Fue una fiesta

Mery Murúa grabó en vivo «Sal»

24-05-2015 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Acompañada por músicos enormes, la gran cantante presentó los temas de su nuevo disco, para su registro en directo, ante un salón colmado en la Estación Mitre. Crónica en segunda persona para un amigo que anda de viaje.


Mery Murúa grabó en vivo «Sal»

Por | redaccion351@gmail.com

Foto: Sergio Manes.

Vos habrás estado en esa casa más de una vez. Viste lo que es. Las fotos previas, esas del ensayo… Madre santa… Sabíamos que se habían agotado las entradas y hasta se vendieron algunitas más, por insistencia de muchos que quisieron apoyar a Mery en todo esto. Qué golazo esto del financiamiento colectivo, ¿no?

Bueno, entre las fotos que fuiste subiendo de tu viaje, habrás seguido lo que pasaba por acá, los preparativos para llegar al miércoles 20 de mayo con todos los detalles trabajados. Habrás leído la cantidad de comentarios de apoyo y felicidad.

Entre los casi doscientos seguidores que compraron la entrada para asistir al recital, para colaborar con la edición de «Sal» y para acceder al disco cuando se publique, muchos habrán acomodado sus actividades para llegar puntuales a la Estación Mitre. ¿Fuiste alguna vez a ese lugar? ¿Viste lo que es?

Pasadas las 9 de la noche, dieron sala. Ahí estaba la Eli Rodríguez ordenando el ingreso y conteniendo la ansiedad. Una risa porque la loca me pidió una mano para abrir la segunda hoja del portón de ingreso; cuando la abro, la puerta se volvía sola y no había con qué trabarla, así que me quedé de portero hasta que entró toda la gente. Por ahí pasa el Milton Arias, me ve y me pregunta «¿Qué hacés ahí?»; «Acá estoy, teniendo la puerta!» jajaja. Entre tanto público, muchas amistades que conocés de hace mucho, de andar por ahí compartiendo escenarios.

Un amor el salón repleto. ¡No sabés las caras de la gente! Ahí estábamos, en la última fila a la izquierda del escenario, disfrutando una puesta hermosa. La batería rodeada por un biombo; micrófonos varios; audífonos; todo listo para la grabación. Más de uno revoleando los ojos para todos lados, lo que pasa que el lugar es muy lindo. Las columnas; las molduras; el piso; la barra; el mobiliario del fondo, con esos espejos enormes y el reloj en el centro. Un amor total.

De repente escuchamos un saludo de bienvenida. Se nos pidió que apagáramos los celulares porque la señal podía generar interferencia con los equipos, y algún que otro consejo que nos generó una sensación rara, pero linda, como de privilegio por poder estar ahí, por ser parte del recital, qué se yo, capaz que les pasó a todos porque después de ese saludo se hizo un silencio absoluto che. Éramos como doscientas estatuas escuchando apenas el ruido del aire acondicionado, o de la máquina del humo o algo así. Bastante humo sobre el escenario. ¿A vos te gusta el olorcito de ese humo?, porque viste que tiene olorcito… A mí sí. Bue, cuestión que vimos subir los músicos al escenario y no nos aguantamos más las ganas de aplaudir. Medio raro el aplauso, claro no sabíamos si aplaudir mucho o poco, por miedo de aplaudir mal, ¡que saliera fiero el aplauso en la grabación! Jaja.

Habrás visto las fotos. El Mono Izarrualde en una punta, al principio con una flauta que me parece que se llama flauta en sol, es una que tiene la cabeza como girando en U, ponele. Atrás, más al medio, el José Gómez con el contrabajo eléctrico; Jerónimo Izarrualde sentado a la batería, con los audífonos, y el Horacio Burgos en la otra punta, con una camisa blanca, la media colita de costumbre y una nuca de concentración total. ¡Te digo nuca porque nosotros estábamos atrás y lo veíamos de espalda! Igual, con la cara de concentración para escucharlo que ponía el Milton Arias, que estaba en la primera fila y lo tenía a dos metros, seguro que la cara de Burgos también era de mucha concentración.

El principio fue instrumental, capaz que para ajustar el sonido de los instrumentos, viste que con gente suena distinto que sin gente. Igual, te digo, sonaba bárbaro ¿eh? Ahí mismo, en el final de la introducción, subió la Mery. Un vestido negro, un maquillaje, unos bucles… ¡Hermosa estaba!

La primera canción fue “Resolana”, tremenda zamba de Falú y Dávalos que Cafrune cantaba mucho, te cuento porque vos de folklore poco y nada… Sí sí, yo también te quiero un montón. Prestá atención: no sabés el inicio de la guitarra, el arreglo del Mono, la afinación de Mery perfecta. Una cosa mirá… Entre el final de la música y el inicio del aplauso, un “¡bravo!” fuerte de Orellano. Al lado lo tenía. Lo que sabe de música ese muchacho, lo que disfrutó el recital… Es medio gracioso porque cuando no grita “Bravo”, acompaña el aplauso exclamando un “Ooooohhh” que repite varias veces. En fin, si en el disco se escucha un “Bravo” repetido, es del fenómeno de Orellano, que con la potencia vocal que tiene, ¡el día que no ande el micrófono de Radio Nacional, lo vamos a escuchar igual!

La segunda canción fue un estreno, o fue la primera vez que la escuché. “Tu mamá calma”, de la misma Mery. Una belleza total, con coros de Jerónimo y José. Una letra que la escuchás y te la imaginás haciéndole upa a Violeta y llenándola de mimos. Si después de las primeras dos canciones todavía quedaba alguno medio tensionado por lo de la grabación, el saludo de Mery, con una copa de vino en alto, terminó de aflojar a todos y ahí nomás subieron los Alma Mora, para hacer “Luna de Tartagal” en versión flamenco. Calculá que no podía faltar una del Chango Rodríguez, pero la vuelta que le dieron fue una genialidad. ¡Tranquilos los Alma Mora! ¡Qué cantante! ¡Mansitos los guitarristas! Joder. Ahí ya empezamos a hacer más ruido con los aplausos y los gritos. La Mery dijo que se sentía una afortunada por los músicos que estaban participando de la grabación, y presentó a Franco Luciani. ¡Como para no sentirse afortunada!

Bueno, ¿qué querés que te diga? Yo no sé si voy a alcanzar a contarte lo que hizo el loco este con la armónica. Si hasta ahora no te conté nada más o menos bien, con Luciani olvidate. La versión de “Que seas vos”, que uno la tiene por Cafrune, por Los Chalchaleros, por gente que tiene que ver con nuestras raíces, digamos con nuestra tierra, con Franco Luciani en la versión de Mery se convierte en una zamba de otro planeta. Este Luciani es un marciano directamente. Ponele que nació en Rosario y es hincha de Central. Mentira, son datos para distraer. ¿Viste como toca? ¿Te fijaste cómo hace cuando toca? ¡No la sopla! ¡Se la chapa a la armónica! Cuando puedas miralo de nuevo. Por ahí, entre magia y magia que mete, el loco la mira a la armónica como se mira a una novia entre besazo y besazo. ¡Impresionante! No sé si no le dice en rosarino lo que en cordobés diríamos “te shecago amando armónica”. Capaz que hasta le puso nombre. Y si no le puso le tiramos uno. ¡Ponele «Wayra» Franco! En fin, el título de la zamba le habló a él. “Que seas vos Luciani”. ¿Y lo que cantó la Mery? ¿Y lo que hizo Burgos? Dejá… Seguí de gira.

Para no te vayas que sigo. Después, con Franco también, vino “Río Rebelde”. Le digo a Orellano “a esta la cantaban mucho los Cantores del Alba”, y Orellano: “Claaaaaro”. Viste que el estribillo es jodido. Va para arriba y para abajo varias veces. Capaz que Mery se puso nerviosa. Capaz que se le movió un cuarto de la última pestaña derecha. No te puedo decir porque no alcancé a darme cuenta. Estaba agarrándome la cabeza. Ahí no pude aguantarme y en el final pegué un grito pero no terminé de tragar saliva y salió cualquier cosa. Pero hubo varios bravos. Después Mery se bajó y dejó a Burgos y a Franco. Escuchame bien lo que te voy a decir. La versión de “Garúa” que hicieron Horacio Burgos y Franco Luciani el miércoles 20 de mayo de 2015 a las diez y pico de la noche en el salón de eventos de la Estación Mitre de la avenida Perón al 100, de la ciudad de Córdoba, de la República Argentina, es para mandar al espacio a desintegrar el meteorito que no lo van a decir para no generar pánico, pero que se nos viene encima, se nos viene encima.

¡Igual, que se demore todo lo que quiera en venir, por supuesto! Te sigo contando. Viste que tu amiga es una máquina de hacer reír al público… Bue, cuando volvió al escenario dijo: “Capaz que hasta se va con novia también… Lo que come y lo que toma este muchacho…”; el loco muerto de risa imaginate. Después pasó una cosa que si estabas, te habrías emocionado también. Mery presentó a alguien con unas palabras que terminaron haciéndole decir  “qué boluda voy a llorar…” Fue muy intenso, primero porque lo presentó como si aún no se hubiera subido al escenario, y en realidad ya había estado en el comienzo. Lo trató como un padre. No estaba hablando de otro que del mismo Mono Izarrualde. Y pasó algo que vemos siempre en un recital, pero fue muy distinto. Se dieron un abrazo larguísimo. Me hizo acordar a otro que una semana antes se habían dado Gaby Beltramino y su viejo en el Real, cuando terminó el recital de la presentación de “Senses”, que si no lo escuchaste, escuchalo. Te crece el pelo te lo juro. Vuelvo. El abrazo de Mery con el Mono. No sé… Mirá, los que estábamos del lado de Burgos, le vimos la cara a Izarrualde. Sacá la cuenta que este tipo tiene décadas y décadas de andar a los abrazos, no te voy a contar a vos por dónde anduvo. Pero la cara que puso en ese abrazo, así con los ojos cerrados, las cejas como dos arco iris morochos, la sonrisa enorme, medio mordiéndose los labios, bueno… No sé… Después le conté eso a Mery, porque claro, ella no vio la cara que puso Rubén cuando la abrazó; viste que uno no puede ver la cara del otro en un abrazo. Lo único que me dijo fue que temblaron los dos, y que cuando se dio vuelta, lo vio a Burgos con los ojos rojos y le dijo, así con el dedito, “Vos no ¿eh? Vos no podés llorar.” Y Burgos respondió: “Ya sé… Ya sé…”

¿Y todo eso antes de qué? De “Te recuerdo Amanda”. Ahí ya… Viste… Paren un poco… La intro enorme de Horacio, casi como en todos los temas, y la letra cantada a dúo entre Mery y Rubén, ahí ya con esa flauta de metal con la cabeza de madera que es una belleza.  Imaginate, luces azules, silencio total de la gente, mirabas para arriba y las molduras del techo se te movían. En un momento le pego un rodillazo a Orellano y el loco saca un pañuelo. Claro…

Después Mery los dejó solos a Horacio y a Rubén. A propósito, vos que pasaste por España, mandale saludo al Mono Burgos… Te juro que a mí no se me ocurrió. Ja. Sigo. Habló Rubén. Se acordó de su venida a Córdoba, hace como treinta años con los MPA, de que en sus 61 años se juntan amigos viejos, amigos nuevos y amigos en el medio de los nuevos y los viejos. Y le dedicó una zamba a Manuel Molina, que se murió el martes 19. “No les voy a decir cómo se llama esta zamba, se van a enterar rápidamente” dijo, y arrancó Horacio con unos arpegios tremendos. Al ratito adivinamos la “Zamba para la viuda”. Otra versión para mandar al infinito y más allá, intercambiando solos. Viste que Burgos no hace muchos gestos cuando toca… Bueno, todos los gestos que no hizo cuando tocó lo que tocó, se los regaló el Mono, que cuando no lo seguía con la flauta, lo festejaba con el rostro. Fue impresionante lo que hicieron.

Volvió Mery y nos hizo reír bastante con la historia de “Pepillo” García, el viejo de Cruz del Eje que vendía los discos que le volaron la peluca en su adolescencia. Su mamá le desaconsejaba juntarse con ese viejo. Un día, medio a escondidas, le llevó a Pepillo unos cassettes para grabar y alguno de tantos volvió con un temazo de Emilio del Guercio, “Aroma del lugar”. Bueno, a la vuelta de los años, terminó en la lista del disco. Ahí subió Gómez porque claro el tema tiene unos arreglos mortales de bajo. ¡Adiviná cómo quedó la instrumentación de la versión para Sal! Cuando llegue el disco, acordate.

Después vino la segunda canción de Mery, “Mandarino”, dedicada al “Juanete” y a la “Violetita”, que andaban por ahí. Antes habló de lo medular de la vida, de la alegría del canto, de cosas que volvieron a emocionar… La verdad, para joder nomás, porque el tema es un divertimento para seguir con una sonrisa tipo tajada de sandía. Mientras la letra habla de un gorrión celoso de unos ojitos almendrados, los músicos la pasan bomba con el ritmo de bossa de «Mandarino». Horacio con la viola eléctrica, Jerónimo con las escobillas, José con el bajo. No sé si ya la escuchaste.

Vino la presentación de Jerónimo, el primogénito de Rubén; vino la presentación de “Pepo”; lo que no vino fue una copa de tinto para el guitarrista. “¿Qué pasó que no le trajeron vino a Burgos?” preguntó la cantante. “Bueno nos vamos yendo, que esto es un disco y se está terminando. Hace años que me convoca esta canción, y no me le animaba. Ahora sí. Se llama “Viernes de Salamanca”, su autora es Ana Robles, que está aquí con nosotros… (gran aplauso). Bueno vamo nomásss… Vamo muchachossss…” ¿La tenés a esa frase? Sacá la cuenta de cómo estuvo la versión. Bueno, te cuento, total, ya que estamos… Estuvo para meter varios bravos desde todos los costados que espero se escuchen fuerte en el disco, y que se escuchen las carcajadas después de que los músicos aplaudieron a la autora y Mery dijo “Cómo nos hizo laburar esta mina…”

Los agradecimientos duraron un rato largo porque vos sabrás lo que es hacer semejante movida. Desde el público que posibilitó todo comprando la entrada y el disco por anticipado, hasta la familia, pasando por todos los músicos, entre ellos Luciani, marciano canalla, al que Mery le aclaró: “Ojo que acá somos todos de Belgrano eh?”; más agradecimientos a Rubén Ordóñez, el mago de abajo del escenario que se encargó de guardar todo lo que dentro de unos meses vas a poder escuchar; a Panza Contenidos, a David, el manejador de las luces; a Manes por el registro fotográfico; a Punta y Hacha; a Eli Rodríguez, a los medios y a un montón de gente más.

Y te estarás preguntando cuándo tocó “Sal”, el tema de la Mery que le da nombre al disco. Al último, como frutilla del postre, como dulce de leche del budín de pan, con la banda sonando a pleno. Hermoso tema, para el cierre.

La ovación fue larga y la cola de gente para saludar a Mery más larga todavía. ¡Parecía una novia abrazando gente a la salida de la iglesia! Eso sí, vestida de negro. Peliculón “La novia vestía de negro”. Mirala. Ahora, si Jeanne Moreau descolla en esa película, la Mery nos mejoró la vida en la Estación Mitre.

Ahora, a esperar el disco.

Che loco, ¿cuándo volvés?