias, y ponía me gusta a las ocurrencias de los amigos. 

Juana Bignozzi que desde google me tiró unos versos en la cara que me dejaron llorando en medio de la mañana y el laburo.

Les agradecería porque hoy sospecho que la belleza está hecha de las palabras con que la contamos. 

Por la posibilidad de regalarles a otros sus palabras prestadas a lo largo de mi vida.

Por los versos cursis que escribí en la secundaria, y los versos pretenciosos de los años posteriores, por los intentos de explicar la inmensidad del amor, lo inexplicable de algunas alegrías.

Por los versos secretos de hoy, que ya no andan por ahí porque tengo la suficiente vergüenza como para saber que no merecen otro destino.

Días en que le agradecería de rodillas al viejo, por esa biblioteca enorme, que ya no leía, pero que me fue regalando libro a libro, para hacerme estallar la cabeza. Y el corazón.