Cuerdas en el aire

Magnolia se presentó en Lenguas

1-07-2012 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Este jueves, el notable cuarteto de cuerdas integrado por Hernán Soria y Julio Gutiérrez en violines, Luciana Marzolla en viola y Eugenia Meneghini en violoncello, compartió sus interpretaciones en el auditorio de Vélez Sarsfield y Caseros, junto a invitados de lujo.


Magnolia se presentó en Lenguas

Por | redaccion351@gmail.com

Hace unos cuantos años, Diego Fischerman invitaba a la presentación de “Tangos”, el gran disco de Mederos y “Colacho” Brizuela. En el artículo, a la vez entrevista, Mederos hablaba de darse un gusto, “el de volver a jugar con los juguetes de la infancia.”

La música es, tal vez, uno de los pocos juguetes que nos acompañan toda la vida. En el recorrido siempre hay un otro indispensable, hermano o amigo. De prestarnos camioncitos o muñecas, pasamos a prestarnos discos, cassettes, cds, libros. Algunos no volverán, aquerenciados en el supuesto olvido del beneficiario; otros, como tesoros intocables, no conocerán estantes ajenos. En el mejor de los casos, un canje más o menos tácito servirá incluso para recordar amistades desvanecidas.

Fischerman resume “Tangos” en dos o tres frases: “Un CD simple, de sencillez abrumadora y con una impactante capacidad de síntesis. Un CD en el que no sobra ni una nota ni un silencio; en que cada sonido aparece justificado por lo que se quiere decir…” Como algunos controles remotos o la rosca de las lamparitas, la descripción es casi universal. Sirve para todos los discos instrumentales que, solicitados incluso por amistades que no se estén por mudar, podrían llegar a prestarse con una ceja levantada. “Tangos”, el ejemplo ocasional. “Magnolia”, primer registro de estudio del cuarteto de cuerdas del mismo nombre, el ejemplo que nos convoca.

En los grandes discos instrumentales grabados por pequeñas formaciones, suelen jugar, al menos, dos virtudes, una hija de la otra. Los músicos ejecutan sus instrumentos con destreza y sensibilidad. El repertorio, de la mano de la destreza y sensibilidad, es un parque de diversiones. En la calesita de Magnolia, girando en caballitos que suben y bajan, y en trenes y aviones que tocan bocina, aparecen Hernán Soria, Julián Plaza, San Pugliese, Andrés Chazarreta, Salgán, Chabuca Granda, Cachilo Díaz, el Chato Díaz, Sixto Palavecino, el Chango Spasiuk, Guastavino y el Flaco Spinetta, que sacó la sortija y por eso “Barro tal vez”, en el final de la lista, cambia de juego y aparece Guadalupe Gómez ordenando el tránsito de los autitos chocadores.

Pasado algún tiempo, marcado por numerosas presentaciones y participaciones en discos de notables artistas de nuestro medio, Magnolia vuelve a dar cuerda a sus instrumentos para que se luzcan en la Facultad de Lenguas. Hay obras nuevas, un segundo disco en camino y una celebración que compartir con grandes músicos y bailarines invitados.

De a poquito, la sala se completa. Al fondo, en la silla de al lado, un señor con cara de músico recibirá disculpas de antemano por los apuntes que se tomarán para esta crónica. El pretexto de la disculpa funciona perfecto para conocer a Ale Drube y acordar una entrevista que ya tiene un comienzo pactado: la explicación del título de su bellísima “Bajo el nogal”, incluida en el programa del recital. Mientras, las cuatro sillas del escenario, las partituras, los micrófonos, las luces y todos nosotros recibimos a los protagonistas.

El inicio es un saludo a Córdoba. “Vidala de la copla” del Chango Rodríguez y “Serenatero de bombos” de Ica Novo, resumen una mirada que logra mantener el color de cada generación. Walter Vergara y Silvia Álvarez, pareja de excelentes bailarines, compañeros de danza y de vida, abren su participación con “Los pintas”, del maestro Jorge Arduh. Siguen “Bonita”, de Ciriaco Ortiz y “Se acaba la mufa”, una joya de Hernán Soria. La emoción respira en la armonía de un juego colectivo que no precisa intervenciones de virtuosismo.

No es frecuente, al menos en Córdoba, verlos y escucharlos en un recinto que permita admirarlos de cerca y en silencio. Hace poco, por ejemplo, en el Teatro Real. Hace mucho, por otro ejemplo, en Tonos y Toneles o en el Bodegón de la calle Illia, donde la sordera del tiempo cambió música por una playa de estacionamiento. Julio y Roberto aparecen en el escenario. Uno en cada punta, el dúo Coplanacu es un surco abierto por las cuerdas de Magnolia. La amistad los une. Gutiérrez acompaña a los Copla desde “Corazón sin tiempo”. Como invitado, el cuarteto compartió escenario con Julio y Roberto en su peña, en el Festival de Cosquín, y sigue la lista de reuniones. Juntando viejas y nuevas grabaciones, suenan “Canción de lejos”; “Coplas populares”; “Si yo fuera río”; “Flor de lino”; “La ronquera” y, de yapa, “La algarrobera”. Después de la ovación, Gutierrez bromea. “Hay que pilotearla ahora”.

Pilotearla les costó “Nada”. Entre los arreglos de Damián Torres sobrevolaban los versos de Sanguinetti. “Nada queda en tu casa natal, sólo telerañas que teje el yuyal…” Hermoso cambio de clima como antesala del momento heavy de la noche. Reaparecen los bailarines con vestuario renovado. Baja San Osvaldo a bendecir los instrumentos. Arranca “La Yumba” con una intro que evoca, caprichos de la asociación, a Nyman, al Grennaway de “Una zeta y dos ceros”. Entre el latido de los graves del cello, bajo las luces rojas, Walter y Silvia, como en “Tango” de Saura, parecen decirse “no me dejes nunca”. Gran momento.

“Cerro azul”, de Hernán Soria, es un paisaje que se deja ahondar en melodías. “Bajo el nogal” emociona a Ale Drube. Los Magnolia agradecen al autor y se encienden los reflectores para saludarlo. El Chango Rodríguez inició la noche. El Chango Rodríguez cierra el programa. Vuelven Walter y Silvia. “La embalsamada” se colma de palmas y vuelos de pollera.

El saludo final de los Copla deja espacio para “El abrojal”, de Gutiérrez, y la hermosa “Panambí” del Chango Spasiuk, para cerrar la noche y dejarnos ir, livianos como mariposas.

Magnolia prepara un nuevo disco. En su agradecimiento, Roberto Cantos había hablado de la historia recuperada y de la importancia del futuro de estas músicas, así interpretadas. Pasaron 3 veranos de la inauguración del primer parque de diversiones, que sigue abierto todo el año. Sabremos esperar el segundo para seguir jugando, contentos como chicos con juguete nuevo.